Fugaz, una joven bruja sin experiencia, que emprende un viaje al reino de Zantenia, con el propósito de una vida sin discriminación por ser quien es, entabla una linda amistad con Antho, el joven rey que fue capaz de predecir su llegada a través de...
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Después de visitar el orfanato en Ordion, Fugaz se emocionó al admirarlo como si fuera una niña pequeña. Aunque la señora Nery Suan no tenía mucho dinero, se había esforzado mucho para convertir el lugar en un verdadero hogar para los niños que no tenían uno propio.
Tenía un amplio patio para que todos los huérfanos pudieran divertirse, varias habitaciones con baños para cada niño y niña, un gran comedor donde podían comer y una escuela gratuita a la que asistían todas las mañanas para aprender. La escuela estaba al lado del orfanato, junto con muchas otras comodidades para que todos los huérfanos se sintieran cómodos en su hogar temporal.
—¿Le gustaría ir primero a la escuela para ver a los niños? —propuso la señora Nery a Fugaz—. Estoy segura de que Tulipán querrá mostrarte cada rincón del lugar.
—¡Por supuesto! —respondió Fugaz emocionada.
Detrás de unos arbustos saludables, Tulipán salió disparada hacía Fugaz para recibirla con un enorme abrazo y una sonrisa. La niña estaba muy contenta de que Fugaz había ido a visitarla y no quería soltarla.
—Viniste, te extrañe mucho —dijo emocionada la pequeña.
—Yo igual a ti, Tulipán —contestó Fugaz sonriente— Este es un lugar hermoso.
—¿Tulipán, no deberías estar ensayando para el musical en la escuela? —cuestionó la señora Nery con los brazos cruzados a la pequeña.
—¿Puedo ir a mostrarle todo el orfanato a Fugaz? Por favor, señora Nery, prometo ensayar todo lo que no ensaye hoy mañana —suplicó la pequeña con una carita que derretía a cualquiera.
—Está bien, pero con la promesa de que te va a portar muy bien —accedió la señora Nery.
Tulipán asintió y llevó a Fugaz al patio. Luego le mostró el enorme comedor, la cocina y finalmente su habitación. En la puerta, había un pequeño letrero de madera hecho a mano que decía: «Habitación de la princesa Tulipán».
Fugaz hizo una reverencia antes de entrar a la habitación. En un rincón, vio una pequeña fortaleza hecha de madera y tela que simulaba un castillo en miniatura. Dentro de la fortaleza, había un asiento de madera que intentaba parecer un trono real.
Tulipán comenzó a buscar entre unos de sus cajones, mientras que Fugaz pasó sus pupilas por toda la habitación. Había pájaros colgando del techo y diferentes animales hechos de madera artesanal que decoraban la habitación.
—Te nombró la princesa Fugaz —dijo Tulipán a Fugaz, colocandole una corona en la similar a la que llevaba en su cabeza, hecha de ramas delgadas con pequeñas flores blancas marchitas.
Fugaz le respondió con otra reverencia, al mismo tiempo que un gato blanco y negro que parecía usar un esmoquim salió de la fortaleza quitándose la pereza.