Collar de protección (Superbat)

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    —Eh, eh, tranquilo. 

    La mano de Bruce se movió para acariciar el pelo de Kal-El. El alfa respondió a sus movimientos con algo de desesperación, queriendo más y más contacto con el omega. Este le sonrió, dejando que el gran hombre se acercara todo lo que quisiera. 

    —Está bien. Estarás bien. 

    Kal-El se había acercado lo suficiente para invadir el espacio personal del otro. Sus manos se habían movido posesivas alrededor de su cintura, pegándolo a su cuerpo de manera desesperada. Bruce no dijo nada, tan solo dejó que el alfa lo olisqueara a su gusto. Algo del Polen Sexual de Hiedra lo había afectado y ahora tenía un alfa en su cueva en pleno celo, pero nada que Batman no pudiera controlar. 

    —No tan fuerte —Le susurró al oído, cuando el borde de la mesa de la Batcomputadora se clavó en su espalda— Ve despacio, tenemos mucho tiempo. 

    Hablar con Kal-El en su celo era fácil, era como un cachorro perdido con un único objetivo. Solo tenía que ordenar y él lo seguía por el desespero de obtener su premio. Sin embargo, esta vez Kal-El no parecía él mismo, no era igual de obediente que otras veces, estaba realmente desesperado por llegar al omega. 

    Pudo sentir la lengua del alfa lamer cerca de su cuello, aunque parte de la sensación se perdió con el collar de protección que siempre llevaba. Ser Batman era duro, no se iba a arriesgar a que algún idiota se aprovechara de un momento de debilidad. Tampoco iba a permitir que Kal-El hiciera algo en ese momento que tuviera consecuencias a largo plazo. Compartían su celo, en eso ambos estaban de acuerdo, de otras cosas… nunca habían hablado. 

    —Kal…

    Su voz sonó demasiado despacio cuando sintió que el alfa seguía olisqueándolo, buscando su glándula de olor, abriendo la boca y lamiendo por encima del collar intentando conseguir algo. 

    —No hagas eso. 

    Sintió los dientes del hombre chocar contra el collar. Con suerte, estaba hecho de una aleación de kryptonita que no llegaba a hacerle daño, pero evitaba que el otro la rompiera fácilmente con su súper fuerza. Sus manos se pusieron en el pecho de Kal-El, seguro que era inútil intentar empujar, aún así, ese movimiento siempre fue una advertencia para que cesara sus intentos y siempre funcionó. 

    Kal-El dio un paso atrás, mirándolo con desesperación. Bruce se tomó un minuto para estudiarlo: Tenía la mirada totalmente perdida, parecía que sudaba y, por los toques, estaba caliente; más abajo, además, podía darse cuenta que estaba totalmente en el clímax de su excitación. 

    —No me muerdas —Su mano se estiró, tomando la mano del alfa, llevándola a su cuerpo y poniéndola donde él quería que tocara —Pero puedes tocar todo lo que quieras. 

    Los alfas en celo eran algo que le encantaba a Bruce, tan perdidos en sí mismos… Pero para eso él estaba allí, para guiarlos por su propio sendero del placer. 

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