Vuelo # 126

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Los momentos de tensión como esto no es que no fueran habituales en su día a día. Shang Qinghua estaba acostumbrado a los demonios aun así no podía evitar temblar como una hoja al viento cuando lo solían intimidar con esas miradas frías y cuerpos grandes, estaba más que claro que él era un insecto que podrían aplastar en cualquier momento.

- Estás más nervioso de lo usual - le dice Shen Qingqiu viéndolo por encima de su abanico.

- ¿Cómo no voy a estarlo si hoy firman el tratado entre el imperio de Luo Binghe y el reino del este? La planificación de estos días me va a volver loco - se queja Shang Qinghua con algunos pergaminos en su haber.

- Deberías relajarte un poco, lo más difícil era que llegaran a un acuerdo y ya están a punto de lograrlo.

- Ay hermano Pepino, ¿Por qué pienso que a veces eres tan inocente cuando no tienes nada de "inocencia" en ti? - suspira Shang Qinghua y Shen Qingqiu le golpea con su abanico para adelantarse al gran salón donde se ha dispuesto una mesa muy larga para finalmente llevar a cabo el dichoso tratado.

Shen Qingqiu simplemente se ha vuelto alguien confiado al estar en los brazos del protagonista y bajo su protección, en cambio Shang Qinghua no deja de cuestionar todo y ser precavido cuando la muerte podría estar a la vuelta de la esquina, vamos que del halo del protagonista no le llega a él ni un poquito de su protección.

A lo largo de la mesa están los dirigentes de ambas facciones. En uno de los extremos está sentado Luo Binghe con Shen Qingqiu a su lado, su rey apoyándolo y por ende Shang Qinghua ahí asistiéndolo, del otro lado está la delegación del este.

Mientras charlan amistosamente sobre lo que podría terminar siendo el tratado antes de su firma, Shang Qinghua toma nota de todo que parece normal hasta ahora, quizás es algo paranoico, pero él más que nadie sabe qué hacer tratos con demonios siempre tiene sus riesgos.

Ya ha vigilado la comida del banquete, revisado los alrededores y tratado cientos de veces esperando no encontrar alguna trampa en papel.

Si todo sale bien debería ser firmado ahora.

Una última copa de vino es servida a todos, Shang Qinghua por mera inercia se la lleva a la boca para aguantarse luego de haber pasado un trago.

¡Ah mierda!

Sin pensarlo mucho golpea la mesa con su copa y se parte en dos dejando a todos perplejos y con las demás copas rotas y el vino desperdiciado.

Todas las miradas están sobre él, y Shang Qinghua no quiere dar realmente explicaciones por lo que acaba de hacer.

Sabe bien que estos demonios buscan iniciar alguna clase de conflicto, si antes de firmar el tratado hay algo que se los impide, está más que claro que no tendrán razones para firmar e iniciarán un conflicto de intereses con ellos, una vez firmado el tratado su palabra es ley, nadie debería contradecirlo con respecto a sus tradiciones y honor.

Los trucos sucios son de esperarse, pero nadie puede engañarlo a él.

- ¿Qinghua que fue eso? - la voz de Mobei-jun le hace tensarse. Todos lo están mirando, Shen Qingqiu le mira reprobatoriamente mientras seca sus túnicas mojadas por el alcohol y Luo Binghe parece que quiere arrancarle la cabeza.

- N-no pasa nada, es solo que... ¡Pido disculpas a todos! - comienza a hacer un par de reverencias exageradas - El vino estaba algo fuerte, se me subió de golpe a la cabeza y...

- Como sea- habla Luo Binghe interrumpiéndolo - No perdamos el tiempo.

Una nueva mesa es puesta en el lugar, se prefiere evitar el brindis por razones obvias, aunque nadie más llegó a probarlo.

Como conquistar a un autor idiota y no morir en el procesoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora