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Una morena se encontraba preocupada por su mejor amiga, Marinette jamás había faltado a clases.

Linda, ve a refrescarte la cara, más tarde podemos ir a casa de Marinette –dijo el novio de la chica intentando animarla.

Bien, es lo mejor, tengo que concentrarme para pasarle los apuntes a Marinette –suspiró mientras se levantaba de su asiento– te veo en un momento –se acercó al chico para depositar un tierno beso sobre sus labios y después marcharse.

La morena camino hacia los baños de chicas, escucho un ruido al entrar pero le resto importancia, abrió el grifo y primero se lavo las manos para después hecharse agua en la cara pero le pareció escuchar un chillido y después unos murmuros, cerró el grifo, se acercó a la puerta para abrirla y cerrarla nuevamente pero ella aún permanecía dentro del baño y fue cuando los murmuros se hicieron más claros.

¿Estas loco? Nos pudieron haber escuchado! –le dio un ligero empujón.

–Lo siento..–pronuncio el chico.

La morena, abrió con cuidado la puerta del cubículo de lado derecho, cerca donde se escuchaban los murmuros, se subió con cuidado en el escusado y se asomó para saber de quien eran los murmuros, después de averiguarlo, deseo con toda su alma, nunca haber visto esa escena.

–¡Alya! –dijeron ambos adolescentes con asombro.

La morena los miró decepcionada y asqueada al mismo tiempo y salió de ahí, intentando borrar las imágenes que acababa de presenciar.

–Alya! Espera! –dijo la castaña intentando detener a la morena.

–Le prometiste a Marinette que jamás te meterías con Adrien! Somos sus amigas Lila! –dijo enfadada.

Lo sé! Lo siento! –sé disculpo avergonzada– pero tampoco no es tan fácil resistirse a Adrien –se excuso.

–Y ella lo sabe? –preguntó firme.

No! Por favor, no se lo digas, Adrien y yo hemos sido cuidadosos con esto.

la morena soltó una risa con ironía– entonces no es la primera vez que sucede.

–Alya, por favor, no se lo digas –suplicó apenada.

–La morena soltó un pesado suspiro– No se lo diré –dijo seria.

–Muchas gracias –la castaña abrazo a la morena.

A Felix le provocaba mucha intriga el regalo de Marinette, no era el cumpleaños de Adrien, el rubio no había ganado nada más que una mala reputación, sacó la caja de su mochila y la abrió, sacó la pequeña pulsera que tenía grabada las iniciales de Marinette y Adrien.

Pensó en tirarla a la basura, romperla o arrojarla pero, sin embargo, no lo hizo, tenía que admitir que la azabache tenía una excelente creatividad.

Guardo la pulsera en su bolsillo y la caja la boto en el contenedor de basura.

–¿Viste a Marinette? –preguntó Adrien acercándose a su hermano.

¿Acaso soy el guardaespaldas de tu blanca palomita? –respondió con sarcasmo.

Bueno...siempre estás al pendiente de lo que todos hacen, supuse que...–lo interrumpieron.

Cuando Marinette te prefirió, deje de darle importancia –frunció el ceño– además, ¿que te hace creer que ella no tiene una vida? Crees que no tiene problemas? Crees que cuidar tu espalda es su única prioridad? –lo miro fijamente.

–No debí preguntarte –dijo serio y se dio la vuelta dispuesto a irse.

Debes ser más inteligente, Adrien Perfecto Agreste –dijo sin expresión.

Adrien puso los ojos en blanco y se alejó, Felix no lo demostraba pero estaba preocupado ¿Por qué Marinette salió corriendo? ¿tiene que ver con la pulsera? Estas y más preguntas pasaban por su cabeza, se escucho el timbre que indica el inicio de clases después del almuerzo.

Por el lado de la azabache, se había cansado de llorar, necesitaba un consejo y sabía quién era el indicado, se lavo la cara intentando bajar la hinchazón de sus ojos, tomó su bolso y salió corriendo del edificio.

Llegó agitada hasta el Río Sena, entró al barco y busco a Luka, pero no lo encontraba, estaba apuntó de irse pero en ese momento llegó el chico, le extraño verla ahí, pues se supone que debería estar en el instituto.

¿Marinette? ¿Qué haces aquí? –preguntó con una sonrisa amistosa.

La azabache quería resistirse pero no pudo, lo abrazo y empezó a llorar nuevamente, el chico correspondió a su abrazo y se mantuvo callado.

Todos estaban preocupados por Marinette, incluso sus padres, no quisieron preguntar pero notaron que su hija no se encontraba bien y prefirieron darle su espacio.

Sus amigos, se le hacía extraño, Marinette no sería capaz de faltar a la escuela, en la mañana, todos la vieron emocionada y feliz como siempre, de un momento a otro había desaparecido.

Las clases en el instituto terminaron, Alya junto con sus amigos, fueron al departamento donde vivía la chica, pero nadie abrió, fueron a la panadería donde se encontraban sus padres, pero ellos no se habían dado cuenta que su hija había salido.

Las preocupaciones y preguntas aumentaron, cada quien buscó a Marinette por su lado, sin embargo, Adrien no pudo hacerlo, tenía clases de chino y esgrima, era imposible poder escapar para ayudar a buscar a su querida amiga.

Por el lado de Felix, el estaba preocupado pero no podía hacer nada, por mas que quisiera salir corriendo a buscarla, no podía, su orgullo y su promesa, se lo impedían.

Mientras disfrutaba del silencio que había en su habitación, se concentraba en terminar su tarea, después de unos minutos, escuchó como abrían la puerta para después volver a cerrarla y luego unos pasos acercándose a él, el rubio le resto importancia, pues podía ser su madre o una de las empleadas organizando algunas cosas pero se llevó una gran sorpresa al escuchar su voz.

–Hagamos un trato...–habló la azabache con firmeza.

𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora