Bozal (Superbat)

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—¿Lo tienes?

La voz de Bruce se escuchó como un eco en el pasillo por encima del sonido de las gotas que caían por la lluvia. Hacía frío, las luces tenues, que apenas y dejaban ver los rasgos de su rostro, daban una sensación escalofriante al lugar.

—La pregunta ofende, Brucie.

Bruce chasqueó la lengua. El sonido volvió a hacer eco en el fondo.

—Tú… —Un relámpago alumbró por un momento el pasillo desde la entrada. Los dos omegas que estaban allí miraron hacia la salida antes de que el ruidoso trueno se escuchara retumbar por el lugar. Bruce volvió a mirar a su interlocutor, como si nada hubiese pasado —Prometiste que lo atraparías. También que lo mantendrías en secreto.

—¿Y cuándo te he mentido?

Era verdad, en todos esos años de asociación, Luthor jamás le había mentido. Le consultó todo, le explicó cada uno de sus movimientos, escuchó a Bruce cuando dio alguna idea, jamás había dejado que su palabra u opinión se quedara por fuera o acallada, no como los alfas siempre habían hecho. Nunca supo porqué hizo aquello, no fueron exactamente amigos ni nada por el estilo, eran más bien socios y, estaba seguro, que esa confianza que se había desarrollado entre ambos fue impulsada por pertenecer a un mismo género oprimido.  También porque compartían los mismos deseos de acabar con la supremacía de los alfas y sus odiosas reglas sobre ellos.

Tal vez solo se comprendían porque habían vivido el mismo tipo de maltrato, la misma vida agobiante: Porque vio llorar a Lex bajo el yugo de su padre y Lex lo consoló cuando se aprovecharon de él solo por ser más débil cuando era un niño.

—Tú solo tienes que encargarte de que, una vez que entre a tus límites, nunca vuelva a salir de esa cueva tuya.

Claro, eso. Batman le prometió que su cueva sería la cárcel perfecta. No era tampoco un mentiroso.

—Está en el camión.

Se dio la vuelta, pero Lex lo agarró del brazo antes de que tuviera la oportunidad de irse.

—Solo una cosa más. Quiero disfrutar de algún que otro celo con él. No es una sugerencia, sigue siendo mío también— Bruce rodó los ojos, pero asintió.

De ellos, un alfa de ellos, para ellos y bajo su servicio, como todos esos años habían estado ellos para el servicio de los alfas.

Abrió los ojos. Su propia imagen como Batman reflejado en pantalla de la cueva lo hizo sentir poderoso. Él junto a Lex, finalmente, habían logrado sacar todo rastro de dominación alfa de las calles, desde los altos cargos en las empresas, pasando por los políticos que se creían superiores por la casta que la vida les había asignado y terminando con Superman, el último símbolo de una supremacía que ahora le pertenecía a los omegas. En manos de Lex y de Bruce, ese poder que habían conseguido, lo usarían para impedir que nadie volviera a abusar de ellos ni de ninguno de los de su género.

El lugar que ocupaban ahora se lo merecían.

Un jadeo desesperado junto a un tintineo de cadenas interrumpió el silencio de la cueva. Batman se dio la vuelta, solo para caminar por el lugar con paciencia hasta una cámara que había encontrado al fondo de su guarida.

Allí, atado al techo con cadenas, estaba Superman arrodillado en el frío suelo, con el traje maltrecho, aunque aún el símbolo de la casa El seguía pegado a su pecho con orgullo. Sus sonidos ininteligibles que produjo en cuanto lo vio fueron amortiguados por el bozal que Luthor le había puesto, parecía querer decir muchas cosas, pero Bruce había aprendido a leer su mirada hacía mucho, así que no necesitaba de ellas para saber lo que estaba pensando.

—Te lo dije. No podías seguir siendo Superman sin esperar que nada pasara.

Batman se lo advirtió: No quería alfas en las calles que hicieran sentir a los omegas en un estado inferior. Superman fue eso, una cosa superior a la que todos temían. Ya no más.

Clark jaló de las cadenas, Bruce sintió como todo retumbó y sonrió. Lex debió haberle aplicado una droga a base de kryptonita para mantenerlo calmado y su efecto debía de estar pasando. A Bruce le gustaban más los efectos secundarios a largo plazo, esos dolían más, eran difíciles de borrar y de huir de ellos, lo sabía por experiencia propia.

Caminó despacio hasta estar justo frente a él, inclinó un poco su rostro mirando con desprecio al alfa arrodillado justo allí bajo sus pies. Clark tuvo que tirar de sí mismo hacia atrás para poder mirar, desde su posición arrodillada, el rostro de Batman sobre el suyo, emanando altanería. Batman se quedó en silencio, pensando. La idea de tenerlo drogado estaba bien, pero él prefería tenerlo consciente, alerta a todo lo que pasaba, pero indefenso. Clark indefenso le provocaba una excitación que no podía explicar.

Tal vez fue porque su lado omega siempre se vio menguado por el alfa o porque realmente tener a un símbolo como Superman bajo su poder le daba cierto regocijo. Quizá fue pensar que tenía en sus manos ahora todo el poder alfa que siempre había deseado tener.

—Pero también recuerdo haberte dicho que sabía controlar todo lo que intentaba escaparse de mis planes.

Dijo finalmente, acabando la oración que había dejado a medias, como que si no hubiese cortado su monólogo de pronto. Clark lo miró con enojo cuando este acarició su frente, se movió con molestia para no tener que tocarlo.

—No seas así, Clark. Vamos a pasar mucho tiempo juntos y deberías mantenerme contento.

Su mano se movió hacia su bolsillo, sacó un collar con incrustaciones de piedra azul que hizo jadear al kryptoniano.

—Lex y yo descubrimos que… si juegas un poco con la kryptonita, puedes obtener cosas interesantes.

A pesar de los movimientos de Clark, Batman se las ingenió para poder poner el collar y asegurárselo.

—No te hace daño, pero… Así ya no eres más un poderoso kryptoniano… Solo humano, como nosotros ¿No fue lo que siempre deseaste? Me lo dijiste ese día en la fiesta ¿Recuerdas? ‘Qué bonito sería solo ser un humano sin tanta responsabilidad’. Pues, de nada, Clark, ese es mi regalo para ti.

Esta vez no se movió ante el toque del omega, solo dejó que sus dedos dibujaran el contorno de su rostro. Ese no era Bruce, no era la persona de la que se enamoró ni el amigo que siempre compartió con él su amor por la paz, la justicia y lo bueno. Era otro, un ser corrupto por las ideas supremacistas omegas que Luthor había inculcado en todos.

Ese no era su Bruce, no era su Batman, no era más su amigo.

—No hace falta que digas ‘gracias’ —Los dedos de Bruce se enroscaron en el bozal y lo jalaron con fuerza, acercándolo a su rostro.

La verdad, iba a conservar el bozal, le gustaba más este Clark callado. No, callado, no, silenciado. Le gustaba la sensación que recorría su cuerpo cuando se dio cuenta que había vetado a Superman, el gran alfa, de la voz, de su VOZ, de sus deseos de llevar falsas palabras compasivas y amorosas. Nunca creyó esa fachada de Boy Scout, ni ese supuesto lado de salvador ni tampoco sus pseudoacciones que intentaban hacer del mundo un lugar más justo.

Sonrió casi con malicia. Tenía que decirle a Lex que su idea del bozal debía hacerse universal. Solo los omegas debían tener derecho a usar la Voz por todos esos años que los obligaron a callar.

Clark solo miró directo a los ojos de Batman. Su máscara por lo general tapaba sus ojos, pero esta no, esta le dejaba conectar directamente sus miradas. Jamás la mirada de Bruce le había provocado tanto pánico como en ese momento.

—En realidad, no hace falta que vuelvas a decir nada más que ‘Sí, omega’.

Y si a Clark le costaba aprender esa corta respuesta como a Bruce le costó en toda su niñez aprender a decir ‘Sí, alfa’, no pasaba nada. Los métodos que usaron con él para enseñarle cómo debía ser un buen omega, podía aplicarlos a Clark para enseñarle a ser un buen alfa.

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Ganas de hacerle un fic a esta idea.

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