Singto se sorprendió cuando entró en su apartamento, era hermoso, pero de la manera en que era Krist esperaba ver lujosas pieles y mármol, pero en cambio vio pisos de madera bajo la gran alfombra y electrodomésticos de acero inoxidable en la cocina con obras de arte originales en las paredes del pasillo. Él más jóven caminó a su cocina y sacó un galón de helado que luego sirvió en dos pequeñas copas con un par cucharas.
-Oh -Singto alcanzó el tazón -El sabor pistacho es mi favorito, gracias.
Krist se rió entre dientes y comió su postre. - El helado es mi placer.
Los dos se quedaron en la cocina por unos momentos comiendo su postre frío y disfrutando de la presencia del otro. Krist solo pudo contar un puñado de veces en las que tenía a alguien en su apartamento, mucho menos en su cocina. De vez en cuando Singto lo miraba y lo miraba comer.
Cuando terminaron con su helado, se sentaron en el sofá de la sala de estar. Los ojos de Singto se detuvieron en su cuerpo por un momento antes de volver a esos grandes ojos marrones, notó pequeñas cosas en él, como los hoyuelos en las mejillas y la forma de los hombros.
-No me canso de mirarte, eres demasiado hermoso. Me alegro de que hayas aceptado la cita.
Krist lo miró bajo sus espesas pestañas y ese hombre le dio escalofríos por la columna vertebral de una buena manera. -Preguntaste un par de veces y sabía que no podía posponerlo por mucho tiempo.
Singto sonrió al chico bonito -Bueno, espero que la hayas pasado bien.
Krist asintió y le devolvió sonrisa. - Lo hice, me divertí bastante y la cena estuvo deliciosa.
-Quiero conocerte más, veo que te gusta la pintura, tal vez podríamos ir a un museo o algo así.
Krist se sintió halagado de que él observara las pinturas que estaban en el pasillo. Sabía que debería volver a dedicarse al arte, pero perdió esa pasión después de la ruptura con Krittanai.
-Una segunda cita significaría que tendría que confiar en ti, así que quiero que seas honesto conmigo. ¿Has matado a alguien? preguntó Krist.
Singto lo pensó unos minutos le gustaba muchísimo y quería seguir viéndolo así que optó por decir algunas verdades.
-Sí, lo he hecho - contestó sin titubeos y asintiendo con la cabeza a su vez.-¿Cuántos?
-Dejé de contar, en mi negocio no conozco a mucha gente agradable, pero llevo un registro de los nombres.
-Conozco el sentimiento. -Krist suspiró.
Al menos lo entendía sobre la base de los negocios. Ninguno de los dos podría ser demasiado cuidadoso con quién entraban en contacto.
La mano de Singto le rozó la parte inferior del muslo. Y este sintió que la humedad se acumulaba en su pequeña tanga rojo cuanto más lo tocaba.
-Entonces eres un jefe de la mafia por lo que he podido notar, toda esa seguridad a tu alrededor en cualquier lugar público -dijo ignorando el toque.
-Sí, lo soy, soy un hombre hecho. - respondió con confianza, buscó en el rostro de Krist un cambio de expresión, pero no la hubo.
Krist trató de mantener la compostura aunque se sentía nervioso. -¿Hace cuánto tiempo?
-Se cumplen aproximadamente quince que estoy en esto y cumpliré treinta y ocho el año que viene.
Krist siempre tuvo debilidad por los hombres mayores y sabía que este lo jodería.
-¿Eso te asusta? - preguntó Singto
Y Krist sacudió su cabeza. -Ya nada me asusta mucho..
Singto, asintió. -Me gusta esa cualidad en una persona, alguien que no le teme a algo que no es tan normal.
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𝘔𝘢𝘧𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘉𝘢𝘯𝘨𝘬𝘰𝘬 ˢᵏ
Fiksi PenggemarKrist comenzó un negocio de escort por cuenta propia y tuvo éxito, ahora vive cómodamente, sin tener la necesidad de un proxeneta que se quede con sus beneficios. Un día por azares del destino en una de sus citas Krist conoce a Singto Prachaya, pero...