Celos (Superbat)

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Bruce miró por el gran ventanal de su despacho. Abajo, una gran masa de periodistas rodeaba su edificio ansiosos por verlo salir. Sin embargo, no los culpaba, si fuera él un reportero, estaría deseoso por obtener las primeras palabras de sí mismo tras el escándalo que había causado y protagonizado anoche. Ni siquiera quería ver su bandeja de entrada, seguro que si abría los mensajes de sus redes sociales explotaría antes de que pudiera leer alguno.

Todo empezó de una forma muy estúpida. Recordaba haber tenido una conversación con Clark, en su identidad de Superman en la Atalaya, y, después, haberlo besado como si la vida le fuese en ello. Tras ese incidente, las cosas se habían vuelto muy intensas entre los dos y acabaron varias veces perturbando el silencio de la mansión con sus indecencias, para pesadumbre de los habitantes del lugar.

Clark para entonces, ya era su amigo, parte de su manada, pero, después de tanta intensidad, por supuesto que era ahora algo mucho más importante para él y, como líder de su manada y pareja del otro alfa, aunque aún no lo hubiera pedido, tenía que protegerlo de cualquier amenaza que se presentara.

Y sí, ver como un horda de omegas se paseaban ante su alfa dejando sus feromonas por su ropa era, en efecto, una amenaza de tipo uno de la que tenía que deshacerse.

Tal vez exageró un poco, eso dijo Clark. Por eso, dar una versión objetiva de los hechos era importante, para que quien quiera que lea la historia pudiera saber de primera mano que Bruce Wayne tenía razón de haber hecho lo que hizo.

Todo ocurrió la noche anterior. Llegó a su propia fiesta elegantemente tarde. Por supuesto que todas las miradas fueron inmediatamentes a él cuando entró en el salón, no se esperaba menos del alfa más deseado de todo Gotham. Algunas fotos aquí, comentarios allá y saludos falsos con sonrisas ensayadas se convirtieron en el ambiente del salón de fiesta. Bruce hacía su propio acto con gran profesionalidad, como siempre.

Después de un buen rato de ir y venir, sus ojos comenzaron a buscar a Clark. Lo había invitado especialmente a él porque siempre fue agradable tener a alguien familiar con un mínimo de neuronas, además, se sentía bien poder entenderse con alguien en lugares como ese donde solo reinaba las apariencias y los sentimientos falsos. Tras unos momentos de mucho buscar, lo encontró.

El alfa que iba con uno de sus mejores trajes, que bien había mandado a hacer Bruce a medida porque Clark no se merecía menos, estaba flanqueado por dos omegas. Al principio, no le importó demasiado, si él fuera un omega también se acercaría a alguien como él, además, en su traje de Superman era prácticamente el pan de día a día. Sin embargo, cuando pasó por el lado y pudo percibir toda la mezcla de feromonas que los dos omegas estaban poniendo en el ambiente, algo dentro de él le hizo rechinar los dientes.

Fue al otro lado del salón y tomó una copa. Su vista se fijó tranquilamente en Clark. Parecía incómodo, casi tanto como cuando Superman recibía alguna declaración y tenía que rechazarla con cortesía, Bruce conocía esa cara, la vio demasiadas veces. Hasta, sin ir más lejos, podía atreverse a decir que podía leer lo que sus labios estaban diciendo: no, gracias, creo que me tengo que ir.

Se bebió todo el contenido de su copa, aquello ya lo estaba molestando ¿En qué pensaba Clark que no los echaba ya? ¡Claro! Siempre tenía que ser tan cortés y tan amable con todo el mundo. Apretó la copa en su mano cuando lo vio moverse, pero uno de los omegas se hizo en medio de su camino para seguir diciendo quién sabe qué. Todo empeoró cuando el otro agarró del brazo a Su Alfa y este se movió incómodo hacia un lado.

Dejó la copa a un lado. Su lado más salvaje salió a flote de manera sutil en su olor y en su tensión. Atravesó el salón a paso firme, con el ceño fruncido, bajo la mirada de todos que habían detenido sus conversas para ver al alfa de la fiesta actuar de una manera particular.

Clark ni siquiera lo había visto venir, ni reaccionó cuando el otro alfa se cruzó en medio de los dos omegas y lo agarró de la corbata para jalarlo hacia adelante y darle un beso frente a todos los invitados. Un beso que estaría en la portada de muchas revistas al día siguiente con diferentes y pintorescos títulos sobre cómo dos alfas, uno de ellos Bruce Wayne, estaba en una relación de aquellas, algunos hasta tenían teorías sobre quién de los dos se iba a convertir en un delta ¡Ja!

Había sido estúpido. Fue un arranque de celos salvaje que no tendría que haber sucedido, pero esas cosas pasaban cuando hordas de omegas ¡Sí, maldición hordas! se abalanzaron con intenciones poco inocentes contra tu alfa. Y nadie le iba a quitar ese alfa a Bruce porque era ya suyo por derecho de dedicación, si es que eso existía.

En fin, tendría que dar una declaración oficial si no quería seguir con la prensa tras su trasero. Igual y desmontaba sus teorías sobre quién sería el delta, ya tenía una leve idea sobré quién iba a terminar mordiendo a quién.

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