Al abrir los ojos, Fugaz se encontró en un Zantenia muy distinto. Todo estaba sumido en la oscuridad y una densa neblina dificultaba su visión. El aire estaba cargado de una extraña aura, como si estuviera impregnado de magia o alguna fuerza desconocida. ¿Acaso ya era demasiado tarde para hacer algo por Zantenia?
Cerca de ella, escuchó unos murmullos, los cuales se hicieron más audibles a medida que las personas, ignorando su presencia, se acercaban a ella. Lamentos y quejas resonaban en el aire, llenos de desesperanza y la sensación de ser tratados injustamente por la vida.
De repente, los murmullos cesaron y solo se escucharon pasos acompasados y una suave voz masculina que sonaba eufórica y cantarina.
—Estoy caminando por el bosque. No te acerques, o...
El tono de la voz cambió repentinamente, volviéndose amenazador, como si estuviera intentando infundir miedo en alguien. Fugaz se preguntó a quién podría estar dirigiéndose esa advertencia y por qué.
Luego, desde el otro lado de la neblina, una figura comenzó a emerger lentamente. Fugaz apenas podía distinguir los rasgos, pero pudo vislumbrar a una mujer envuelta en una capa larga y oscura. Su presencia irradiaba un aire de misterio y poder.
A medida que la neblina se disipaba, más pasos resonaron desde el otro lado y una segunda figura comenzó a tomar forma. Fugaz intuyó que la advertencia estaba dirigida a esa figura en particular.
—Estoy caminando por el bosque. No te acerques, o te cortaré la lengua y te sacaré los ojos —se escuchó nuevamente con una firmeza que helaba la sangre.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Fugaz al escuchar esa amenaza escalofriante. A pesar de no tener una comprensión completa de lo que estaba sucediendo, sabía que debía ser cautelosa y mantenerse alerta.
Después de un tiempo, Fugaz logró distinguir con mayor claridad las dos siluetas. La primera persona vestía una túnica roja tan intensa como la sangre, mientras que la segunda estaba ataviado con un traje de azul oscuro adornado con estrellas doradas. Ambas figuras Lucian largas túnicas con mangas amplias y una capucha que ocultaba por completo sus rostros. Además, sostenían altos bastones tallados con símbolos extraños que emitían un brillo misterioso.
Fugaz imaginó que eran magos debido a su vestimenta y a las descripciones que los zantenianos hacían en sus leyendas. Estuvo a punto de decirles algo, pero su intervención fue interrumpida por uno de ellos.
—¡Rielf, ya basta! No pretendo seguirte por el resto de mi vida —habló una voz femenina. Su voz era muy familiar a la de la persona con la que Fugaz había hablado en su breve sueño.
—Y yo no pretendo esconderme por el resto de mi vida —respondió Rielf, deteniéndose en un amplio espacio desprovisto de vegetación.
Cerca de donde Fugaz observaba, la maga golpeó su bastón contra el suelo con fuerza, sin percatarse de la presencia de ella, pues estaba completamente concentrada en terminar su misión de tener a Rielf.
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Reinos: El árbol de plata. (Completa)
ФэнтезиFugaz, una joven bruja sin experiencia, que emprende un viaje al reino de Zantenia, con el propósito de una vida sin discriminación por ser quien es, entabla una linda amistad con Antho, el joven rey que fue capaz de predecir su llegada a través de...