18

11 1 0
                                        

Vera atravesó de copa en copa la densa vegetación que había poblado el cauce seco del Potomac. Al otro lado del río, un lugar paradisíaco se alzaba imponente, con el mismo color esmeralda que los árboles que dejaba atrás a medida que avanzaba, despavorida.

Aquel dustsei había sido el único en tratar de atacarles y no se veían refuerzos por ningún sitio de modo que su presencia pasó inadvertida, como un deshollinador más, pues no era extraño que los limpiachimeneas deambularan por aquellos parajes.

Se detuvo un momento tras asegurarse de que no la seguían y contuvo las lágrimas causadas por la adrenalina, para que no cayesen de sus ojos enrojecidos. Desde que había escapado de la fábrica, había sido perseguida sin tregua y ni siquiera le habían dado un respiro para plantearse qué hacer con todo el asunto de su hermano. Apoyándose contra el tronco de un árbol, se dejó caer extenuada sobre el barro del bosque. Inspiró hasta que sus pulmones se llenaron por completo y soltó el aire con un largo suspiro. Poco a poco se calmó y la pena que oprimía su corazón destrozado fue perdiendo fuerza. Nadie vería jamás una lágrima rodar por sus mejillas. Nadie.

Tenía ganas de hacer pis, ya fuera por haberse aguantado en el grupo o porque nunca había necesitado excusarse. Puso de cuclillas para ofrecer una visión de los más miserable y triste. Rompió un trozo de tela de la camisa y usó el retal para limpiarse, tirándolo lejos tras haber finalizado. Qué extraña sensación. Era una necesidad humana, a fin de cuentas, pero, ¿por qué le resultaba tan... repulsiva?

¿Adónde iba a ir ahora? ¿Qué sería de ella? ¿Habrían matado a sus compañeros de viaje y a su hermano mientras había estado huyendo? Todas esas preguntas se agolparon en su mente cuando un trueno retumbó en los oídos de la joven y asustó a su endeble espíritu, provocando que huyera de nuevo despavorida, bosque adentro. Vera pudo ver a lo lejos como un rayo caía sobre un árbol de vieja corteza y este comenzaba a arder como una antorcha. Estaba aislado de otras especies arbóreas pero aquella imagen le atemorizó tanto que siguió corriendo sin detenerse ni un instante.

No se dio cuenta que corría en dirección a un gigantesco baluarte de madera que se asemejaba a una cabaña forestal. Tenía varios pisos y estaba iluminada con fuertes focos de luz blanca. Antes de que la seguridad del edificio se percatase de su presencia, optó por esconderse entre la maleza más cercana y guardar sus hoolies en su mochila de viaje. Alzó de nuevo la vista y vislumbró tras los gruesos cristales del amplio ventanal del segundo piso, innumerables vestidos de varios colores y texturas que danzaban al son de la música de una pequeña orquesta de cámara situada en el fondo de la sala y que ella no alcanzó a ver, pero sí pudo escuchar.

Mujeres y hombres distinguidos formaban los respectivos dúos, danzando en un equilibrio perfecto, interrumpido por los sirvientes que dispensaban el cáterin y los mayordomos que vigilaban que todo saliese perfecto. Vera contempló todo aquello con una mirada exangüe, lívida como un muerto. Ese era el mundo que se había formado tras la burbuja de indiferencia de los cortesanos que conformaban la curia de los tres malditos. Un mundo de opulencia y de vanidad, de superficiales manifestaciones de amabilidad y respeto que no mostraban más que a carcasas vacías riendo sin emoción, comiendo sin hambre y bailando sin ganas.

De pronto en su cabeza, la obsesión por salvar a su hermano o al menos tratar de verle por última vez, había pasado a un segundo plano. Su lugar había sido ocupado por un sentimiento de rabia que la hizo estremecerse al mismo tiempo que le adquiría una determinación: era preciso entrar en aquel recinto y desbaratar ese mundo desde los cimientos. Todo pareció cobrar sentido en su cabeza ya que el caos que crease, podría resultar ser su visado para entrar en la cárcel y encontrar a su hermano. Allí pensarían como escapar, pero si lograba adentrarse, su principal problema se habría solventado.

Capitán de SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora