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Marinette estaba aburrida pero fingía interés, mientras Félix estaba alejado de ella, hablando por teléfono, una llamada que ha durado unos cuantos minutos, pero para la azabache han sido una eternidad.

Sabía que el rubio no tenía experiencia en hacer cosas divertidas, desde que se alejaron, ella lo observaba discretamente a la distancia y siempre lo veía leyendo, por supuesto, sólo pasaba esto las raras ocasiones en las que no se perdía en la mirada del joven modelo.

Soltó un suspiro de desesperación y se acercó al chico.

Bien...gracias, si, a la cuenta de mi padre, será una muy agradable sorpresa para él o quizás no, da igual –sonrió engreído.

–¿Ya terminaste de hablar con tu ser amado, joven Agreste? –dijo arqueando una ceja y cruzada de brazos.

Lo siento. Mari, era importante –sonrió mirándola con ternura.

Felix –suspiró– el museo es un lugar interesante, creeme, pero...me esperaba algo más divertido que hacer.

–Marinette Dupain-Cheng, prometiste hacer todo lo que yo quisiera –sonrió egocéntrico.

Por favor, Felix, quiero hacer cosas más divertidas –insistió.

–Confía en mí –tomó su mano y la guió hasta la salida del museo.

Bien! Confiare en ti, Agreste.

Adrien estaba aburrido, en lugar de estar con cualquier otra chica, o salir con sus mejores amigos, estaba ensayando tantas respuestas a las posibles preguntas que le harían en una entrevista.

–¿Puedo tomar un descanso, Nathalie? –interrumpió a la mayor.

–Adrien, entiendo que estés aburrido pero tu padre no quiere que afectes su marca.

–Soy la imagen de la marca de Gabriel Agreste, me tratá como uno más de sus empleados que como su hijo –se dio cuenta de lo dijo y miró a la mujer– perdón, Nathalie, yo...–lo interrumpieron.

–Entiendo cómo te sientes, tu madre a hablado con tu padre muchas veces sobre este asunto, lamentablemente a ti no te puede dar tanta libertad como se lo dá a Felix –dijo apenada.

Pensé que ser modelo, sería más divertido.

–Bien, continuemos.

El rubio soltó un suspiro y le puso atención a la mujer de cabello oscuro.

Por el lado de Felix, él se sentía incómodo pero no era el único, el chico de mechas celestes, también lo estaba, mientra tanto, la azabache estaba comprando unos helados para cada uno.

Marinette...me a hablado mucho de ti –comentó intentando terminar con el ambiente tan tenso.

–Cosas malas, seguramente –dijo serio.

Ahh si –se encogió de hombros.

El rubio lo miró unos segundos por el rabillo del ojo.

Luka ¿cierto? –cuestionó y el chico de mechas celestes asintió– es extraño, Marinette no me ha comentado nada sobre ti, en realidad, ni siquiera toca el tema.

El chico se sintió dolido al escuchar eso.

–Llegué! De qué hablan? –dijo con una gran sonrisa en el rostro.

De nada –dijeron ambos al unísono.

La azabache se sentó entre ambos, les dio su helado y lo comieron en silencio, la única que no se sentía incomoda, era la chica, por los chicos, ellos se sentían igual que sin la presencia de la azabache.

–¿Pensaban hacer algo? –miró a la chica.

Ahh le tocaba a Felix decidir sobre las actividades de hoy, pero no tuvo mucha imaginación –dijo divertida.

Ya veo...

El rubio frunció el ceño pero lo relajó segundos después de leer el mensaje que había recibido, sonrió levemente y se puso de pie.

Fue un gusto conocerte, Luka, nos vamos –extendió su brazo y el chico de ojos azules estrecho su mano.

Lo mismo pienso –dijo con una sonrisa amistosa.

¿A dónde vamos? –preguntó extrañada.

Es una sorpresa.

–Te veo luego, Luka –sonrió y el rubio tomó su mano.

El de mechas celestes, observó la acción del rubio, en lugar de sentir celos, sintió tristeza pero también se percató de que la azabache no se veía molesta o incomoda, y se repitió mentalmente aquella frase.

Si es feliz, yo también.

La azabache estaba extrañada cuando llegaron a su edificio, la única diferencia era que Felix había recibido un paquete. Entraron a la panadería, saludaron a los padres de la chica, subieron al departamento y entraron a la habitación de la chica.

–¿Ya me dirás que es eso? –preguntó extrañada mientras se sentaba en su silla.

Es un paquete, boba –dijo divertido.

–Eres tan gracioso –dijo con una sonrisa mientras ponía los ojos en blanco.

Gracias por el cumplido –le guiño el ojo y ella le enseñó la lengua.

El chico de peinado refinado, abrió la caja y de esta sacó algunas cosas, un par de películas de comedia, algunos videojuegos y por último una pequeña caja color negra.

A la chica de ojos azules. Le dio mucha intriga esto.

–¿Qué tienes planeado Felix? –preguntó curiosa.

–Quiero recuperar el tiempo perdido, Dupain.

–Me parece que es la mejor idea que has tenido en toda tu vida –bromeó.

El rubio se acercó a ella, exactamente a su oído y susurró.

Lo es –depositó un suave beso sobre su mejilla.

Toda la tarde se la pasaron jugando videojuegos, cuando decidieron ver una película, ambos prefirieron verla en la sala. Ambos salieron de la habitación de Marinette y se dirigieron a preparar palomitas, segundos después el chico se dirigió a la sala a tomar el control de la televisión, la encendió, lo primero que vio fue a su hermano ahí, miró a la de ojos azules y se dio cuenta que ella no se había percatado de la presencia del chico en la tele.

Minutos después, estaban mirando la película, Marinette no paraba de hablar, no permanecía ni cinco minutos callada, esto no le molestaba al chico, pues siempre ha tenido esa experiencia con ella, le parecía divertido e interesante conocer su punto de vista.

La película terminó y Marinette acompañó al de ojos esmeraldas, afuera del edificio, ambos esperaban el auto de los Agreste, había un silencio pero no era incómodo.

–Casi lo olvido –sacó la pequeña cajita de su bolsillo– Toma, un regalo por estos cumpleaños a los que no pude asistir –sonrió.

La azabache lo miró sonrojada y tomó aquella caja con manos temblorosas.

–Vamos, abrela –dijo con una sonrisa, conteniendo su emoción.

La chica asintió y abrió la caja, sacó de esta una pulsera con una mariquita, la azabache recordó, que de niña, le encantaban aquellos bichos, eran los únicos con los que no se asustaba.

Miró al chico con una sonrisa y lo abrazó, él correspondió con una sonrisa, pero aquella sonrisa se hizo más grande al escuchar "Te quiero" de su amada.

El auto se detuvo detrás de la azabache y ambos se miraron, Marinette, antes de alejarse, beso la punta de la nariz del chico para después despedirse, él entró al auto para segundos después, marcharse.

Marinette se sentía feliz y su corazón latía con rapidez.

¿Se sentirá atraída por aquel rubio?.

𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora