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—¿Alguien quiere ir por un trago?— preguntó Roger al terminar la jornada.

—Ah... ¿Quieres ir a un karaoke?— le ofreció la Lunna.

—¿Habrá alcohol?

—Obviamente.

—Entonces si.

—¿Vienen? ¿John? ¿Bri?— nos ofreció también.

—Ah... Si... ¿Por qué no?— aceptó Brian.

—Eh... No lo sé...— yo estaba inseguro.

—Vamos, John— me insistió Roger —Solo por un rato...— me miró inclinando su cabeza hacia abajo, con su mirada hacia arriba y haciendo pucheros en su boca. Más que tierno se veía gracioso.

—Solo aceptaré por esa cara— le dije divertido, al fin y al cabo, aún no quería llegar a casa a lidiar con Verónica y sus aventuras.

—¡Excelente!

Salimos del estudio y nos montamos en los autos, Lunna y Brian iban al frente en el carro de él y Roger y yo íbamos detrás de ellos en mi auto.

Lunna nos guió hasta la enorme casa color hueso en la que vivía. Realmente es grande, tal vez más que la de Freddie. El sujeto que parecía príncipe, Connor Rose, estaba ahí. También Alex Shriver, un chico de tez caucasica amarillenta, un poco más alto y ancho de Rog, nariz afilada, pómulos sobresalientes, rubio. Seguramente llamaba la misma atención de las chicas que mi amigo. Y por último, estaba Kevin O'Connell, un chico grande y ancho de piel oscura, su nariz y labios prominentes resaltaban en su rostro.

Todos ellos nos dieron una cálida bienvenida, nos ofrecieron bocadillos, bebidas, con lo que Roger fue feliz, y la noche de karaoke empezó. A comparación de las fiestas a las que Freddie me tenía acostumbrado, esa fue muy tranquila.

En el televisor se transmitía la letra y pista de la canción elegida mientras que los presentes se turnaban para pasar al centro e interpretar su canción; algunas fueron graciosas, otras tristes, otras ridículas, pero al final fue un ambiente agradable. En esos momentos descubrí que Alex, Connor y Kevin, sabían cantar tan bien como Roger, Lunna y Brian. Eran un grupo de artistas.

Disfruté del mini evento olvidando la noción del tiempo. Cuando miré el reloj, éste indicó las dos de la mañana, era muy tarde y otra vez tendría problemas con Verónica.

—Ya es tarde— anuncié —Creo que será mejor que me...

—¡Oh! ¿Quieren quedarse?— nos ofreció Lunna. Estaba cansado por el día y no me apeteció dormir en el suelo, pero...

—¡Yo sí!— saltó Roger con bastante alcohol en su organismo.

—¿No es molestia?— preguntó Brian.

—¡Para nada! De hecho, yo me siento mejor con más compañía.

—Está bien.

—¿John?— me miró.

No quería dormir en el suelo, pero tampoco quería llegar a casa y esperar al menos otras dos horas, tiempo que Verónica tomaría para discutir conmigo, para dormir. El día siguiente tendría suficiente tiempo para regañarme, además creí que no importa mucho si llegaba a las dos o a las ocho.

Me convenía quedarme ahí y lo hice. Para mí sorpresa, cuando teníamos el karaoke fuimos a la parte de arriba de la casa, donde al final de las escaleras se extendía un gran pasillo que doblaba en L para continuar más adelante. Lunna nos condujo a la tercera puerta que encontramos siguiendo el pasillo.

En esa habitación había tres literas en fila, a un costado de la entrada se encontraba un ropero incrustado en la pared y frente a las camas, un bonito tocador perfectamente ordenado.

—Elijan la que quieran— nos indicó Lunna. Se refirió a las camas —Excepto la de abajo en medio— y luego salió de la habitación.

Bueno, al final de todo no terminé durmiendo en el piso. Pero, ¿por qué tenían tantas camas? Me quedé en la primera alcoba que encontré desde la entrada, Roger tomó la de arriba de mi y Brian se quedó en la parte de abajo de la tercera litera.

Lunna volvió y a cada uno nos entregó una playera blanca y un pantalón holgado a modo de pijama. Iba mucho mejor de lo que me esperaba. Ella de nuevo salió, pero está vez lo hizo, por una puerta que estaba finalizando el ropero, técnicamente en medio de las primeras literas, no había notado que estaba ahí. También me tardé en notar la obra artística en la pared, de no ser porque Roger...

—¡Wow!— exclamó.

En la pared frente a las camas, detrás del tocador se extiende un mural impresionante. A modo de fondo tiene combinación de una gran variedad de tonos en azules oscuros representando un anochecer, sobre él, tiene varias figuras y patrones en otros colores, cómo verde, rosa y morado. De entre todas esas figuras destacan varios hexágonos cristalinos de diferentes colores que se repiten en varios tamaños por todo el mural. También hay algunas partes donde solo permanece el fondo, no posee figuras, pero supuse que así era la obra. Se veía muy bien. Excelente vista para antes de dormir.

—¡¿Qué hay?!— saludó Kevin distrayéndome del muro. Llevaba puesta ropa holgada, casi como la que Lunna nos había dado —¿Les gustó el karaoke?

—Fue divertido— asintió mi rubio amigo.

—Por ahora fue algo tranquilo, esperemos que después podamos hacer algo mejor. Qué bueno que nos acompañaron— sonrió —¡Oh! Lunna no les ha dado mantas— observó —Iré por ellas— y volvió a salir.
No tardó mucho en volver con varias cobijas en sus manos, nos repartió una a cada uno y nos metimos en ellas.

—El baño es esa puerta de ahí— señaló en medio de las literas, dónde Lunna había salido —Por si lo necesitan.

—Gracias— dijo Brian.

Seguido de esto, Kevin también se arropó, en la cama de en medio, pero creí que había olvidado apagar la luz del cuarto, hasta que Lunna entró por la puerta principal con otro montón de mantas.

—¡Ah, me ganaste!— le dijo a Kevin al vernos ya arropados. Ahora ella llevaba su pijama puesta. —Bueno, aquí hay más por si necesitan— las dejó sobre la litera de arriba de Kevin.

—¿Qué vas a hacer mañana en la mañana?— le preguntó él a la pequeña.

—Voy a trabajar, Hiro me pidió que lo cubriera... Espero que no les moleste, estaré ocupada medio día— con eso último se dirigió a nosotros.

—No hay problema— respondió Roger.

—Excelente.

Kevin le extendió los brazos a la chica, abrió y cerró sus manos en señal de acercarse, pero ella se abalanzó contra él metiéndose en su cama. Él la abrazó y la cobijó con su manta, se aferró a ella, quedando muy juntos el uno del otro.

Parecían una pareja, por cómo se tomaban y porque había otras dos camas disponibles y forzosamente Lunna se había metido con Kevin. Tal vez ella había iniciado una relación con él aunque era extraño, ¿dónde estaba su esposo? ¿No iba a molestarse por encontrar a su esposa así con otro hombre? Hasta ese momento noté que no había señales del sujeto. Como sea, ese no era mi asunto.

No sé cómo las luces se apagaron, pero eso fue lo que necesitaba para poder cerrar mis ojos y quedarme profundamente dormido.

En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora