Capítulo 25. 🦯 La verdadera heroína de Zantenia. 🦯

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Fugaz abrió los ojos y se encontró sumida en completa oscuridad

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Fugaz abrió los ojos y se encontró sumida en completa oscuridad. Por un instante, creyó que la niebla había consumido por completo Zantenia o, peor aún, que había perdido la vista. Sin embargo, pronto notó que sus manos emanaban una luz suave, similar a la de las luciérnagas, lo que la llevó a comprender que estaba experimentando nuevamente aquel extraño sueño donde alguien intentaba transmitirle un mensaje crucial.

Oyó pasos aproximándose hacia ella y, a pesar del temor, decidió no huir, optando por escuchar a la figura misteriosa. Tal vez, lo que esta presencia tenía para decirle sería fundamental para salvar a Zantenia de la aterradora niebla.

Con el corazón latiendo con fuerza, Fugaz contuvo la respiración mientras la figura encapuchada avanzaba pausadamente hacia ella. Finalmente, cuando estuvo lo suficientemente cerca, una explosión de luz anaranjada reveló su rostro: era Gala, la maga a quien había visto en su extraño viaje al pasado tras tocar el árbol, la misma que había sido asesinada por Rielf.

—¡Hola, Fugaz! —saludó Gala con su rostro aún oculto bajo la capucha morada de su traje que resplandecía en la oscuridad—. Soy Gala, un ser mágico, o más precisamente, el alma de uno.

—Ya lo sospechaba —respondió Fugaz con cautela, no segura de si debía confiar en la misteriosa maga.

Gala se acercó un poco más hacia Fugaz.

—¡Escucha! Debes proteger mi poder de...

—¡No! —interrumpió Fugaz, manteniendo a Gala a cierta distancia—. Antes, necesito saber: ¿por qué peleabas con ese mago aquí en Zantenia? ¿Fuiste tú quien causó esta niebla?

—Primero, no deberías llamar a ese mago "rey".

—Ese no es asunto tuyo. Ahora, ¡habla! ¿Causaste la niebla o no?

—No fui yo. Ni siquiera me había percatado de la niebla a mi alrededor. Estaba tratando de detener a Rielf, hasta que él utilizó un extraño truco y mi propio ataque se volvió en mi contra.

—¿Detenerlo? ¿Por qué?

—Eso es lo que necesitaba discutir contigo. Cometiste un grave error al pedirle que regresara a Zantenia.

—¿Por qué dices eso?

—Mi misión antes de morir era detenerlo. Es un mago extremadamente peligroso y debía detenerlo lo antes posible. Pero, como viste, fracasé.

—¡¿En serio?!—Fugaz estaba aterrada. ¿Había, sin querer, condenado de nuevo a Zantenia a algo peligroso?—. No puedo entenderlo. Entonces, ¿por qué la niebla desapareció después de su enfrentamiento contigo?

—Fue gracias a mi poder. Después de vencerme e intentar apropiarse de él, lo atraparon. El frasco que contenía mi poder cayó y se rompió, refugiándose así en el Árbol de Plata. Y estoy muy segura de que Rielf ni siquiera se dio cuenta de eso.

Reinos: El árbol de plata. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora