Capítulo 35: Eatans

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No puedo describir el confort que mi casa y mis hijos me proporcionan. Después del extenuante tour y el problema con Robert, me concentré en descansar por algunos días.

Inevitablemente, tuve que volver a la vida de antes, aunque no fue como siempre; Robert insistió en que podía volver solo a casa y después de asegurarme de que sabía la ruta a la perfección, se lo permití.

Estuve alerta con él, a diario le preguntaba sí seguían molestandolo y me dijo que el sucesor de su bully sí, pero según él, lo tenía todo bajo control. En un principio me rehusé a creerle pero, se veía tranquilo y sin maltratos aparentes, por lo que no tuve más que confiar en él.

Por un buen tiempo estuve faltó de inspiración que ni siquiera escuchar a Freddie y sus locas ideas me motivaron a escribir. No hasta que lo ví retomar su vida de diversión; volvió a consumir, aunque de una manera mucho más moderada y constantemente visitábamos clubes dónde un segundo lo veía bailando a mi lado y al siguiente iba detrás de un completo extraño. No era difícil adivinar el propósito de su aislamiento y por eso me sacaba de mis casillas; parecía que no había aprendido nada, sí un hombre cumplía con sus espectativas, mordía el polvo y simplemente se marchaba y, de nueva cuenta, me dejaba atrás con los zoquetes de Lunna y Roger diciendo tonterías como sí nadie pudiera escucharlos.

En la mansión de Kevin, las rutinas se hicieron evidentes y las memoricé involuntariamente; los primeros en iniciar el día eran los asiáticos con su cafetería, luego Connor preparaba el desayuno con el noticiero como soundtrack. Sí Alex, Kevin, Lunna o nosotros no teníamos labores que requirieran estar fuera de casa a esas horas de la mañana, nos reuníamos para almorzar.

Al principio no pasaba muchas noches ahí pero cuando Veronica me ahogaba con sus absurdas demandas como: "Duchate antes de entrar a la cama" "Espalda recta" "No pongas los codos en la mesa" "Tapa la pasta dental" "No andes desnudo" "Suelta tus gases en el baño" "No comas tanto" "Arregla tu camisa" "No le grites al televisor" "Ve a misa cada domingo" "Agradece a Dios cada día", preferí pasar mis noches con murales espectaculares antes de dormir.

Así pude ver más de su relación que cada vez parecía más extraña; Lunna y Kevin eran como hermanos, compartían y hablaban de todo, todo, las citas de Kevin, los periodos de Lunna, quién era más guapo o sexy, sus próximos proyectos… No sé cómo podían tener tanta confianza entre ellos, yo no la tenía, ni siquiera con mi hermana o Verónica.

Entre Connor y ella, la relación era distinta, parecía estar llena de nostalgia, pero en perfecta sincronía, se conocían tan bien que uno sabía lo que el otro quería y viceversa.

Con Alex era un poco más normal la relación de amigos, dónde ella fungía cómo modelo para maquillajes y peinados de él. Lo que me recuerda, el día que me enteré de ello, Roger no perdió el tiempo:

—¿Por qué tú puedes tocar su cabello?— le reclamó el baterista al maquillista.

—Privilegios de amistad longeva… la conozco desde los seis años, eventualmente me dejó hacerlo.

—¿Cuando me dejará a mí?

—Ni idea… Es más fácil tocarle el trasero que su cabello, pero no lo tomes personal, a nadie le da ese permiso, solo a Kevin, Connor y a mí y aún así tenemos tiempo limitado.

Cada vez la misión de Roger por acariciar la blanquecina cabellera parecía más lejana.

Aquella época fue de los corazones rotos; Taylor, tenía un gran embrollo con sus antiguas novias, cuándo estás se encontraron por casualidad; May, era un misterio, desde que supe que había terminado con Chrissie, no lo ví con nadie más; Mercury, bueno, el iba de puerta en puerta, buscando más diversión que amor; Kevin, desilucionado con cada cita que tenía; yo, manteniéndome lo más alejado de mi esposa que la prudencia me permitió; y Lunna, parecía estar bien, hasta que una mañana en el estudio real me la encontré en la acera, platicamos por unos minutos, pero luego desvío su vista hacía la acera de enfrente, allí iba pasando el hombre que supuestamente era su esposo. Intentó aparentar normalidad pero no resistió e inevitablemente terminó sacando su dolor en una efervescente canción cuando el descanso y la privacidad se lo permitió.

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