Vuelo#72

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Mobei-jun observa a Shang Qinghua desde la distancia, a veces está demasiado cerca dejando que su mente quede en blanco con respecto a que hacer cuando el otro parece algo invaluable mientras le da su reporte, no quiere perderse de ningún detalle en los gestos que hace, desde morder ligeramente la punta del pincel hasta cuándo le sonríe de manera nerviosa.

- Mi rey, ¿me está escuchando?

Mobei-jun sale de su trance, y asiente ligeramente aunque no recuerda mucho lo que ha dicho solo dice que está de acuerdo con lo que sea que Shang Qinghua ha dicho.

Shang Qinghua por su parte parece un tanto frustrado al ver que no le ha prestado atención pero no sabe cómo sentirse cuando pareciera que su rey confía ciegamente en él.

- Volveré al campo de batalla, solo vine porque dijiste que esto era importante.

- ¿Eh? Si, eso era todo no tarde en volver mi rey - hace una reverencia y Mobei-jun se marcha a través del portal.

Shang Qinghua no hace más que suspirar al ver que el otro se ha marchado dejando una estela fría tras él.

Su hombre ideal, tan apuesto y tan inalcanzable...

Solo puede guardarse estos sentimientos para sí mismo, sabe que no tiene nada de bueno pensar mucho en ello, es mejor enfocar su mente en el trabajo. Cada vez que piensa en lo mucho que le gusta y ama a Mobei-jun le duele.

Mobei-jun es un rey ahora, desde luego un rey necesita una reina, habiendo muchas candidatas en el vasto mundo demoníaco, es de suponerse que pronto alguna de esas bellezas atraerá la atención de su rey.

Shang Qinghua no quiere ni mirarse al espejo, solo piensa que no es digno de esos sentimientos.

Ahora que su rey ha dejado el palacio a su cargo solo debe hacer su mejor esfuerzo y mantenerlo en orden.

Estos días en los que su rey no está son los más duros, se siente un tanto solo y desamparado entre extraños, aunque conoce estos demonios desde hace un tiempo ellos no confían tanto en él y solo le ven como "el humano", un ser inferior aunque Mobei-jun ha recalcado su utilidad promoviéndolo a un rango mayor no parece hacer mucha diferencia.

Shang Qinghua piensa que quizás no debería ser tan descarado y esperar algo como lo que rondan sus más locas fantasías.

Sería absurdo que su rey estuviera interesado en él.

Ha tenido un día muy largo de trabajo, para él, el día no termina cuando el sol se oculta, pero esta vez piensa en que debería darse un breve descanso, su cuerpo le pide algo de tregua.

Ahora que lo piensa debería darse un baño relajante, toda la tensión que lleva acumulada en sus hombros le está matando.

Shang Qinghua sabe que a estas horas ningún sirviente traerá agua tibia para él por lo que del pozo logra sacar algo más que una cubeta de agua y llevarla a su habitación que está temperada a su gusto, es cuestión de calentar un poco el agua con un talismán de fuego y ahora el agua está tibia.

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No es costumbre que el rey ronde el ala de los sirvientes, a estas horas nadie se percataría de su presencia cuando en su mayoría descansan, su razón para estar rondando por esta ala es solo una.

Aún trata de darle vueltas al extraño sentimiento que le provoca aquel humano cuando de manera inconsciente ha llegado justo frente a su habitación, está parado frente a la puerta sin hacer nada, nota que la luz está encendida por lo que Shang Qinghua debe estar trabajando a altas horas de la noche, luego escucha algo de ruido, suena como agua y entonces sus sentidos se agudizan cuando nota que la puerta está un poco entreabierta, siendo Shang Qinghua a veces tan descuidado no es de extrañar.

Como conquistar a un autor idiota y no morir en el procesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora