Ojos de cachorro (Omega!Clark)

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Clark no estaba seguro de cómo había sobrevivido esas últimas semanas criando a un pequeño cachorro. La mayoría del tiempo no tenía la menor idea de lo que tenía que hacer y, el resto del tiempo, solo se sentía inseguro de cómo estaba llevando la situación. Al menos Lex, por alguna razón que le sonaba a culpa por ponerle ese problema a Clark, se estaba encargando de la economía del chico.

Pero eso no era suficiente. Aunque fuera un omega y Conner le obedeciera en todo, no se sentía como si estuviera haciendo un buen trabajo.

—¿Papá? —También estaba eso, el cachorro llamándolo papá por aquí y por allá haciéndolo sentir contrariado sobre su rol en esa interacción —¿Podemos llevar esto?

—No, ya es demasiado dulce —Agarró la caja de cereal de colores. Sentía que su refrigerador poco a poco iba dejando de lado las ensaladas y frutas para ser ocupado por pura comida azucarada poco saludable.

—Peeeeeeeeeeero

—Conner, es demasiado. Ya llevamos chocolatinas Y, además, aún hay pay en casa.

Posó suavemente su mano en la espalda del cachorro para seguir avanzando por el pasillo del supermercado.

—Peeeeeeeeeeero quieeeeeeeeeeero

Y Jesús. No podía cuando se ponía a canturrear de esa manera que quería algo.

—No.

—Porfavorporfavorporfavorporfavor —Clark cerró los ojos, sentía que los oídos le martilleaban ante tanta insistencia.

—He dicho que no.

—¿Por favor?

Abrió los ojos, solo para ver el cachorro frente a él, evitando que diera un paso más. Su cara estaba transformada en un puchero, su labio casi temblando, sus ojos casi llorando y, podría jurar, que eso era un lágrima traidora asomando por sus ojos. Además, sus manos juntas sobre su cara, en esa posición de ruego. Su omega interno se afligió ante los ojos de cachorrito que le estaba poniendo, no podía negarle nada a ese niño.

—Eso no funciona conmigo.

Le dio un pequeño zape en la frente, nada que fuera a lastimarlo. Suficiente para deshacerse del sentimiento de culpabilidad por no darle lo que quería.

—Peeeeeeeeeeeeeeeeeero..

Maldito seas, Alexander Joseph Luthor.

Sacó su móvil y le marcó al alfa. Que se lo aguantara él.

—Toma, molesta a tu padre.

Y cuando Conner pronunció el nuevo ciclo de por favores por el teléfono y escuchó a Lex gruñir al otro lado de la ciudad, sonrió victorioso.

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