Ofrenda (Superbat)

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Bruce se movió nervioso por la habitación. Quería parecer tranquilo ante la inminente visita de Clark, pero no estaba consiguiendo nada de esa paz interna. Y se odiaba a sí mismo por eso. Intentó respirar un par de veces con tranquilidad, aspirando el olor del incienso que Alfred solía prender en su despacho, pero ni siquiera eso lo calmó, solo hizo que sus pulmones se llenaran del humo con olor a lavanda y frunció el ceño ante lo intenso que le pareció.

Se sentó en su silla giratoria y, como un niño pequeño, comenzó a girar mientras veía su sala convertirse en borrones frente a sus ojos. Cerró los ojos. Estaba pensando en ese odioso oso tejido disfrazado de Superman que había comprado solo porque un hombre lo embaucó y dijo que era el regalo perfecto para su omega ¡Su omega! Bruce ni siquiera tenía omega, era un alfa, uno soltero y disponible. Lo compró simplemente porque le recordó a Clark, tal vez en el sentido de querer regalarle algo al omega, tal vez porque en realidad Superman sí parecía un gran osito de peluche, tal vez porque era la ofrenda perfecta para cortejar un omega.

Mentiras.

Paró la silla. La voz de Alfred anunciando la llegada del Maestro Kent lo hizo perder de nuevo los nervios y, aunque dijo muy rápido pasa, no fue tan rápido para ocultar el osito que estaba encima de su mesa, solo lo empujó y lo dejó tirado en el suelo, pero allí Clark no lo iba a ver.

—Hey

—Hey

El saludo informal lo tranquilizó. Dejó que el omega mirara por toda la habitación con curiosidad y que algo de su aroma le llegara hasta la silla. Se levantó, quería el mismo tomar la mano de Clark y sentarlo, acomodarlo y ofrecerle mil cosas a la vez, pero solo estaban allí para hablar de trabajo, claro.

—Esto es agradable —Dijo Clark, mirando la chimenea que había encendido Alfred para que la habitación estuviera calentita cuando llegara.

—Lo es — Pero es más agradable cuando estás aquí

Se acercó demasiado, haciendo saltar un poco a Clark y que este girara para verlo demasiado cerca. Lo escuchó reír, como que si hubiera sido algo tonto y solo hubiese lugar para eso.

—Tu oficina me da más ganas de beber algo que de trabajar —Dijo como una idea que había cruzado de pronto su cabeza sin medir las consecuencias.

—Eso podemos arreglarlo.

—No, no era en serio.

—Muy tarde.

Bruce sonrió y Clark se sintió bien habiendo sacado algo así del alfa. Simplemente lo dejó moverse a donde fuera que iba a buscar algo de beber. Dio dos pasos atrás y siguió mirando alrededor.

El alfa tenía una especie de gusto por las cosas de madera y telas que parecían agradables al tacto, todo en un tono sombrío para su gusto, pero que le llamaba la atención. Miró el suelo, todo el lugar estaba cubierto por una alfombra que le daba pena hasta pisar, con un color que se mimetizaba con el ambiente y, más allá, hasta había un osito de peluche de color claro con, obviamente, su escudo bordado en un trajecito hecho a medida.

Espera, ¿qué?

Miró al alfa, que seguía perdido mirando la licorera y buscando una copa. Aprovechando su descuido, el omega se movió y recogió el osito del suelo, sonrió. Era una de esas tonterías con su logo que la gente compraba por alguna razón. Había visto a un hombre ofrecérselo porque dijo y argumentó: Era el regalo perfecto para darle de ofrenda a su alfa especial.

—Clark ¿quieres? —El alfa lo miró y casi le da un infarto allí mismo, Clark no se asustó, porque siguió escuchando los latidos del corazón de su amigo solo acelerarse cuando lo pilló en su acto curioso.

—¿Qué es esto? —preguntó lo obvio. Es decir, sabía qué era, pero quería saber porqué Bruce tendría algo así.

—Es, evidentemente, un oso —Bruce enarcó una ceja, como ignorando el tema del logo.

—Pero, ¿por qué tiene mi escudo? —Miró de nuevo al alfa.

—Porque es Superbear, es evidente, Clark.

El alfa se movió a su lado, dejó las copas en la mesa y la botella de Bailey encima. Su mano le arrebató el osito.

—Y es mío. — El omega solo lo miró un poco contrariado —. Bueno, en realidad, es para ti —Dijo rápidamente y se lo volvió a pasar. Que fuera rápida su ejecución —Lo vi y pensé en ti Se parece a ti, es decir —Quería que la tierra se lo tragara en ese mismo instante.

Clark lo tomó en su mano, ¿Bruce estaba intentando cortejarlo? Casi que quería reírse de la situación, pero eso sería muy feo de su parte.

—Gracias.

En realidad, él también había comprado uno pensando en Bruce, pero luego le dio vergüenza admitir que quería dárselo y que era un intento estúpido por cortejar al alfa. Además, comprar cosas de sí mismo le pareció demasiado extraño y terminó por guardarlo en el armario.

—Lo que sea.

Igual, Clark se movió, antes de que Bruce se arrepintiera, y lo besó, rápidamente, también para no poder arrepentirse de sus propios pensamientos.

De lo que pasó después, solo el fuego que calentaba la habitación esa noche puede dar testimonio.

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