Capítulo 5

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Pero cuando abrió los ojos, seguía a lomos del caballo y recostado contra el fornido pecho de Thomas McKaulitz. Notaba su brazo sostenerle con firmeza para que no cayera, como su mano le cogía por la cadera, sintiendo su calor traspasar la fina tela de su camisón. Con los ojos cerrados, podía sentir como acariciaba su piel, haciéndole separar los labios y suspirar...

No pretendía hacerlo, pero en su mente se imaginó como sería acostarse con Thomas. Tenía que reconocer que era muy apuesto, y le trataba con mucho respeto.

Recostado contra él, podía notar cada músculo de su cuerpo contra su espalda. Se mantenía en forma, si trabajaba en las tierras sería lo normal.

¿Y como sería en la cama? Seguro que salvaje, como esa época. Con su aspecto, seguro que habrían pasado por su cama más de una mujer dispuesta a perder su virginidad con el apuesto guerrero.

¿Le gustarían también los hombres? Quien lo sabía, seguro que había reparado en su físico, llamaba la atención donde iba y era confundido por una mujer en más de una ocasión. Seguro que Thomas al verlo había pensado lo mismo que él, como sería gozar de su compañía en la cama. Y al descubrir que era en realidad un chico...seguiría pensando lo mismo. Seguro.

Suspiró de nuevo alejando esos pensamientos, no quería ponerse duro entre los brazos de Thomas y que lo notara él o el resto de sus compañeros de viaje.

Carraspeó y se incorporó lo justo para despegarse un poco, ya no llovía y su escasa ropa se había secado ya gracias al calor que emanaba del cuerpo del musculoso guerrero que le había cogido en brazos como si no pesara nada.

Ignoraba cuanto tiempo llevaban viajando, solo que le dolía todo el cuerpo por el viaje. Nunca antes había montado a caballo, y menos permanecido tanto tiempo sobre uno. Le dolía cada músculo de su cuerpo, y solo podía pensar en una cama blanda sobre la que descansar. Eso, y en un buen baño caliente. Oh, y también un masaje...

—¿Estás despierto?

La voz de Thomas le hizo pegar un bote, se había quedado perdido en sus pensamientos, se imaginaba ese masaje relajante que iba a desentumecer los músculos de su cuerpo...

— ¿En qué piensas?—preguntó Thomas de nuevo.

—En un masaje Pressel—contestó Bill suspirando.

— ¿Un qué?—preguntó Thomas arrugando la frente.

—Un masaje—repitió Bill— ¿Sabes lo que es?

—Si, pero no lo conozco con ese nombre que le has dado—se explicó Thomas.

— ¿No sabes lo que es un masaje Pressel?—preguntó asombrado Bill— ¿Pero tú en qué año vives?

—En 1746, el mismo año que tú—contestó Thomas sonriendo.

Bill maldijo por lo bajo, había hablado sin pensar y metido la para dos veces. Primera al nombrar un tipo de masaje que no era muy conocido en esa época y segundo al dar entender que él no era de esa época. Quería mantenerlo en secreto todo el tiempo posible hasta que averiguara qué había pasado y cómo podía volver a su época, 300 años después.

No quería hacer o decir nada que hiciera sospechar o que estaba loco o era una especia de brujo. En esa época, por nada te mandaban a la hoguera y no quería que fuera ese su destino.

— ¿Vas a explicarme lo que es un masaje Pressel?—insistió Thomas—Me has dejado con la intriga.

—Es...sirve para descargar la tensión acumulada—explicó Bill por encima—Relaja los músculos, y yo necesito uno tras este incómodo viaje.

Once in a lifetime (Je suis prest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora