Capítulo 32: Suerte
Nino pataleó frenéticamente, tratando de zafarse de sus ataduras y de pedir auxilio, pero su grito se ahogó en las manos de la persona que le tapaba la boca.
—¡Shhh! Silencio —susurró la sombra que blandía la espada frente al rostro del niño.
Nino enfocó la vista y empezó a distinguir los contornos de la sombra que se había acercado a él, reconociendo los ojos negros y el pelo color azabache, tan parecidos a los suyos, de David
—Te soltaré. No hagas ruido, ¿entendiste? —preguntó David en voz baja.
Nino no pudo responder verbalmente por tener la boca tapada y asintió con la cabeza. David le quitó la mano del rostro y con su espada cortó la red que lo apresaba contra el árbol.
—¿Qué haces? —cuestionó Nino cuando se vio liberado.
—Si vienes con nosotros seguramente te condenarán por asaltante —explicó David—. No creo que lo merezcas, solo tenías hambre y miedo. Además, nos defendiste cuando quisieron lastimarnos; eso me dice que no eres malvado.
El pequeño niño miró a David con ojos de admiración, agachó la cabeza y le sonrió agradecido.
—Desde que perdí a mi familia nadie me había ayudado —reconoció Nino con melancolía—. Eres un héroe.
—No. No lo soy —aseguró David—. Pero entiendo por lo que estás pasando. Yo también perdí a mis seres queridos. A mi hermano se lo llevaron detenido, lo estoy buscando.
—¿Tu hermano?
—Sí. Tiene tu cabello y tus ojos —dijo David con un brillo en su mirada al ver los rasgos del pequeño niño.
—¿Cómo se llama?
—Nathael... Dicen que se lo llevó el rey Yarelis.
—Lo lamento.
—Está bien —dijo David para no desanimar al niño—. Ahora vete. Trata de no dejar rastros detrás tuyo.
—Sé esconderme —aseguró Nino.
El pequeño niño le sonrió y, sin previo aviso, abrazó al muchacho que lo había liberado.
—David, te debo mi vida. De alguna manera te lo pagaré. Es una promesa —aseguró Nino.
David esperó unos segundos y se alejó del pequeño niño para que lo soltara.
—Oye, basta. Debes salir de aquí. Pronto —apuró para no ser descubiertos.
Nino se deslizó por la densa vegetación del bosque y se perdió a lo lejos en la oscuridad de la noche.
David dejó la red cortada en el suelo junto al árbol dónde había liberado a Nino y envainó su espada. Volvió a hurtadillas a su lecho junto a la hoguera apagada y, sin hacer ruido, se acurrucó en el suelo para dormir.
A la mañana siguiente, el muchacho despertó con los alaridos de Sophía.
—¡¡¡David!!! —gritó ella, haciendo que el muchacho salte del suelo en el que estaba acostado—. ¡Ven aquí ahora mismo!
David se paró sin siquiera despabilarse, sintiendo mareos por el esfuerzo, y se acercó a la mujer de figura alargada. Sophía estaba arrodillada junto al lugar donde había aprisionado a Nino con sus ataduras en la mano.
—¿Qué ocurre? —preguntó David fingiendo confusión.
—Dímelo tú.
—¿De qué hablas?
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Aprendiz de valiente
AdventureDavid es un simple aldeano que es llamado a las armas para proteger a su comunidad en un conflicto por el que perderá su hogar y secuestrarán a su hermano. Iniciará un viaje para ir a rescatarlo develando a su paso todo lo que está ocurriendo en el...