Capítulo 29. 🏞️ El poder de Gala. 🏞️

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La puerta dorada, irradiando con una energía mágica deslumbrante, se abría lentamente, revelando un horizonte desconocido

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La puerta dorada, irradiando con una energía mágica deslumbrante, se abría lentamente, revelando un horizonte desconocido. Mientras Shalala continuaba inmerso en su enfrentamiento con Rielf, detuvo momentáneamente su hechizo al percibir el frasco oculto bajo el puño del mago oscuro. Con un movimiento preciso, utilizando su magia, Shalala se desplazó con gracia hacia Rielf y arrebató el frasco de su puño, examinándolo con detenimiento.

Los ojos de Shalala reflejaron reconocimiento al identificar el poder contenido en el frasco como perteneciente a Gala. Un atisbo de preocupación se filtró en su expresión, indicando que la situación era más grave de lo que Fugaz podía comprender.

—¡La mataste! —reaccionó Shalala con tristeza y preocupación. — Esto no te será perdonado por la líder. Esta vez, sí que estarás completamente condenado a ser enviado a la oscuridad eterna —dijo con un tono de voz cargado de condena.

Rielf, sabiendo que las palabras de Shalala eran una verdad incómoda, se sintió profundamente perturbado ante la mención de la oscuridad eterna. Intentó ocultar su inquietud, pero su rostro reflejaba un miedo aterrador ante la idea de enfrentar un destino tan desolador.

En un instante fugaz, confundida pero decidida, finalmente vislumbró la oportunidad que había estado anhelando para intervenir. Fugaz se acercó a Shalala con paso cauteloso, manteniendo una distancia prudente. Su mente bullía con determinación mientras evaluaba cada movimiento del enigmático individuo frente a ella.

—¿Eres amigo de Gala? —le interrogó con curiosidad.

—¿Es amiga tuya?

—Más o menos ya que no la conocí en vida sino que se me presentó su espíritu.

—¿Y?

—Gala, con su poder, protegía a Zantenia de esta niebla —señaló el envolvente velo de niebla a su alrededor para respaldar su afirmación—. Por eso mismo, te pido amablemente que nos entregues el frasco. No permitiremos que su poder caiga en manos equivocadas, te lo aseguro.

—No puedo hacer eso.

—¿Por qué no?

—No quiero meterme en problemas. Además, evadir la niebla es un delito.

—¿Un delito? ¿Cómo puede ser delito salvar a estas personas de un lugar que solo los conduce a la muerte?

—Esa niebla no es algo ordinario. Este reino debe haber hecho algo que no debían para merecer este castigo.

Fugaz frunció el ceño muy confundida.

—¿Acaso intentas decir que la niebla tiene vida?

Reinos: El árbol de plata. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora