La noticia de la predicación de las pinturas de Antho se difundió rápidamente por todo el castillo, y en cuanto sus padres del joven se enteraron, ordenaron la preparación de un gran banquete de bienvenida para Fugaz. Creían que sería una buena manera de evitar cualquier posible catástrofe que pudiera estar acercándose con su llegada.
Fugaz se sorprendió gratamente cuando se enteró de que se había preparado un banquete en su honor.
Los sirvientes y cocineros iban y venían, llevando platos exquisitos y decorando el gran comedor con elegancia. Mientras tanto, Fugaz se encontraba en su habitación arreglándose para la ocasión. Aunque no era alguien que se preocupara mucho por su apariencia, había tomado la decisión de vestirse de forma especial para este banquete. Se había puesto un vestido largo de un azul oscuro que resaltaba sus ojos y un collar de perlas blancas que su madre le había regalado. Aunque se sentía un poco incómoda con tantos adornos, sabía que era importante mostrar respeto y agradecimiento a los anfitriones.
Cuando Fugaz llegó al comedor, se sintió abrumada por la majestuosidad del lugar. La larga mesa estaba cubierta con una fina tela blanca y adornada con arreglos florales y candelabros de plata. Los invitados estaban sentados en sillas elegantes y vestidos con sus mejores galas. Aunque sintió un poco de envidia por ellos, se recordó a sí misma que había sido aceptada en ese lugar por lo que era, no por su vestimenta o posición social. Aunque se sintió un poco incómoda siendo el centro de atención y la envidia de la servidumbre, decidió seguir siendo ella misma y no preocuparse demasiado por ello. Sin embargo, se prometió a sí misma no ser una molestia para nadie.
Un hombre vestido humildemente, se puso de pie y llamó la atención de todos los presentes haciendo sonar una copa con una cuchara de metal. Todos los ojos se dirigieron a él mientras pronunciaba las primeras palabras de su discurso de bienvenida.
—Señorita Fugaz, mi nombre es Silver Magiura, y esta hermosa mujer es mi esposa, Luci Magiura —dijo cordialmente junto a una reverencia, señalando al mismo tiempo a una mujer que se encontraba a su lado—. En primer lugar, me gustaría aclarar que ni mi esposa ni yo somos los reyes de Zantenia. El rey es nuestro hijo, Antho Magiura.
Fugaz asintió con la cabeza en señal de entendimiento.
—Lo sé. Mi madre me explicó que en donde hay un reino, hay un gobernante —respondió con seguridad, intentando sonar lo más cortés posible.
A pesar de que le sorprendió que Antho resultara ser el rey con tan corta edad y no sus padres, Fugaz decidió no hacer ningún comentario al respecto, ya que no sabía cómo funciona este reino y qué costumbres eran aceptables o no.
Minutos más tarde, Antho se unió a la mesa con su corona finalmente en su cabeza, atrayendo la atención de todos hacia él. Fugaz se sintió humilde en su presencia y le dio una ligera reverencia, tal como le habían enseñado. Aunque Antho no consideraba necesario el gesto, siguió el protocolo y respondió con un movimiento de cabeza antes de sentarse en su puesto.
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Reinos: El árbol de plata. (Completa)
FantasyFugaz, una joven bruja sin experiencia, que emprende un viaje al reino de Zantenia, con el propósito de una vida sin discriminación por ser quien es, entabla una linda amistad con Antho, el joven rey que fue capaz de predecir su llegada a través de...