Ronroneo Alfa (Superbat)

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Superman caminó por los pasillos de la Atalaya. Podía escuchar, desde donde estaba, el agua caer en las duchas de forma irregular. Afinó un poco más su oído, como si fuera eso posible y se dio cuenta, inmediatamente, que el corazón que latía a la distancia era el de Bruce. Sin embargo, aquello no fue lo único que captó, también pudo percibir una leve vibración en el ambiente, un ronroneo profundo y bastante bajo, Bruce estaba ronroneando.

Se detuvo inmediatamente en medio del pasillo. No había nadie más que ellos dos en el lugar y no quería que Batman supiera que estaba allí y lo había escuchado hacer eso. Era raro escuchar a un alfa ronronear, solo lo hacían frente a su pareja o sus cachorros o para autoconsolarse en momentos de estrés y depresión. Era obvio que la primera opción no era.

Se sintió un poco atrevido al haber escuchado algo tan íntimo como eso, sobre todo viniendo de alguien como él. Se iba a sentir miserable si supiera que Superman se había dado cuenta de ese pequeño asunto. Prefirió darse la vuelta y alejarse, aunque la preocupación dentro de él no se esfumó, más aún porque su omega interior se sintió terriblemente preocupado porque un alfa de su manada estuviera pasando un mal momento.

Pasó algún tiempo pensando en la manera con la que podría acercarse a Bruce sin ser muy invasivo. Tener que entrar en el territorio de un alfa tan cerrado era un problema, pero quería brindarle su apoyo y decirle que estaba allí por si necesitaba algo, aunque, estaba seguro que sería rechazado sin siquiera darse tiempo a explicar. Batman era así, siempre solo.

Sin embargo, tuvo su oportunidad de ofrecer su apoyo. Fue sin querer, una noche que sin avisar fue a la cueva por algo de ayuda.

Había estado investigando las conexiones de LuthorCorp con algunos negocios en Gotham, pero estaba seguro que Bruce sabría más sobre el asunto que él mismo. Así que se había presentado en la mansión y con el permiso de Alfred se dirigió a la cueva para hablar con el hombre.

Y lo volvió a escuchar.

Un leve sonido vibratorio, profundo y, hasta podría jurar, en tono triste. Su omega interior se acongojó de inmediato ante esa idea ¡Maldita sea! Él era un omega y Bruce, aunque no quisiera admitirlo, era parte de su manada y no estaba bien que se consolara a sí mismo de esa manera tan miserable cuando Clark estaba allí.

—¿Bruce?

En cuanto su voz resonó por la cueva, el sonido se apagó. Clark avanzó y terminó llegando donde estaba el alfa quien se había levantado en cuanto lo escuchó.

—¿Qué haces aquí? —Le preguntó de mala manera y Clark ni siquiera supo qué decir.

¿Tenía que contarle a lo que realmente iba? Porque ahora solo parecía correcto mencionar el gran elefante rosa en la cueva. Miró al alfa por un momento de una manera que pudo haberse leído como pena desde fuera, pero no eran más que sus propios sentimientos encontrados reflejándose en su vista.

—¿Qué haces aquí? —Repitió esta vez casi con un gruñido.

No quería imaginar ni de lejos que Clark lo había escuchado hacer eso ¡Qué tan bajo podría caer! Su vida era un espiral de la desgracia: Dick, su cachorro, se había ido porque no era lo suficientemente buen alfa para mantener su manada unida, Alfred parecía echarle la culpa cuando pasaba a su lado con esas miradas inquisitivas y Clark lo escuchaba ronronearse para no sentirse tan miserable y solo.

Porque estaba solo, todo por su propia culpa. No era un buen alfa, no era capaz de mantener nada, merecía toda ese sentimiento de culpa y desesperación.

—Lo siento —El omega no supo porqué se disculpó, pero apartó su mirada de Bruce intimidado. Su presencia, aunque no lo quisiera, seguía imponiéndose a su naturaleza omega —Yo solo

—Fuera de aquí.

—Bruce, no

—Lárgate de mi cueva ahora mismo.

Podía escuchar su corazón latir a toda velocidad y su respiración más fuerte chocar con la capucha que tenía puesta y hacer un sonido ahogado.

—No tienes que hacer esto solo, ¿sabes? —Ni siquiera estaba seguro de qué le pasaba ni con qué estaba brindando su ayuda, pero no importaba. Bruce merecía saber que tenía gente a la que le importaba —Si necesitas hablar o solo quedarte en silencio Puedes contar conmigo.

Bruce no dijo nada por un par de segundos. Después de echarle una mirada malhumorada al omega, se dio la vuelta y volvió a su silla a teclear. Clark no supo cómo tomar eso, ¿lo estaba echando? ¿estaba aceptando que le hiciera compañía?

Cualquiera que fuera la respuesta a esas preguntas, solo hizo lo que su instinto le dijo: Empujó de una de las sillas que había cerca y se sentó justo al lado de Bruce, se inclinó para dejar que su cabeza reposara en el hombro del alfa y le ronroneó, de esa manera íntima cuando alguien quería consolar a otro alguien.

Bruce detuvo su trabajo por un momento, pero también inclinó su cabeza solo para poder frotarse contra Clark y permitirse ronronear de gusto por primera vez en mucho tiempo.

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