La joven llamada Marie asintió con la cabeza y señaló hacia Krist quien estaba visiblemente sorprendido.
-Él piensa que nuestros precios son demasiado altos.
Singto le sonrió a Krist desde el otro lado del mostrador. -¡Oh! ¿De verdad?
-No sabía que trabajabas aquí. -dijo cruzando los brazos.
-Soy el dueño. Marie lo atenderé desde ahora -Singto se inclinó hacia la niña y le dio un beso en la mejilla. -Entonces dime ¿Por qué le estás haciendo pasar un mal rato a mi sobrina?
-No sabía que ella era tu sobrina.
-Bien, ahora ya lo sabes. -Luego lo miró fijamente y lo estudió.
Krist se mordió un poco la lengua. -Me gustaría recibir lo que pedí por favor, tengo un día ocupado.
-¿Haciendo qué?
-En el trabajo.
-¿Y dónde trabajas?
Los ojos de Krist se movieron. -Eso no es asunto tuyo.
Singto se percató de los rostros frustrados de otros clientes que esperaban en la fila.
-Bien. ¿Qué tal si te doy la comida gratis y nos sentamos para hablar un rato?
Krist apretó la correa de su bolso en su hombro, podía haberse ido del lugar, pero asintió, tenía curiosidad de lo que quería decirle ese hombre molesto.
Los dos se sentaron en la parte trasera de la panadería junto a una ventana, Krist pudo ver a dos hombres vestidos con ropa casual negra cerca de un auto rojo lujoso, asumiendo que era de Singto, algo le parecía mal.
Singto tomó un sorbo de café y apoyó los brazos en la mesa.
-Entonces, ¿Qué tal si te invito a salir algún día?
-No. -respondió severamente.
-¿Por qué no?
-No tengo citas.
Hubo un silencio incómodo por unos minutos
-Sé que tu nombre no es realmente Arthit. -Singto dijo con voz suave. -¿Cuál es?
Krist lo miró sorprendido, pensando como diablos lo sabía, pero ese hombre conocía mucha gente, como dueño de un restaurante más una panadería pudo haber investigado con cualquier persona... - demonios -murmuró entre dientes y decidió hablar con la verdad sin saber porqué -Es... es Krist.
-Krist - Singto repitió le gustaba la forma en que sonaba su nombre en su boca. -¿Por qué no me dejas llevarte? Tuviste una cita con mi amigo Prem la otra noche. ¿Verdad?
-Eso es diferente -Krist bebió un sorbo de su café que ya se le estaba enfriando y trató de no mirar a Singto demasiado a la cara.
-¿Por qué?
-Simplemente lo es, -Colocó el muffin empacado en su bolso. -de cualquier manera me tengo que ir.
Singto le agarró del antebrazo antes de que pudiera levantarse de la mesa. - No tan rápido chico.
Krist lo miró, ligeramente sorprendido mientras su otra mano permanecía en su bolso agarrando su spray de pimienta.
-Suéltame ¿Qué quieres? -No le gustaba cuando los hombres estaban demasiado ansiosos y mucho menos, por eso él siempre tenía la guardia alta.
-Espera -respondió sin soltarlo, aún sosteniendo su mano y acariciando el dorso de la misma. -Aquí, puedes guardar mi número y darme tú número de celular, llamarme si quieres programar tú mismo una cita para salir si estás libre o si necesitas alguna otra cosa.
Krist le dio una pequeña sonrisa, agarró el celular y guardo el número de Singto en el suyo -Ok, te veo - y salió lo más rápido del lugar.
Singto disfrutó viéndolo salir de la parte posterior de su panadería. Le encantaba ver la forma en que sus caderas se movían cuando caminaba. Veía que lo hacía con confianza y no era nada tímido, veía algo agradable en él. Sabía que llegaría al chico, no sería fácil, pero nada es fácil cuando vale la pena y él haría lo posible por conseguirlo.
Durante los días siguientes, Krist subió los precios por el dinero que perdió en su cita con Prem, imaginaba que él prefirió pagar su cuenta con Singto antes de que él hombre lo golpeara. Pero no le importó mucho porque al final de la semana sus ganancias estaban cerca de los cinco mil, pero todavía estaba molesto con Singto porque le había arruinado la noche, pero no podía permitir que eso afectara el resto de su día.
Krist de vez en cuando se tomaba descansos entre semanas ocupadas como esta y se regalaba un fin de semana en algún lugar, paseaba por algún lugar tranquilo, iba a museos o galerías de arte, pero esta semana estaba demasiado cansado para eso. A veces, solo quería pasar tiempo en su apartamento toda la semana, simplemente relajándose y poniéndose al día con las series de la televisión. Estaba agradecido de tener el lujo de quedarse en casa durante una semana por eso le agradaba la libertad de su profesión para hacerlo.
Estaba agradecido por las cosas que tenía, especialmente su apartamento, estaba bien ubicado donde quería, no muy lejos de todos los buenos restaurantes de lujo y otros lugares, pero sobre todo estaba cerca de su familia. Fue la primera gran compra que hizo y lo amuebló muy bien.
La sala de estar era de color beige, tenía una gran alfombra que cubría casi todo el piso y una mesa de café de vidrio frente al televisor de pantalla plana en la pared.
Habían dos dormitorios, pero el segundo lo usaba guardar la ropa especial, maquillaje, pelucas y espacio de almacenamiento adicional. La habitación también era útil para las sesiones de fotos donde posó para el sitio de acompañamiento.
Su dormitorio era su santuario se veía un poquito femenino, pero elegante. Tenía tonos beige, rosa pálido y algo de azul también. Nunca le gustaron las cosas femeninas hasta la universidad,por lo que sintió que se estaba compensando, no creía que algún accesorio personal o decoración fuera algo malo.
Pagó bastante cada por mes por el apartamento, pero al final valió la pena. Tenía una vista perfecta de la ciudad y le encantaba cada minuto, pero en días como este, extrañaba a su familia.
Decidió ir a la casa de su infancia, al llegar a la casa, su padre abrió la puerta y lo saludó. Su piel estaba arrugada por años de fumar y las largas horas que estuvo trabajando en el departamento de acueductos
-¿Cómo está mi niño? -dijo alegremente su padre.
Krist se inclinó y lo besó en la mejilla. -Estoy bien papá, solo te extrañé.
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𝘔𝘢𝘧𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘉𝘢𝘯𝘨𝘬𝘰𝘬 ˢᵏ
Fiksi PenggemarKrist comenzó un negocio de escort por cuenta propia y tuvo éxito, ahora vive cómodamente, sin tener la necesidad de un proxeneta que se quede con sus beneficios. Un día por azares del destino en una de sus citas Krist conoce a Singto Prachaya, pero...