En medio de un frondoso bosque, una figura femenina envuelta en una capucha negra corría apresuradamente. El velo cubría gran parte de su rostro, dejando entrever unos labios gruesos que reflejaban una profunda tristeza. En sus brazos llevaba a un bebé de ojos verdes envuelto en una tela igualmente oscura. De repente, la escena dio un giro abrupto y el bebé quedó abandonado en el suelo, mientras una figura humana vestida de una capucha roja lo observaba atentamente. Una vez más, la escena cambió, mostrando un talismán azul idéntico a uno de los símbolos de la pintura de Antho.
Al despertar, Fugaz no recordaba las imágenes de su sueño. Sin darle mayor importancia, abrió las largas cortinas de su habitación para contemplar el hermoso paisaje de Zantenia. El reino se había levantado temprano para comenzar los preparativos de la festividad del rey mago, que se celebraría en tres días.
La mañana era perfecta, con un clima ideal para iniciar el día con productividad. Los pájaros cantaban melodías alegres que se mezclaban con el susurro de las hojas de los árboles, que lucían más verdes de lo habitual, invitando a la gente a reposar sobre ellos y a no despertar por un largo tiempo. La brisa era agradable y fresca, perfecta para cualquier actividad del día.
Fugaz, junto con el resto de la servidumbre, comenzó a decorar el castillo con figuras del escudo del reino hechas de diamante, que colgaban del techo. Flores de diversas clases se colocaron estratégicamente para que permanecieran en su lugar y lucieran radiantes hasta el día especial. Los espejos y los objetos de plata brillaban y reflejaban hasta el más mínimo detalle, gracias al excelente trabajo de las doncellas encargadas de limpiarlos. Cada rincón del castillo estaba impecable y ordenado.
Mientras Fugaz eliminaba el polvo de un par de cuadros, escuchó un ruido llamativo que atrajo su atención. Al acercarse, vio un adorno caído en el suelo y lo recogió. Era una pequeña réplica de un árbol plateado, hecho de diminutos diamantes.
Tomando una escalera cercana, Fugaz subió para colocar el adorno en su lugar, pero la repisa estaba tan alta que le resultaba difícil alcanzarla.
—No entiendo por qué no utilizas tus poderes para facilitarte la vida —comentó Mabel, observándola desde abajo.
—¡Mabel, hola! —respondió Fugaz mientras descendía con cuidado de la escalera—. No esperaba que regresaras tan pronto al castillo.
—Falta poco para la festividad, así que supuse que necesitarían más ayuda para terminar todo a tiempo.
Fugaz le regaló una cálida sonrisa en respuesta. Luego, una mujer delgada y de mirada seria se acercó a Mabel y le indicó qué hacer.
Fugaz continuó con su labor, reflexionando acerca del comentario de Mabel acerca de utilizar sus poderes. Sabía que podía usarlos para facilitar su trabajo, pero aún no había descubierto cómo activarlos. Le aterraba cerrar los ojos y concentrarse, temiendo perder el control y desatar un desastre. Por eso, decidió descartar la idea y seguir trabajando como cualquier otra persona.
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Reinos: El árbol de plata. (Completa)
Viễn tưởngFugaz, una joven bruja sin experiencia, que emprende un viaje al reino de Zantenia, con el propósito de una vida sin discriminación por ser quien es, entabla una linda amistad con Antho, el joven rey que fue capaz de predecir su llegada a través de...