Capítulo 41, alternativo 34

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Berlín, año 2011

Los meses pasaron con demasiada rapidez para Bill, el pequeño Jamie tenía ya 4 meses y se había acostumbrado a su nueva vida. Y también a Andreas, tenía que reconocerlo.

Habían decidido empezar desde cero de nuevo, criando entre los dos a su hijo y llevando una vida que jamás Bill se había esperado.

Para empezar, los primeros días mientras se recuperaba del parto Andreas tuvo unos días de baja por paternidad y se dedicó a cuidar de los dos en cuerpo y alma. Era quien se levantaba por la noche cuando el niño lloraba, se lo llevaba a la cocina para que no despertara a su otro padre y le daba el biberón y cambiaba el pañal antes de volver a meterlo en la cuna que habían llevado a su habitación para que estuviera al lado de Bill los primeros días.

Y por las mañanas le despertaba llevándole el desayuno en la cama que se tomaban juntos mientras hacían planes para ese día. Solían salir a dar un paseo con Jamie por el barrio y aprovechaban para hacer la compra.

Siempre tenían la despensa bien llena, con el nacimiento de Jamie eran muchas las visitas que recibían y les gustaba invitarlos a comer o cenar, con ayuda de la señora Roberts que les preparaba los mejores manjares.

Una de esas visitas aparte de ambos abuelos, era una joven pareja que se había mudado al apartamento de al lado y con la que habían congeniado muy bien. Se llamaban Peter y Scott, y esa noche les invitaron a cenar.

La señora Roberts una vez más se había esmerado con el menú y Peter bromeaba con contratarla para que cocinara para ellos también, porque él no sabía y Scott solía dejarse quemar siempre la comida.

—Suerte que vamos muchas veces a ver a mis padres y mi madre me preparara unos tuppers con comida para toda la semana—contó entre risas Peter.

—Te tenía que enseñar a cocinar y no malcriarte—apuntó Scott.

—Soy su único hijo, me tienen entre algodones—explicó Peter mirando a Andreas y Bill.

—Nosotros también somos hijos únicos y te aseguro que mi madre es como la tuya—dijo Andreas suspirando—La alegría que le dimos cuando le dije que iba a ser abuela, lo malo es que hemos tenido que trasladarnos a Berlín por mis estudios.

—James es todo un angelito—suspiró Scott mirando a Bill.

Llevaba un buen rato en silencio, escuchando la conversación como si no fuera con él. Y Scott lo había notado...

Siguieron comiendo y una vez llegada la hora del postre Bill se puso en pie y recogió los platos usados con ayuda de Scott que se había ofrecido, momento que aprovechó en la cocina para hablar con Bill.

— ¿Estás bien?

Bill asintió con la cabeza y siguió con el trabajo de meter los platos usados en el lavavajillas.

—Estás muy silencioso, como...si estuvieras triste—comentó Scott tratando de que se abriera—Puedes contarme lo que quieras, se me da muy escuchar.

—Estoy un poco cansado, en serio—murmuró Bill sonriendo con esfuerzo—Hoy Jamie estaba más revoltoso de lo habitual.

—Es normal, un niño da mucho trabajo y suerte que cuentas con Andreas—dijo Scott, aunque seguía pensando que había algo más—Es curioso, me he dado cuenta que tu lo llamas Jamie y Andreas siempre James.

Bill también lo había notado, parecía que Andreas no quería usar el diminutivo con el que llamaba al niño porque sabía que le traía recuerdos de una época que estaba obligado a olvidar, y usaba otro nombre para llamar a su hijo. Pero no le quería dar más importancia, habían prometido volver a empezar como si nada hubiera pasado.

Once in a lifetime (Je suis prest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora