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Unos días después el álbum estuvo listo para ser lanzado. Y así fue.

—Bueno, es oficial, Jazz ya está a la venta— nos anunció Jim.

—¡Si!— celebró Luna, se levantó de su asiento y elevó ambas manos lo más arriba que pudo, estirando todo su cuerpo —¡A celebrar, señores!

—El álbum solo salió a la venta, necesitamos esperar la reacción del público para realmente celebrar— la tranquilizó Brian.

—Si el álbum tiene éxito o no, lo verán después, pero por ahora su trabajo de meses ha sido publicado y merece ser reconocido.

Luna tenía un punto, era un buen día por nuestro logro y no tenía nada de malo celebrarlo, pero no podríamos hacerlo, pues desde que Freddie llegó se notaba muy pálido, tal vez se sentía mal de nuevo.

—Si, si. Luna tiene razón— la apoyó Roger.

—No tenemos tiempo para eso. Mejor empecemos a trabajar en el próximo álbum— agregó Freddie con seriedad.

—¿Qué? Aún no hemos acabado con Jazz, tenemos que dar entrevistas— alegó Rog.

—Así es, está semana tienen tres, por cierto— intervino Jim —Creo que es demasiado pronto para empezar con un nuevo álbum— Sí que lo era.

—Vamos, Freddie. Relájate un poco. El descanso es igual de importante que el trabajo— le dijo Luna —Además, en verdad estás muy pálido ¿Seguro que te sientes bien?

—Ya les dije que sí. Y no tenemos tiempo que perder.

—No te creo— lo retó la chica.

—No me interesa si me crees o no— como respuesta la chica lo miró retadora.

—Les propongo algo; ustedes se preparan para las entrevistas o descasan, ustedes deciden— nos dijo a Roger, a Brian y a mi —Freddie, ve a tu casa a descansar y cuando te sientas mejor discuten lo del próximo álbum. Así nos da tiempo de ver la reacción del público con Jazz y por último celebramos.

Otra vez nos mandaba y decidía sobre nosotros.

—No quiero descansar— se negó Freddie.

—En serio, viejo, te ves mal. Ve a descansar— le dijo Roger.

—¡No quiero!

—Si tengo que llevarte a rastras hasta tu casa, lo haré— lo amenazó Luna.

—Bien...— Fred aceptó resignado —Llama a mi chófer— le indicó a Luna. Y cuando éste llegó, se marcharon hacia su casa.

Los que restamos nos quedamos en el estudio.

—Bueno, si quieren marcharse está bien. Estaremos en contacto, para las entrevistas y las locuras de Freddie... Supongo— nos dijo Jim.

Parecía que ninguno de los tres quería volver a casa. No sabía las razones por las que ni Roger ni Brian querían volver, pero por mi parte, no lo hice porque Verónica aún seguía enojada conmigo por no llevarla a la cena de Freddie y no quería seguir discutiendo con ella.

Ese día fue aburrido, me recosté en un sofá de la sala de ensayos e intenté relajarme un poco. Me quedé dormido.

Cuando desperté tenía un montón de cosas encima, evité moverme para no tirar nada.

—¡Roger!— grité

—¡Buenas días, Deacy!— me respondió sonriente.

—¿Qué me pusiste encima?

—Todo lo que pude.

—Ahora, quitamelo.

—Con qué así se ve un joven casado y con hijos ¿eh? Si... No lo prefiero.

En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora