Capítulo 29

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Al día siguiente se levanto algo más animado. Tras haber compartido su mayor secreto con su madre sabía que podía hablar con ella siempre que lo necesitara y no guardarse dentro ese dolor que le estaba destrozando.


Aún quedaba otro secreto por contar, y estaba buscando el mejor momento. Y tenía que ser cuanto antes, no podía estar más tiempo sin comprobar que el bebé estaba bien. Tenía que hacerse una ecografía y alguna prueba más, se notaba mareado algunas veces y esperaba que no fuera nada malo.

Ese día bajó a desayunar a la cocina. Se había vestido con unos vaqueros que a pesar de haber estado 5 meses en el pasado y volver con algún kilo de más por el embarazo, aún le valían. Se puso la camiseta más ancha que encontró, sabía que los avispados ojos de su madre podría notar su embarazo si usaba ropa más ajustada.

No quería que nada le delatase hasta encontrar las fuerzas para poder hablar.

—Buenos días—saludó entrando en la cocina.

Simone sonrió a su hijo como respuesta y le señaló la mesa para que sentara. Bill así lo hizo, comprobando que había preparado un copioso desayuno que dudaba que pudiera terminarse. Se notaba revuelto y solo le apetecía un poco de té con unas galletas. Y así se lo hizo saber a su madre.

— ¿No te sientes bien?—preguntó Simone preocupada.

—Creo que me cuesta adaptarme a la alimentación de esta época—contestó Bill sonriendo con esfuerzo.

— ¿Qué solías comer en...en Escocia?—preguntó Simone con mucho interés.

—Oh, algún conejo recién cazado—empezó a enumerar Bill sonriendo—Carne de jabalí, y mucho vino y cerveza. Pero procuraba no pasarme, te lo prometo.

—Es normal que te sientes mal por el cambio—dijo Simone cambiando su taza de café por otra de té—Date unos días, pero si sigues así te vienes un día conmigo al hospital y te hago un reconocimiento completo.

Bill asintió con la cabeza, era lo que harían en cuanto le hablase del hijo que llevaba dentro.

— ¿Puedo saber qué has hecho con diario de Claire?—preguntó de repente mirando a su madre.

—Lo guardé de nuevo en el desván—contestó Simone—No quería que se perdiera o le pasar algo en tu ausencia.

—Querría seguir leyéndolo—explicó Bill—Saber si habla de mí, o del destino de Thomas...

—Aún es pronto—dijo Simone con firmeza—Primero debes recuperarte del todo del viaje. Venga, tómate el té antes de que se enfríe.

Bill obedeció al momento, quería regresar al despacho de su padrastro para buscar en sus libros. Quizás tenía alguno más que se le hubiera pasado por alto, y si no daba con sus respuestas se metería en Internet y seguro que allí encontraba algo.

Pasó toda la mañana buscando en el despacho de Gordon, tenía cientos de libros pero no halló ninguno más que le hablara de Cullodem y empezaba a darse por vencido.

Lo dejó cuando se sintió de nuevo mareado y salió al jardín a que le diera un poco el aire.

Llevaba 3 días metido en casa sin salir ni ver a nadie. Tenía que volver a acostumbrarse a los sonidos de esa época, como a los coches que le asustaban cada vez que pasaban.

Echaba mucho de menos ir a caballo, escuchar sus relinchos o ir al establo a ver a Thomas trabajar con ellos con la ayuda de Ian. Echaba de menos ayudar a Claire en el hospital, o contestar a las curiosas preguntas de las gemelas...

Once in a lifetime (Je suis prest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora