Capítulo 59, alternativo 52

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Edimburgo, año 1764

Sentía mucho dejar a Bill, pero había asuntos que atender y con su idea de regresar a Lallybroch con su esposo, Thomas tenía que zanjar sus asuntos en Edimburgo antes de regresar a su hogar.

Lo había decidido esa mañana cuando se despertó con Bill plácidamente dormido en sus brazos, habían pasado 18 años separados y no quería volver a dejarle. Edimburgo no era un buen lugar para vivir, había sido arrestado varias veces por su contrabando de whisky y Bill se merecía un hogar donde vivir. Y que mejor que Lallybroch...aunque antes tenía que resolver unas cuestiones antes de partir.

La primera de ella era Fergus, no podía dejar al chico solo y sabía que en Lallybroch sería bien recibido. Viajaría con Bill y él, desde que le acogiera en su herrería se había comportado como un padre y no pensaba abandonarlo a su suerte.

La herrería podía dejarla en manos de Gustav y su familia. Antes de Fergus su ahijado Cameron le había estado ayudando y también Gustav. Sabía que podía contar con ellos, sería una manera de ganarse la vida más digna que el contrabando.

Y con esa idea en mente entró en la herrería. Fergus ya estaba levantado y cuidaba de los caballos allí alojados. Arrugó la frente al ver uno nuevo, le había dicho la tarde anterior que cerraban la herrería y no iba a aceptar ningún encargo nuevo.

— ¿Fergus?—llamó con tono serio.

El muchacho dejó enseguida lo que estaba haciendo y corrió al encuentro de su señor.

—Señor, pensé que no vendría a trabajar por la mañana—dijo Fergus sonriendo—Que querría más pasar tiempo con su...esposo.

—Fergus, no es asunto tuyo—riñó Thomas fulminando con la mirada al chico— ¿De quién es el pura sangre del establo?

Fergus tragó con esfuerzo, Thomas raras veces le hablaba en ese tono. Sabía que se había excedido al nombrar a su esposo con la sugerencia de que además de la noche compartida pasarían en cama el resto del día.

—Te dije que ayer cerraba la herrería—empezó a decir Thomas—No quiero encargos nuevos, no voy a tener tiempo...

—Lo siento mucho señor, pero...fue un caballero muy insistente—se explicó Fergus—Su caballo presentaba una herida en una pata y le habían hablado de sus habilidades, no quería dejarle en otras manos y al ver la herida del animal no pude negarme. Yo mismo me he encargado de limpiar su herida y aplicar los remedios que me enseñó. El caballero prometió pasarse por la mañana para pagar mis honorarios y hablar con usted.

Thomas no pudo seguir malhumorado con Fergus, tenía un buen corazón y amaba como él a los caballos. Si le hubiera pasado a él, también habría hecho todo lo posible para curar su herida sin pensar en nada más.

—Bueno, no pasa nada—dijo Thomas quitándole hierro al asunto—Vamos a ver esa herida, aunque estoy seguro que lo habrás hecho bien.

Fergus sonrió con orgullo y fueron al establo donde el pura sangre comía el heno fresco que Fergus le había puesto. Thomas examinó su herida, no era profunda y ya estaba cicatrizando. La limpió de nuevo y vendó para que no se infectara, felicitando a su joven ayudante por su buen trabajo.

—Fergus, tengo noticias que darte—dijo Thomas una vez terminado el trabajo—Regreso a mi hogar con mi esposo, y quiero que nos acompañes.

— ¿Irme de Edimburgo, señor?—murmuró Fergus— ¿Con usted?

—No hay nada que te retenga aquí y estás bajo mi protección—empezó a decir Thomas—Pero...si quieres quedarte, Madame Jeanne cuidará de ti o Gustav incluso. Le pediré que se quede al cargo de la herrería, puedes seguir alojándote aquí.

Once in a lifetime (Je suis prest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora