Supresores (Superbat)

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Superman miró con terror como la policía arrestaba un grupo de omegas. Estaban sobre uno de los puntos de venta ilegales de supresores más grande de toda Metrópolis y que, por tanto, había llamado mucho la atención de las autoridades en las últimas semanas. Que se hubiera descubierto fue totalmente culpa suya y de sus compañeros en la Justicia. Ninguno parecía especialmente feliz con el asunto, pero no había nada que pudieran hacer ya.

Al principio, había pensado que se trataba de otro tipo de drogas, por eso había ayudado. Jamás se le hubiera ocurrido ayudar tan intensamente en la búsqueda de un lugar donde él y muchos de sus compañeros de género se surtían de aquel medicamento. Pero a nadie parecía importarle arreglar el asunto sobre la prohibición de los supresores y que los omegas se vieran en la obligación de pasar por el celo en un hospital donde ¡A saber qué cosas pasaban! Porque eras vulnerable, no tenías voz, estabas a merced de lo que los médicos pensaban que era más sano .

Nadie lograba entender lo que significaba ser un omega en celo en un mundo así. Por eso, la mayor parte de su vida, se había esmerado en proteger su segundo género con todos los medios que tenía, haciéndose pasar por un beta. Los supresores ilegales que pudo conseguir fueron una buena herramienta cuando el celo se acercaba, pero, causa de su propia ayuda a la Justicia, acababa de terminar con su único medio de anular el calor que lo asaltaba cada tres meses.

Ya no tenía ningún supresor, su último celo se los había llevado todos porque cada vez se hacían más fuertes. No estaba seguro si la razón fue su biología kryptoniana o el abuso de ellos desde que era, prácticamente, un adolescente. No importaba ya, necesitaba conseguir algunos porque su ciclo llegaría en cualquier momento.

Se sintió mal viajar hasta Gotham por ellos. Hasta cierto punto, le dio la sensación de ser un criminal en busca de problemas. Intentó pasar lo más desapercibido posible, pero, en las calles bajas, donde debería conseguir seguro aquello, era un poco difícil. En algún momento se perdió, tal vez, porque no debió pedir indicaciones a gente aleatoria o porque estaba desesperado porque su cuerpo comenzaba a sentirse pesado y su mente nublada.

Quizá fue una mala idea.

Terminó recostando su cabeza en un callejón. Mejor hubiera dejado que su celo lo golpeara en casa, lo más probable era que nadie se hubiera acercado o, en el peor de los casos, hubiera podido pasarla en un hospital para omegas sin unir. Pero ya era tarde. Su mente estaba tan perdida que podía escuchar a la gente gritar desesperada y huir. Quizá también debió correr, pero antes de que pudiera pensarlo, sintió como una sombra aterrizaba justo frente a él. Lo último que escuchó antes de desmayarse fue su nombre rebotar como un eco entre las paredes del callejón.

No sabía qué hora era cuando abrió los ojos. Todo a su alrededor le daba vueltas, le dolía la cabeza, sentía todo su cuerpo casi en llamas y adolorido por todas las cosas que lo rozaban. Estaba en la cúspide de esa sensibilidad molesta. Podía sentir su entrada incómodamente húmeda y casi que quería gemir en busca de un alfa que lo ayudará, pero apenas y podía enfocar la visión.

—¿Clark? —Escuchó su nombre alejado, rebotando, como que si estuviera atrapado en un tubo, cuando intentó levantar la mano, se desmayó nuevamente.

Cuando abrió los ojos de nuevo horas más tarde, el embotamiento había cesado un poco, aún así, la pesadez de su cuerpo seguía presente. Intentó mirar a su alrededor y esforzarse por saber dónde estaba. Tan solo podía distinguir muchas mantas, cojines y cortinas tapando la ventana, pero no acababa de distinguir el lugar. Se sentía tan cansado, sus ojos comenzaban a cerrarse porque su energía volvía a abandonar su cuerpo.

—¿Has despertado ya? —La voz ahora era más clara, pero seguía pareciendo lejana. Tan solo parpadeo, girando su cabeza a un lado y pudo distinguir al otro en la habitación. No lo conocía, pero a juzgar por todos los reportajes que había leído podía reconocerlo como Bruce Wayne, el alfa más deseado de Gotham. Casi que quiso gemir en su dirección en busca de ayuda.

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