12

28 13 27
                                    

A la mañana siguiente, Verónica me despertó.

—Tienes una llamada de Brian— me dijo.

—¿Qué quiere?

—Respondele— me dió mi teléfono y yo respondí

—¿Qué sucede?

—¡No puedo creer que sigas durmiendo, Deacon!

—Podría hacerlo si dejas de molestar, ¿qué quieres?

—¡Te estamos esperando desde hace una maldita hora!

—¿Qué?— despegue el celular de mi cara y miré la hora; era la una con cuarenta y cinco de la tarde. Suspiré —Lo siento, voy para allá. No tardo.

Rápidamente me duche, me arreglé, tomé una manzana del frutero y salí corriendo al estudio.

La acera del edificio es angosta, un metro antes de llegar al pavimento se encuentra una larga baranda. Tenemos la costumbre de dejar los autos al inicio de la baranda y después el valet parking se encarga de llevarlos al estacionamiento. Aquella tarde al bajar de mi auto, me encontré con Luna recargada sobre la baranda, era tarde y me sentía apenado por mi retraso, así que me acerque a ella e intenté disculparme:

—Hola, Luna— La saludé, ella me miró y me sonrió.

—Hola, John— en sus manos llevaba un vaso de café, en plena tarde de abril.

—Lamento llegar tan tarde...

—Descuida, de hecho, yo no sé cómo pueden estar en pie después de lo de anoche— Eso me sorprendió, creí que me regañaría, cómo una vez le hizo a Freddie.

—Respecto a eso yo quería felicitarte por tu presentación— le dije.

—¿Te gustó?— asentí con mi cabeza. Ella continuó mirándome y poco a poco esbozó una enorme sonrisa, a la vez que su rostro adquirió un tono rojizo.

—¡Oh por...!— dijo ella mientras se agachó por debajo del tubo de la baranda.

—¿Es tan sorprendente que diga algo como eso?— pregunté divertido por las expresiones de la chica, aunque, se veía muy tierna en realidad.

—No, es que... Significa mucho para mí que tú me digas que te gustó una interpretación mía— me respondió después de incorporarse.

—¿Ah sí? ¿Por qué?— estaba confundido ¿Para ella era importante mi opinión? Cómo respuesta, su cara se puso más roja y de nuevo se agachó. Reconocí eso de inmediato, me recordó a mí, y me pareció aún más gracioso —Mejor no me contestes— corregí poniendo fin a su vergüenza.

—Gracias— me respondió ella entre risas nerviosas.

—Vayamos adentro antes de que Brian enfurezca más.

Entramos al edificio y subimos hasta el noveno piso donde se encontraban las oficinas, incluída la de Jim. Llegamos y todos tomamos asiento.

—¿Estoy en problemas?— preguntó Luna irrumpiendo un silencio incómodo.

—Todo lo contrario— le respondió Brian.

—Ayer nos sorprendiste— intervino Jim —Tenías esa voz bien guardada.

—Eh... A veces yo... me dejo llevar...— de nuevo se veía nerviosa —Y por cierto... ¿Ustedes no notaron que la gente enloqueció cuando apenas salimos al escenario? Eso fue extraño.

—¿Por qué lo dices?— preguntó Rog.

—Porque no te emocionas por ver a una completa extraña en el escenario..

En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora