12.

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Rose.

Estoy sentada en la encimera que se encuentra en la cocina tomando jugo mientras miro mi teléfono.

Son alrededor de las 7:00 de la mañana. Me encuentro esperando a Mónica para poder salir a correr y luego a entrenar.

Mónica y yo ya llevamos entrenando por casi 4 meses. No tengo muchas quejas porque ella aprende rápido, pero de lo que si detesto es que se supone que deberíamos de estar entrenando desde las 6:00 de la mañana, pero ella ignora ese hecho por completo.

Por lo que ahora le digo que salimos a las 5:00 para que así ella esta lista a las 6:00. Esa técnica me ha funcionado, solo que hoy yo me levante tarde, porque en verdad que estaba exhausta de la noche anterior.

Encontré la manera de emborracharme, o sentir algo similar. Es una mezcla de diferente tipo de alcohol, sangre humana, y un poco de acónito. Ahora puedo ir a discotecas, y pasarla bien.

Aquello me ayuda a apagar las emociones que estoy sintiendo. Últimamente siento como poco a poco una parte dentro de mi se muere, y aquella mezcla me ayuda a olvidar como se siente, a tener unos minutos de paz o lo mas parecido a la paz. 

- ¿Dónde esta tu nuevo amante? - Me pregunta Mónica entrando en la cocina. Se refiere al hombre con el me acosté anoche. Me quejo al escucharla, por el dolor de cabeza que me causa. Mis oídos estan muy sensibles por el momento.

- Se fue hace 15 minutos. - Le digo. - Y baja la voz, resaca.

A pesar que la cabeza esta que me explota, y prefiero quedarme en cama, no puedo cancelar el entrenamiento con Mónica, se lo debo después de que gracias a mi, ella siente la necesidad de protegerse. 

- Sabes que no tengo ningún problema con que traigas a un hombre diferente cada noche. - Ni ella se lo cree. - Pero al menos sean silencioso, porque no pude dormir anoche por sus gritos.

- No exageres, no fuimos tan ruidosos. - Digo.

- Si lo fueron, y todo el vecindario fue testigo. - Ruedo los ojos por su exageración.

Justo cuando ella esta a punto de tomar un poco de café, se lo quito de la mano y lo remplazo por agua.

- ¡No hay tiempo para tomar café! - La guio hasta la salida.

Simba sale detrás de nosotras, yo cierro la puerta y empiezo nuestro entrenamiento del día de hoy.

Salimos a correr la barriada y de aquí nos vamos hasta el parque que nos queda unos 5 minutos de la barriada si vamos trotando.

Al llegar al parque hago a Mónica recorrerlo varias veces mientras que Simba y yo nos quedamos sentados disfrutando de la mañana. O al menos él la esta disfrutando, yo estoy odiando cada minuto, porque puedo escuchar cada sonido, hasta la malditas hormigas y eso lo vuelve una tortura.

Me prepare algo que se supone que me debe de ayudar con la resaca, pero no esta haciendo efecto lo suficientemente rápido.

- No es justo que yo me tenga que matar mientras que tú te quedas sentada. - Se queja Mónica cuando pasa frente a mi, y me ve junto con Simba sentados.

- Ya yo me ejercite anoche. - Le guiño el ojo con una sonrisa coqueta con el propósito de molestarla. Ella sigue su recorrido no sin antes hacer una mueca de desagrado.

Yo me quedo hay sentada por unos minutos esperando a que Mónica regrese. 

Decido acostarme en el banco, sin importarme las miradas de las personas que pasan. Solo necesito descansar la vista por unos segundos.

Simba se fue dejandome solo hace un rato atrás para jugar con los demás perros que se encuentran en el parque.

Estoy acostada boca arriba, cuando siento a alguien junto a mi que me tapa el sol que me da directo. Abro mis ojos un poco para ver quien es, me sorprendo al ver de quien se trata, no creí que volvería a ver.

La Reina Trihíbrida: Un nuevo comienzo. #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora