S1:E15: Toda historia tiene dos lados

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Me encontraba recostada sobre el cómodo sofá, mientras jugaba con la pequeña pelota que había encontrado en la habitación, el olor a lavanda relaja un poco mi cuerpo mientras escucho como el lápiz de la terapeuta era el único ruido que mataba el silencio de la habitación.

—Así que, Maddie —la mujer de corto cabello me sonríe—¿hay algo que quieras contarme?, dime cómo te has sentido estas últimas semanas.

—Pues... —tomo aire—ya no he tenido tantas pesadillas, es decir, han disminuido considerablemente.

—Y eso se debe a que no has dormido, ¿o a que hay algo más que invade tu mente? —pregunta mirándome con atención.

—Esta semana dormí casi seis horas así que supongo que es bueno —Anne asiente—pero... Creo que se debe a que hay algo más.

—¿Y qué es?, si quieres contarme, por supuesto.

—Conocí a alguien —Anne muestra una expresión con sorpresa y emoción a la vez lo cual me hace reír un poco—es un chico realmente lindo y es atento, me hace sentir como... No lo sé, es extraño pero, me gusta lo que me hace sentir. Como si fuera una clase de protección.

—Sentirse protegido por una persona es algo que nuestro mecanismo produce y es muy bueno, siempre y cuando no se vuelva un círculo vicioso o una dependencia emocional.

—Sí, pero —suspiro para sentarme correctamente mientras trato de acomodar mis pensamientos—sucedió algo que me intriga mucho, tiene un arma con la cual me defendió hace unas noches y... No sé, en realidad tengo muchas cosas en la cabeza.

—De acuerdo—Anne anota un par de cosas en su libreta para después mirarme de nuevo—estamos de acuerdo en que vivimos en Chicago, hay peligro en cada esquina. No me sorprendería el hecho que alguien lleve un arma consigo por protección, o dime, ¿supones que es por algo más?

Para ser honesta ni siquiera lo había pensado, era verdad. Quizá el hecho de haber pasado tanto tiempo en Tokio donde prácticamente el crimen no existe, me hizo creer que era lo mismo en américa—no lo había pensado. Aunque tengo un poco de miedo, ya sabes... Will.

—Escucha, Maddie —la mujer coloca su libreta en la mesa de centro—también tuve un Will en mi vida hace mucho tiempo, fue un desastre —sonrío—pero eso no me hizo perder la esperanza de que ahí afuera, aún hay personas que aman de verdad, que sienten de verdad—las palabras de Anne atraviesan todo mi sistema—siempre encontrarás tu valor en el lugar correcto.

***

Estaba ya algo desesperada al ver la hora por décima vez y no ver a James ni mamá por ningún lado, miraba a ambos lado de la calle esperando ver el auto pero no había nada. Siento mi teléfono vibrar en mi bolsillo trasero notando un texto de mamá, ¨Insistió mucho¨.

—¿Qué? —susurro a mí misma sin entender de qué hablaba.

—¡Oye tú! —un grito masculino del otro lado de la calle atrae mi atención—seré tu chofer por hoy —sonrío bobamente cuando veo a Harry con una enorme sonrisa mientras sostenía un ramo de flores en sus manos.

***

—Aún no puedo creer que hayan accedido a que pasaras por mi —digo mientras el chico conduce—hablo de que mis padres son como osos protectores —puedo observar cómo ríe un poco ante mi comentario.

—Ya lo noté, tu papá me hizo firmar un papel con las responsabilidades que cargo al subirte a mi auto —mi sonrisa se borra de un instante a otro, pero en el fondo sabía que era en serio.

—¿Es broma verdad? —pregunto nerviosa, noto como Harry saca de la guantera del auto un papel con la firma de él y papá—Oh, Dios —murmuro cubriendo mi rostro algo apenada—lo siento —río junto al chico.

***

—¿Dónde estamos? —pregunto cuando Harry abre la puerta del auto para ayudarme a salir.

—Quiero presentarte a alguien —sonríe.

Sentía los nervios de punta al imaginar que me presentaría a sus padres, sin embargo, recuerdo cómo Alice y Max me hablaron sobre su familia, así que miles de ideas llegan a mi mente, ¿quién era?

Mi corazón late fuerte cuando siento su cálida mano sujetar la mía. Observo la casa que se encontraba a solo unos metros de mí, era una pequeña casa a las afueras de chicago, a mí al rededor solo podía ver bosque y carretera pero parecía ser acogedora, tenía cientos de plantas de todos los colores y mariposas de cerámica que decoraban las paredes. Harry saca de su bolsillo un par de llaves y abre la puerta dejando ver a mi paso una linda casa, lo primero que puedo percibir, son las fotografías colgadas en la pared, un pequeño niño sonriendo junto a una mujer de gafas y cabello rubio.

—Maddie —la voz de Harry me saca de mis pensamientos, me giro para verle percatándome que hay una mujer de cabello blanco como la nieve, ella me sonríe así que hago lo mismo—quiero presentarte a mamá Amie.

—Hola, soy Maddison Davis pero puede llamarme Maddie —sonrío mientras le doy un abrazo amablemente.

—Eres más linda de lo que mi pequeño me habló, es un placer conocerte —la mujer me sonríe ampliamente—estoy preparando un par de bocadillos, por favor toma asiento Maddie —dice para después encaminarse a lo que parecía ser la cocina.

***

La noche había caído finalmente, ni siquiera me había dado cuenta en qué momento habían pasado las cuatro horas de charla, risas y té con galletas. Amie se había ganado mi corazón por completo, su carisma y su sentido del humor eran dignos de gustarle a los demás, transmitía paz y era como el amor y tranquilidad hubieran tomado forma de persona y esa sería Amie.

Amaba a Harry, lo noté desde el primer instante que entré. La forma en que habla de él, la forma en la que Harry la trata, eran uno mismo y a pesar de solo ser ellos dos, eran una gran familia.

—Nunca había conocido a alguien como Amie —menciono cuando llegamos a casa—creo que tu mamá y yo seremos grandes amigas —Harry sonríe.

—En realidad —dice—no es mi madre biológica —mi corazón se estremece cuando escucho sus palabras.

—¿No lo es?

—No, pero ella prácticamente me salvó la vida, así que es como si lo fuera—juro que puedo notar como su voz quiere cortarse, pero se resiste así que vuelve a afirmarse—mi padre nos abandonó a mí y a mi madre biológica cuando yo tenía tres años, tan solo cuatro años después ella murió a causa de la depresión y... Creyó que la solución era tomarse un frasco de pastillas mientras yo dormía a su lado. Amie me encontró en un orfanato unos meses después. Desde entonces tuvo la valentía que mi mamá no pudo.

Su historia había tocado lo más profundo de mi alma, la forma en que sus ojos se cristalizaban y como su voz de cortaba me demostraba que aún había ese herida en él. Entonces me doy cuenta de que siempre hay dos versiones de la historia, que las personas siempre te van a etiquetar con algo que ellos creen que eres. Harry no era una persona temible ni extraña, era una persona que lo había perdido todo—parezco un tonto, lo siento —dice cuando finalmente sus lágrimas se desbordan sobre sus mejillas.

—No lo eres —susurro limpiando una de sus lágrimas—no es malo mostrar tus sentimientos, Harry.

El chico de ojos verdes me mira fijamente, siento como toda mi piel se eriza cuando su vista se desliza a mis labios, sé que quiere hacerlo pero por alguna razón no lo hace y aparta su mirada de mí.

Mi cuerpo parece reaccionar por sí solo así sujeto su mejilla para que me mire de nuevo, veo como su rostro de ruboriza y me sorprende que luzca nervioso.

Dios, deseaba tanto hacerlo. De alguna manera, tomo valor para finalmente besarlo. Sus manos se aferran a mis mejillas como si también lo estuviera deseando tanto como yo.


Adrift [H.S]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora