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Tenía una taza de té junto a mí mientras leía más sobre cosas que descubrió mi abuelo sobre los Thuris

Un grupo muy poderoso del que fue parte, él pensaba que solo protegían los secretos de los humanos pero eran más que eso...
Trataban de dominarlos al igual que las otras criaturas tenerlas bajo su mandó.

Mi abuelo al darse cuenta de esto encontró maneras de derrotarlos y lo puso en este diario, claro uno de los miembros lo delató y persiguieron este diario hasta el día de hoy, por eso nadie destruía esto, los secretos de estos seres se encontraban en este diario

Aunque estaba protegido por un hechizo un miembro básico de los Thuris podía romperlo y esto era nada más para protegerlo de cualquier otro ser

Estaba cómodamente acostada en el sofá, estire el brazo para tomar mi taza cuando una silueta de hombre se pone enfrente de mí y recogí mi mano hacia mi mientras alsaba la vista.

Mi cuerpo se tensó por un momento aunque después se relajo al darme cuenta que él que se encontraba enfrente de mí era nada más que Libardo

—existe algo que se llama "tocar la puerta" para tu información— solté mientras cerraba el libro y lo ponía junto a mí

Vi como rápidamente él se sentaba a mí lado sonriendo ignorado mí comentario

—¿Qué te dice hoy el diario? ¿Qué vallas y nades con los tiburones?— preguntó en tono de broma mientras su mirada pasaba por el diario

—Ja ja que chistoso— hablé sarcásticamente mientras me acomodaba más en el sofá y ponía mis pies sobre sus piernas

—¿Cuándo tomaste está clase de confianza conmigo?— pregunto mientras su mirada brillosa se posaba en mi.

—el día en el que me salvaste de una vampira asesina— respondí poniendo una sonrisa cínica mientras tomaba mi taza y seguía tomando de ella.

—Buen punto, por cierto Darían quiere verte— hablo sin más haciéndome atragantar con mi té

—se desaparecen por 4 días y ahora me quieren ver cómo si nada?— baje mis pies rápidamente poniéndolos en el frío piso mientras me levantaba algo tambaleante

— teníamos nuestras razones— su voz melodiosa trataba de hacer sonar mejor sus palabras pero apesar de todo seguía algo molesta con ellos.

—Las malditas razones otra vez— hablé fuerte mientras empezaba a subir las escaleras, sabía que mi cambio de humor era repentino, pero que me quieran ver así como así cuando les de la gana y no explicarme nada

Cuando llegue a mi habitación me encontré con Libardo acostado en la cama viendo el techo con sus manos posadas en su regazo

—¿Qué haces?— pregunté cruzando me de brazos mientras me reclinaba del borde de la puerta

—no me iré de aquí hasta que vengas conmigo a ver a Darían— su mirada se poso en mí mientras me daba una pequeña sonrisa y yo fruncía el rostro

—¿Qué es lo que necesita Darían? Y ¿Por qué no vino ella a decírmelo?— pregunté alzando una ceja sin romper el contacto visual

Vi como una sonrisa burlona se escapaba de su boca al igual que una risita dejándome confundida

—¿De que te ríes?— aun con la sonrisa en su boca me responde

El Diario De Mathew Gray- Jean LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora