En Tus Ojos

Capítulo 51: Rock in Rio

El año estaba siendo tremendamente agitado, con muchas emociones y sorpresas que aún puedo relatar, a ellas se anexó nuestra participación en el Rock In Río V, durante unos meses viví en la ignorancia del evento, pero cuando menos lo imaginé habíamos abordado el yate hacia el otro lado del mundo.

No me convenció viajar junto a la dictadora pero quería que mis hijos tuvieran unas vacaciones en diferentes aires, además ellos insistían en que querían verme trabajar.

Otra fiesta donde las máximas expresiones de la música nos reunimos, celebridades por todos lados, aquellos a los que admiro y los que dejan mucho que desear juntos por dos largas semanas. Por fortuna estábamos distribuidos en varios hoteles.

La primera tarde fue de instalación y bienvenida; los niños se encargaron de comprobar la calidad de los colchones de la habitación doble, recorrieron hasta el último rincón del cuarto explorando los artículos con los que podían jugar. Mientras tanto Verónica y yo nos duchamos y nos alistamos para cortesía del hotel.

Una encantadora cena con los platillos típicos de Río y shows combinados con karaoke fueron la bienvenida. Muy amena y entretenida la probadita de Brasil, aunque no lo suficiente como para mantener a los niños quietos, Verónica optó por llevarlos a la piscina mientras que yo decidí cambiarme a la mesa de mis amigos y disfrutar del karaoke al que Fred y Roger no tardaron en participar ni Alex, quién viajó con Lunna, en comunicar que los había anotado a la peliblanca y a él en la lista para tomar el micrófono.

Tan casuales como el calor permitió y sin perder el estilo, los seis reíamos en completa paz hasta que fue el turno del par mágico de apoderarse del escenario.

Alex con guitarra en brazos me sorprendió cantando en el idioma natal, no era común escucharlo cantar, jamás lo había visto con una guitarra y no me hubiera imaginado que sabría portugués. Dejando mi asombro, admito que la canción era bella, nunca supe que decía en realidad, pero él tenía una hechizante sonrisa en sus labios y sus ojos brillaban como cuando mis hijos veían los helados dobles del centro comercial. Y volví a quedarme boquiabierto cuando Lunna le respondió en el mismo idioma segundos después.

-¿No es bella?- suspiró Brian a mi lado.

-Lo es- le concedí.

-¡¿Cómo dices?!- se exaltó. Lo miré confundido a sus emociones, ya estaba acostumbrado a sus cambios de humor pero no habían sido tan repentinos -Estoy hablando de Lunna.

-Yo de la canción...- obvie cambiando mi atención al escenario. Ni siquiera había notado que la que robaba los suspiros del ruloso llevaba un vestido azul como el cielo, con una corona de flores azules adornando su insípido cabello.

La infantil, enana, inmadura, que podía comerme cuando estuviera hambrienta traía babeando al hombre más alto, perfeccionista y amargado de los cuatro. Era tan patética esa combinación que no entraba en mi cabeza, pero tampoco imaginé que del otro lado de la mesa había otro suspirando también.

Tantos artistas en tan pocos días, cualquiera diría que llegar dos semanas antes nos daría el tiempo suficiente para prepararnos, pero de alguna forma el reloj se las arregla para traicionar en tu propia cara.

Tan solo nos concedieron dos horas para hacer el soundcheck y darle una vuelta rápida a las canciones. Depende a quien se le pregunte, puede ser aburrido o fascinante buscar el mejor sonido, para mí es interesante, un poco de atención e imaginación y llegan sutiles sonidos que lo son todo, que son la huella de Queen, mi huella. Pero también es tremendamente desesperante cuando no encuentro esa huella. Para Roger, estuviera o no ese sonido era muy tedioso y lo escuchaba gritar y gruñir cada cinco minutos.

Me gustaba la idea de que mis hijos, y especialmente Verónica, estuvieran ahí para mostrarles que mi trabajo no era del todo divertido, no era simplemente salir con mis amigos a hacer música, implicaba mucho más que eso. Sin embargo, Lunna arruinó mis planes de aburrir a los niños: