El ambiente se veía deprimente, el clima se tornaba cada vez más gris y sombrío. Desde el cielo, las persistentes gotas de lluvia caían como lágrimas de un cielo en duelo, mientras cientos de personas se agolpaban alrededor del árbol destrozado. Su esperanza yacía en el regreso del rey mago a Zantenia, anhelando que su presencia pudiera salvarlos de la oscura niebla que sabían que estaba por venir, una niebla que parecía simbolizar las incertidumbres que asediaban sus corazones.
En medio de esa multitud angustiada, cientos de cuervos se posaron alrededor de la caja en la que se encontraba el cuerpo sin vida de Fugaz. Tulipán, su pequeña amiga, permanecía junto a su sarcófago, aferrándose a la esperanza de que algún milagro ocurriera y devolviera la vida a su amiga. Sus ojos ya estaban rojos de tanto llorar por su pérdida. Sin embargo, en un instante de inesperada claridad, una idea audaz surgió en su mente: una idea que podría limpiar el nombre de Fugaz y cambiar la percepción que la gente tenía de ella, viéndola como si fuera la villana de la historia.
Deslizándose sin ser vista por sus hermanos ni por los soldados que custodiaban el lugar, Tulipán se movió con sigilo entre las sombras y tomó la decisión de apoderarse de las llaves que uno de los soldados llevaba consigo, asegurándose de que su acción pasara desapercibida.
Después de lograr apoderarse de la llave con éxito, emprendió una veloz carrera hacia el calabozo donde Cipriano permanecía encarcelado. Estaba completamente segura de que él era el único prisionero en ese lugar y albergaba la esperanza de que podría obtener información sumamente valiosa que le ayudaría a limpiar el nombre de su amiga.
—¿Eres amigo de Fugaz? —preguntó la pequeña al llegar, mostrando una ingenuidad que contrastaba con la gravedad de la situación.
—¿Es en serio? ¿Una niña va a interrogarme? —respondió Cipriano con burla evidente al percatarse de la presencia de Tulipán.
—Si me respondes a todas mis preguntas con sinceridad, te liberaré de aquí —declaró Tulipán, mostrándole las llaves y dibujando en su rostro una sonrisa traviesa.
—¿Son reales?
Para demostrar la autenticidad de las llaves, Tulipán abrió una de las puertas del calabozo.
Cipriano quedó sorprendido al comprobar que no estaba siendo engañado.
—Hagamos un intercambio, tú me das las llaves y yo te daré... —Cipriano pensó en algo que podría ofrecerle a una niña—... una muñeca.
—¡No! Si quieres las llaves, primero tendrás que responder a mis preguntas. Pero si no deseas cooperar, entonces devolveré las llaves al guardia.
—Vamos, niña, no estoy de humor para tus jueguitos. ¿Por qué habría de cooperar contigo si solo eras una pequeña niña? ¿Eso en que beneficiaría?
—Te ayudaría a evitar que te acusen de ser cómplice de Fugaz por ayudarla a destruir el Árbol de Plata. Una acusación que es completamente falsa, ya que Fugaz jamás haría algo como eso.
ESTÁS LEYENDO
Reinos: El árbol de plata. (Completa)
FantasyFugaz, una joven bruja sin experiencia, que emprende un viaje al reino de Zantenia, con el propósito de una vida sin discriminación por ser quien es, entabla una linda amistad con Antho, el joven rey que fue capaz de predecir su llegada a través de...