Capítulo 53: La cosita loca llamada amor

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Aiko lloraba inconsolable con el cuerpo de Lunna en sus manos, gritó desolada por ayuda hacía el médico quien apareció después de varios segundos. Alguien se colocó delante de mí cubriendo mi campo visual, me hablaba, pero no escuché lo que dijo.

Francamente, no sé cómo salí de ahí. El siguiente recuerdo que tengo es que me encontraba en la ducha mirando como el agua abandonaba el piso por la tubería de desagüe. A pesar de que nadie me había golpeado ni estaba herido, el agua que pasó por mi cuerpo terminó por pintarse de escarlata.

Restregué todo mi cuerpo como sí pudiese lavar lo sucedido, tratando de volver el tiempo atrás donde no estuviera en completa soledad, vistiendo la ropa de Alex ni con la traición de mi mente que me llevó a repasar una y otra y otra vez los sonidos e imágenes que apuñalaban mi corazón tantas veces como se repetían. Hasta que volví del limbo en el que me metí y en mí retumbó: "¡Lunna está muerta!"

En mi carrera escaleras abajo, me encontré con Yoriko que llevaba una taza de café en sus manos.

—¡John!— me llamó. Creo que ambos nos llevamos la misma sorpresa por encontrarnos de ese modo. —¿Cómo te sientes?

—¡Lunna! Ella... está...—  me estaba conteniendo para no soltarme en llanto.

—Está bien—me interrumpió, dulcemente me tomó del brazo y me llevó a la habitación de Lu. —Solo necesita descansar... Al igual que tú. Te traje esto— me señaló la taza —bébelo e intenta dormir un poco.

—Los demás…— era un mar de nervios, agobio y preocupación al que se le sumó la impotencia y clara confusión. Pensaba en todo excepto en dormir.

—No te preocupes por ellos. Ahora solo duerme…

Fastidiado o no, no iba a discutir con una eatan, menos cuando no estaba en mis cinco sentidos; tomé el café y me metí en la cama, esperando a que ella me dejara solo, pero no pasó mucho tiempo después cuando mis párpados pesaron inmensidades hasta que, luchar contra ellos fue inútil y caí rendido.

Mis pesadillas rondaron en los sonidos de los muebles rotos y los cuerpos tendidos en el suelo, fue como volver a vivirlo. Solo un estruendo, un crash fue capaz de devolverme al mundo real.

—¡Arriba, perezoso!— Roger había hecho sonar un platillo en la habitación.

—¿Qué...?— mi cabeza estrellandose contra la estructura metálica de la litera de arriba hizo eco con el crash de Roger.

—¡Ya despierta!— el rubio articuló con dificultad por su carcajada tendida —¿Dónde te metiste ayer? No contestaste mis mensajes, después de que se canceló el ensayo creí que podía invitarte a comer, pero...

—¡¿Ayer?! ¿Se canceló el ensayo?

—Ah... Si... ¿Qué sucede contigo?

 ¿Ayer? Pues ¿cuánto había dormido? Y, ¿qué sucedía con él? ¿Por qué no estaba preocupado por..?

—¡¿Y Lunna?!— salté.

—Creo que otra vez no durmió aquí, Connor dijo que no tardaba en llegar.

—¿Cómo dices?— Había tantas cosas que no entendía. El mundo se movía en un paso mucho más rápido que el mío o tal vez él no estaba enterado de lo ocurrido.

—Solo date prisa, Bello durmiente— con los ojos en blanco, Roger me desaprobó y me dejó en completa soledad.

El agua en mi cara no fue suficiente para hacerme entender, pero lo fue para hacerme despertar.

Me encontré con las miradas extrañas y molestas de mis amigos cuando entré al estudio pero no por los motivos correctos.

—¿Disfrutaste de tu día libre, cariño?— Freddie me preguntó sarcástico al momento que puso el bajo en mi pecho de mala gana.

En Tus OjosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora