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Una pequeña niña jugaba en los columpios sola con su cabellera larga negra moviéndose con el viento.

Con sus pequeñas manos se sostenía de las cadenas mientras su mirada estaba perdida entre los demás niños que corrían divertidos y otros que eran acompañados por sus padres.

La pequeña se sentía sola, ¿Por qué no podía tener unos padres y amigos como una niña normal? Tal vez su pequeña mente de cinco años no lo pensaba mucho pero igual se sentía triste y pudo sentir las lágrimas saladas bajar por sus mejillas.

—¿Estás bien?— preguntó una niña de cabellera dorada y la punta de la nariz roja mientras la miraba con ojos curiosos desde el otro columpio.

S-si— respondió entre hipidos la pequeña intentando limpiar las lágrimas con las mangas de su chaqueta.

—has venido sola ¿No? No puedo ver a tus papis.

La pequeña asintió mientras bajaba su cabeza y su cabello llegaba a su rostro con expresión triste.

—No quisieron acompañarme, dijeron que viniera sola...

—¡Entonces yo te haré compañía!— habló alegre la peli dorada mientras bajaba con cuidado del columpio y se dirigía enfrente de la peli negra— Mi nombre es Maddie ¿Cuál es tu nombre?.

Y-Yo...— la pequeña miró dudosa a la otra antes de soltar un suspiro y hablar— Soy Allison.

—Allison, ahora eres mi mejor amiga.

La pequeña Maddie dió un pequeño salto para abrazar fuertemente a Allison y soltar una risita.

La pequeña tenía una amiga... Su primera amiga...

(...)


La jóven fue abriendo poco a poco sus ojos oscuros intentando acostumbrarse a la poca luz del lugar proporcionada por una pequeña lámpara junto a una cama con sedas suaves.

Miró curiosa a su alrededor ¿Dónde se encontraba? Intentó levantarse pero un fuerte dolor en el abdomen la obligó a regresar a su posición. Su mirada viajo de la habitación hacia su abdomen para levantar su camisa mostrando que estaba vendado y con una gasa llena de sangre.

Asustada llevó su manos a su cabello que estaba suelto y desordenado mientras las lágrimas la invadieron, los recuerdos de la sangre, la navaja en su mano y la muerte llegaron a su mente como un balde de agua fría.

Sus manos temblaban mientras su mirada viajaba por todo el lugar, parecía sacado de una revista de la época de antes, muy clásico y para nada conocido.

Su mirada se detuvo en la puerta de madera cuando está se abrió dejando ver una señora mayor con un vestido muy anticuado y su mirada de sorpresa.

—¡SEÑOR GRAY, DESPERTÓ!— gritó la mujer mientras se volteaba y salía de la habitación dejando la puerta abierta.

La menor se levantó ignorando el dolor en su abdomen mientras se tambaleaba de un lado a otro dirigiéndose a la puerta algo alarmada, con su mano en su abdomen salió por la puerta mirando a su alrededor encontrándose un largo pasillo con la misma estética.

—¿Ya despertó? ¿Segura?— preguntó una voz masculina por el pasillo alterando a la menor que corrió al otro lado para esconderse tras una pared.

—La ví levantada y llorando señor— Habló bajo la mujer sosteniendo entre sus dedos su delantal mientras suspiraba.

—¿Estaba llorando?.

El Diario De Mathew Gray- Jean LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora