Mis pies dolían y sentía como el sudor recorría toda mi espalda, me sentía muy cansada pero aun así sigo corriendo. El aire helado del invierno es fuerte pero el calor de mi cuerpo logra aliviarlo un poco.
Era algo sorprendente como ni siquiera el hecho de correr por más de treinta y cinco minutos, podía hacerme dejar de pensar un poco. Siento mi corazón querer salir por mi garganta y es cuando paro.
Descanso apoyando mis manos sobre mis rodillas mientras trato de recuperar el aliento. Saco de mi pequeña mochila mi botella de agua para dar unos sorbos.
Era muy temprano así que había pocas personas en la calle. Suspiro cuando finalmente tomo asiento en una banca cerca de un árbol, me sentía aliviada cuando me percato que el ataque de ansiedad que me había hecho despertar tan temprano ya había desaparecido.
Cierro mis ojos un momento mientras Solomon de Hans zimmer sonaba fuerte en mis auriculares.
No sé cuánto tiempo pasa cuando siento alguien tocar mi hombro detrás de mí, pauso la música rápidamente para después percatarme que Amie estaba parada detrás con una sonrisa.
—¿Puedo sentarme?
—¡Amie! —exclamo para saludarle con un abrazo—que gusto volver a verte.
—Lo mismo digo, mi niña—sonríe mientras rosa su mano con mi mejilla—¿tienes un segundo?
—Claro. —digo para tomar asiento nuevamente frente a ella.
—Tu ama de llaves me ha dicho que estabas aquí. —sonríe.
—Sí, correr me ayuda un poco a sentirme mejor, así que... —suspiro.
—¿Cómo haz estado? —dice mientras sujeta mis manos.
—Pues... bien, dentro de lo que cave. —suspiro—dime, Amie. ¿Cómo está él?
—La verdad es que... —Amie deja de hablar por unos segundos mientras observa hacia la nada—apenas y lo reconocerías, de verdad que está mal. Y en serio, Maddie. Mi intención no es hacerte sentir culpable, yo no sé que sucedió entre ustedes dos, pero sé que Harry te quiere, y sé que tu lo haces mejor persona.
—Estoy tan confundida ahora.
—Solo quiero preguntarte algo. ¿De verdad crees que él lo hizo?
***
Mi vista no había sido despegada del techo de mi habitación, la pregunta de Amie no paraba de dar vueltas en mi cabeza, igual como las palabras de Will acusando a Harry de las amenazas. La poca información que tenía sobre él. No había datos, ni fotos, nada. De alguna manera todo se había acumulado en mi mente y estaba a punto de estallar.
Me sorprendía el hecho de que caminar de un lado a otro no hubiese ya hecho un hoyo al piso, y es que todos mis sentimientos guardados ya me estaban consumiendo, no podía pasar un día más así, de verdad quería a Harry en mi vida.
Debía admitir que lo necesitaba, que necesitaba saber que me quería, necesitaba decirle que lo quería, que me había enamorado como una loca de él. Así que lo decido.
Me levanto de mi cama, tomando el primer abrigo que encuentro en la habitación. Necesitaba buscarlo y decirle todo lo que realmente sentía por él, no quería perderlo.
Mi corazón quiere salirse de mi pecho cuando bajo con rapidez las escaleras, de pronto, todo se detiene cuando lo veo del otro lado de la puerta, ahí estaba.
—Harry...
—Maddie...
No sabía qué hacer, por mi mente pasaban mil cosas, preguntarle por qué carajos no me había buscado, o decirle lo mucho que le había necesitado, decirle que los días sin él se habían vuelto grises y que no hubo un solo día en el que no pensara en él.
—Lo siento... —es lo primero que sale de mi boca—lo siento tanto. Harry.
Mi fragilidad gana la batalla y el nudo en mi garganta ya había provocado que mis mejillas se empaparan en lágrimas. No hago más que agradecer cuando sus brazos ya me sostienen fuerte contra su pecho.
—Ya estoy aquí —susurra, reconfortándome por completo.
***
—Lo siento —sonreímos cuando nos disculpamos a la misma vez.
—Yo lo lamento —digo cabizbaja—nunca debí tratarte así, nunca debí creer nada.
—Te escribí una canción. —Harry parece ignorar por completo mis palabras, era como si hubiese dejado ese tema atrás.
—¿Qué? —sonrío.
—Sé que suena... Tedioso, pero, pasé tantas noches pensando en ti, que lo único que pude hacer es escribir una canción.
—¡No! —exclamo mientras tomo su mano—nunca nadie había hecho eso para mí, quiero oírla.
—Bien. —suspira algo nervioso.
Harry toma la vieja guitarra que yacía en la esquina de mi habitación, toca unas cuantas notas y carraspea un poco para afinar, noto su nerviosismo cuando pasa saliva un par de veces y como relamía sus labios una y otra vez.
"I'm not a perfect person
There's many things I wish I didn't do"Escucharlo cantar se había vuelto ahora una de mis cosas favoritas, la forma en la que tocaba cada nota y cantaba cada verso era como ver el atardecer por primera vez en tu vida, lo hacía con tanta pasión que te sorprendería verlo.
Su canción, era una manera tan única de disculparse y decirme que sería mejor, que yo era la razón por la que él sería alguien mejor, y eso me había levantado de muchas maneras.
—Antes de que digas algo... —dice Harry mientras toma mi mano—quiero decirte algo que... Que había callado por mucho tiempo.
Tenía miedo de lo que podía decirme, por mi mente pasaban tantas cosas posibles que podía decir, pero solo espero a que vuelva a mirarme.
—Maddie, estoy enamorado de ti... —veo a Harry fijamente mientras noto como una lágrima se desborda por su mejilla—quiero que estés en mi vida. Hubo momentos en los que pensé que yo te ayudaría a salir del hoyo, que yo te ayudaría a sanar, pero me equivoqué, eres tú quien me ayuda a ser mejor, tu eres mi milagro, Maddie. Yo te necesito a ti. Me enamoré de ti desde el día en que entraste a ese bar con ese horrible gorro, Maddison.
Río por inercia cuando lo escucho, mis mejillas ya estaban empapadas al igual que las de él.
—Maddie, te amo. ¿lo entiendes? ¡te amo! —sus manos sujetan mi rostro mientras nuestras frentes se unen.
Me amaba, Harry me amaba. Por un segundo creí que iba morir cuando lo escucho, pero no lo hago.
—También te amo, Harry. Te he amado desde el día que te imaginé, desde que supe que no iba poder sacarte de mi mente nunca.
Entonces sucede, sentir de nuevo sus labios de alguna manera había sanado todo, sentirlo cerca de nuevo había reconfortado todo, lo había reparado todo.
Quizá ahora aún no sabía a dónde ir, pero sí sabía dónde quedarme.