Capítulo 38: Mentiras

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El amanecer estuvo lleno de paz, Connor y Alex salieron a sus trabajos, los japoneses en su cafetería y Kevin nos dejó ser el público de su clase.

Para la hora de la comida, Connor regresó y nos preparó un típico platillo inglés, la comida local no es su fuerte, pero aún así tiene buen sazón. Cuando terminamos nuestros alimentos, Lunna bajó las escaleras y se metió directamente en el cuarto de máquinas.

—Creí que dormirías por días— bromeó Kevin.

—Es el medio tiempo— le respondió. 

Al salir de esa habitación, se dirigió al consultorio con Hiroki detrás de ella. Pocos minutos después volvió con una taza en sus manos para meterse en la cocina.

—Te ves mejor.

—Me siento mejor— respondió sonriente acercándose a la mesa, tomó asiento en una de las sillas alrededor y nos miró —¡Ay, mierda...!— susurró y colocó sus manos en su cien.

—Eh... Bueno... Connor y yo... iremos a ver la hora... en el Bigbang— vaciló Kevin antes de tomar a Connor y empujarlo a la cocina para darnos privacidad.

Entre los cuatro nos miramos en un silencio incómodo, en esa sala solo se escuchaba el andar del reloj y lo único que se movían eran nuestros ojos, fijándose de una persona en otra, hasta que Lunna frunció sus labios y se encogió de hombros.

—Ni siquiera sé qué decir... Lamento haberles mentido y engañado en… un par de cosas, pero no podía presentarme como "Hey, soy Lunna y soy una eatan", jamás me hubieran aceptado y hubiera sido peor, pero les juro que no por eso dejó de ser yo. Y yo no... no sé qué decir... Díganme algo...— suplicó.

Realmente yo tampoco supe que decir, solo deseaba que todo fuera una enorme mentira, que Lunna fuera Lunna, la misma niña molesta de siempre, no un monstruo que en cualquier momento podría asesinarme.

—¿Por qué me salvaste?— solté después de que ninguno de mis amigos hablara.

—¡No te iba a dejar morir!

—¿Vas a matarnos...?— irrumpió Rog en un hilo de voz.

—¡No! Yo no soy de ese tipo... No voy a hacerles daño. Solo... sigo siendo la misma de antes.

—¿Qué hay sobre los padres de Brian?— cuestionó Fred.

—¡Si! A propósito...— Kevin salió desde la cocina delatando su espionaje. Plantó ambas manos sobre la mesa y miró fijamente hacía la peliblanca —¿Mataste a los padres de Brian? Ruth y Harold May.

—¿Era lo que me preguntabas ayer?— le respondió ella poniéndose de pie y dirigiéndose hacía la sala, volvió segundos después con el portátil en sus manos.

—¡Si! ¿Qué sabes sobre ellos?

Ella lo ignoró y en su lugar se concentró en la laptop que tenía enfrente. Tecleó varias veces sobre éste hasta que sus ojos se fijaron en la pantalla. En su rostro no se vio más que confusión.

—¿Qué…?— Kevin pidió una explicación —¿Qué?— ella continuó sin responder —¡Por favor, Lunna, dime qué no lo hiciste!— le gritó restregando sus manos contra su rostro.

—¡No! No lo hice— Kevin, Fred, Roger y yo soltamos un sonoro suspiro sincronizado —pero hay algo que no me gusta...— agregó pensativa —¿Wild les dijo que yo lo había hecho?— Los cuatro afirmamos con la cabeza provocando que ella resoplara. —Así los puso en mi contra— susurró.

—Así es Hugh, ya lo sabes— le recordó Kevin.

—Lo sé…— guardó silencio pensativa —Entonces… tocará investigar...

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