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Quiero tener sexo.

Alexa me ha mandado algunas fotos de Bernat que ella tomo a escondidas, en ellas él siempre se muestra con esa mirada tan fría e inexpresiva, como si no le importara lo que gira a su alrededor  mientras las demás chicas lo acosan con la mirada. No importa cómo Bernat salga en las fotos, él siempre sale perfecto. Cada que veía las fotos un destello en mis ojos se presentaba mientras analizó con detalle, y eso hace qué mi deseo por él aumente. Tener sexo con Bernat es mi deseo más íntimo.

Solte un suspiro y me puse de pie para acomodar mi mochila, vi mi cámara fotográfica sobre el escritorio y la tomé entre mis manos recordando aquella ocasión en la que él me la entregó. Aún me pregunto cómo lo hizo, fue muy considerado de su parte, pero evitó darme una explicación y no le encontraba sentido, debía indagar mas sobre esa curiosidad que aún no puedo despegar en mi mente.

Mientras iba caminando a la universidad, en el camino mire a un grupo de chicos molestando a una pobre estudiante, al mirar con mas claridad, me percaté que se trataba de Kenya

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Mientras iba caminando a la universidad, en el camino mire a un grupo de chicos molestando a una pobre estudiante, al mirar con mas claridad, me percaté que se trataba de Kenya. La pelinegra estaban siendo molestada por esos cuatro chicos que se veían menores, unos adolescentes, supuse entonces que ellos venían del colegio que se encontraba a un lado de la universidad.

—¡Perra bastarda! ¡Me vas a decir de donde viene esto! —Grito molesto el joven mientras tenía en su mano un muñequito de cera que sostenía una foto amarrada alrededor de un listón rojo. —¡Eres una maldita bruja!

El joven aventó aquel muñequito hacia ella pegándole a su rostro. Me acerco hacia la escena armandome de valor para detenerlos, cuando ellos me miran acercándome atraigo sus miradas rápidamente.

—¡Oigan! ¡Dejenla en paz! —Les grite mientras me cruzaba de brazos con mi voz sonando firme.

—Mejor no te entrometas preciosa. —Intervino uno de sus colegas dándome una sonrisa atrevida. —Contigo podemos hacer otra cosa.

—Que grosero... —Murmure y me puse en frente de ella. —Solo les pido que la dejen en paz.

—Tuvo que venir su estúpida amiga a defenderla, si supone que está perra es "peligrosa" como dicen, debería defenderse por su propia cuenta. —Dijo aquel chico rubio y retrocede—, tenemos cuentas pendientes.

Él y los demás se fueron corriendo y subieron a sus bicicletas. Menos mal las cosas no empeoraron, creí que ellos se pondrían mas a la defensiva.

—Vaya—Voltee y mire a Kenya con una sonrisa agradable. —Eso estuvo cerca, menos mal no saliste herida.

—De nuevo tu, ¿qué eres? ¿Mi ángel guardián? —Kenya parece darle escalofríos al pronunciar eso. —No gracias.

—Hey, ¿Por qué no?, ¡puedo ser tu ángel guardián!, me agrada la idea, ¿uh? —Miro en el suelo y veo aquel muñeco, me agachó para recogerlo. —Oye por cierto... ¿Qué es esto que te aventaron?

CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora