Capítulo 43, alternativo 36

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Berlín, año 2015

Bill no podía creerse que Jamie cumpliera ya 4 años. El tiempo se había pasado volando, y ese hermoso bebé pelirrojo había dado paso a un hombrecito que no podía estarse quieto ni un segundo. Se pasaba todo el día tras él, acababa agotado y por las noches caía rendido en la cama.

Y a Andreas le pasaba lo mismo, tenía mucho trabajo en el hospital y cuando llegaba a casa solo le apetecía irse a la cama con Bill. Muchas veces se preguntaba donde había quedado el Andreas de antes que no podía estar más de una noche sin pensar en hacerle amor. Pero en esos momentos, se sentía tan cansado y mayor que ya ni se acordaba de la última vez que lo habían hecho.

Bien era cierto que le prometió cambiar y así lo había hecho. Se habían aguantado las ganas y cuando al fin Bill le permitió volver a tocarle, habían sido maravillosas las veces que habían yacido juntos.

Le había rogado tener un hijo juntos esa vez, no era que no adorara a James pues le consideraba hijo suyo aunque no lo era. Pero Bill se había negado, primero dándole la excusa de que James era muy pequeño aún y le daba mucho trabajo como para pensar en criar 2 hijos tan seguidos.

Luego que si el apartamento se quedaría pequeño y tendrían que irse a vivir a otra casa más grande con jardín, cosa que habían hecho a los 3 años de estar en Berlín.

Gracias a su sueldo y parte de su herencia que su apdre había insistido en entregarle, había podido comprar una pequeña casa familiar en las afueras de Berlín donde el pequeño James disfrutaba de tanto espacio para correr y hacer travesuras.

Pero el destino quiso que tras un estudio genético hecho en el hospital y del que se prestó voluntario para dar ejemplo a sus alumnos, descubriera que era esteril de nacimiento. Así que la idea de un hijo propio se esfumó en el viento.

Y fue un gran alivio para Bill, no se veía con fuerzas de tener un hijo con otro hombre que no fuera Thomas. Su recuerdo a pesar de los años pasados aún estaba fresco en su memoria y cada vez que su hijo le miraba y sonreía ampliamente.

A pesar de haberse mudado a las afueras, sus mejores amigos Peter y Scott seguían manteniendo el contacto. Solían hacerles numerosas visitas y esa noche por ejemplo habían preparado una barbacoa de la que disfrutaban en esos momentos.

—Por cierto, mis padres os mandan recuerdos—dijo Scott sirviéndose otra hamburguesa—Hablé con mi madre esta mañana y le comenté que nos habíais invitado a cenar.

—Hace mucho tiempo de la última visita—comentó Andras suspirando—Pero apenas tengo tiempo libre en el hospital, y me agrada mucho pasar las vacaciones en Inverness.

Bill sonrió al escucharlo. Habían quedado tan entusiasmados la primera vez que visitaron Inverness que decidieron volver siempre que pudieran, a pesar que cuando estaban allí Bill no podía evitar sentirse melancólico. Y Andreas lo había notando, pensando que lo que le pasaba era que sabiendo que su origen estaba en Escocia una parte de él quería vivir allí. Y él también empezaba a planteárselo, Berlín le empezaba a agobiar y no disfrutaba ya de su trabajo.

Esa noche tras despedirse de sus amigos y acostar a Jamie, Bill bajó a la cocina a echar una mano a Andreas con los platos.

— ¿Te has dado cuenta de que Peter está algo distante?—preguntó Bill de repente.

—Pues no, la verdad—murmuró Andreas mientras terminaba de cargar el lava vajillas.

—Yo si me he dado cuenta—empezó a decir Bill—Scott le ha pedido que le pasara el agua y Peter ni le ha mirado. Y también ha pasado lo mismo cuando le ha pedido otra cosa. ¿No te acuerdas de cuando los conocimos? No podían dejar de sonreír y mirarse. Ahora parecen dos completos extraños.

Once in a lifetime (Je suis prest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora