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Ambos adolescentes se encontraban sentados en una banca del parque cercano al edificio de la azabache.

–Empieza tú, Marinette –dijo el rubio con una sonrisa nerviosa.

¿Tienes algo que decirme? –preguntó la azabache firmemente mientras jugaba con sus dedos.

El rubio soltó un suspiro y con todo el miedo que sentía en ese momento, habló con sinceridad.

El día que te volviste a acercar a mí, estuviste a punto de caer de las escaleras –la azabache recordó ese momento y se sonrojó de la vergüenza– al momento de querer subir las escaleras –trago saliva– observé una pequeña caja oculta bajo la sombra del primer escalón, la tomé y al abrirla pude observar esto –sacó lentamente la pulsera del bolsillo de su pantalón.

La azabache estaba sorprendida, había olvidado la existencia de esa pulsera que hizo con mucho amor para el joven modelo, tomó con nerviosismo aquel objeto y volvió a dirigir su mirada hacia el chico de cabello refinado.

Debo admitir que pensé en quemarlo, romperlo, tirarlo a la basura o al río, hacer lo que fuera para deshacerme de esto –se recargo en el respaldo de la banca, hechando su cabeza hacia atrás y mirando el cielo– pero no pude, no pude deshacerme de una creación tuya, eres jodidamente buena en esto, me atrevería a decir que eres mucho mejor que Gabriel Agreste –la miró– no me atreví a deshacerme de algo que creaste con amor, en algo que pusiste tiempo y dedicación ¡simplemente no pude! –soltó un suspiro– debí decírtelo pero estabas tan enojada con Adrien que...no se, no quería dártelo, lo lamento, Marinette, pero tampoco no quería seguir ocultandolo, tenía que ser sincero y regresarte...lo que te pertenece.

Marinette se quedó callada y comenzó a llorar, Felix se sintió culpable, se acomodo en la banca, tomó la mano de la chica, aún teniendo miedo de que ella la alejara con molestia, pero eso no ocurrió.

Soy una tonta! Lo malinterprete todo! Escuche mal y arruine todo, arruine mi amistad con Adrien, arruine la poca cercanía que había entre ustedes, lo arruine! –dijo entre lágrimas.

¿Qué quieres decir? –preguntó extrañado.

Adrien nunca apostó qué se acostaría conmigo, apostó qué me podría ganar una partida de videojuegos, él sabía que no iba a ganar pero quería burlarse de Nino y Kim –los ojos de ambos, se encontrarón.

La apuesta no se trataba de eso...–extrañamente, el rubio sintió un alivio pero al mismo tiempo, el miedo incremento ¿Qué pasaría ahora?.

Pero no me arrepiento –abrazo al chico dejándolo atónito– gracias a eso, volvimos a salir, a jugar, a...a querernos.

–¿De verdad? –preguntó sorprendido.

La azabache dejó de abrazarlo para mirarlo directo a los ojos, el rubio limpio las lágrimas de la azabache con sus pulgares, la chica tomó delicadamente las mejillas del chico y se empezó a acercar a él.

El chico sabía lo que la azabache estaba pensando hacer, quería continuar con eso, quería besarla! Quería conocer la textura que tenian aquellos labios gruesos y rosados que poseía la azabache, sin embargo, no podía, no era como se lo había imaginado, con toda la fuerza de voluntad que permanecía en él y con mucho dolor en su pecho, cuando los labios de ambos comenzaron a rozarse   él apartó la mirada y se acercó al oído de la chica.

No malinterpretes las cosas, Mari, mis ganas de besarte son demasiadas que te asustarias, pero no quiero que nuestro primer beso sea nada romántico y muy melancólico –besó la mejilla de la chica con suavidad y cariño– en el momento correcto, creeme que te besaré, pero ese momento no será hoy, primero quiero asegurarme que tus heridas están sanadas, te amo tanto que tengo miedo de salir herido –una lagrima recorrió su mejilla.

No tengas miedo, te prometo que no te haré daño.

–Mi bella Marinette –acarició su mejilla– parece que el amor no es como en las películas, si no, que es más doloroso.

La chica entendió eso, asintió y volvió a abrazar al rubio, esta vez, siendo correspondida debido a que no lo tomó por sorpresa.

La semana pasó tan rápido que las horas parecieron minutos.

Hoy era el cumpleaños de los gemelos Agreste, afortunadamente, era fin de semana, la celebración de cumpleaños sería por la noche.

La azabache estaba emocionada, pues el regalo que le había hecho al joven rubio de cabello refinado, estaba terminado.

Hablando de aquel rubio, él se encontraba realizando su tarea, pero se vio interrumpido, cuando una mujer emocionada entró a su habitación con una caja en las manos.

–¡Feliz cumpleaños, travieso! –se acercó a él y beso su frente– déjame darte un abrazo –habló con emoción.

El chico soltó un suspiro y con una sonrisa abrazo cariñosamente a su madre.

–Feliz cumpleaños, Felix, deseo que te diviertas mucho en tu fiesta de cumpleaños.

–Sobre eso...tengo otros planes con Marinette –se separó de su madre y se rascó la nuca.

–No me hagas esto, querido, por favor, celebra con tu hermano, puedes decirle a Marinette que venga –dijo la mujer con una sonrisa.

Bien, la llamaré –vio la caja que se encontraba en su cama– ¿Puedo abrirlo? –preguntó curioso.

Ábrelo –tomó la caja y se la extendió a su hijo.

El rubio abrió la caja y se encontró con un teléfono nuevo.

–No...no era necesario –dijo con seriedad.

Es un modelo reciente –comentó.

Pero el que tengo...es casi nuevo –arqueó una ceja.

De algo te servirá, ahora tienes este nuevo que lo podrás usar para todo –volvió a besar la frente de su hijo y se fue.

Felix se esperaba algo mejor como regalo de cumpleaños de parte de su madre, dejó aquel teléfono en su escritorio, se sentó en la silla y llamó a la chica de ojos azules, quien al percatarse de quien la estaba llamando, casi se le resbala el teléfono y contestó la llamada intentando sonar normal.

Ho-Hola! Felix cumplaños! –se abofeteo mentalmente.

Ahh hola –soltó una pequeña risita– tendré que cancelar nuestros planes.

–¿Qué? –preguntó sorprendida– ¿Ya no vamos a salir? –preguntó desanimada.

–Tranquila, Dupain, mi mamá quiere que me quede en la fiesta de Adrien ¿Puedes venir? Me alegraría mucho tu asistencia –dijo con una sonrisa.

Claro! Prometí estar presente en tu cumpleaños y lo cumpliré –dijo firme.

Perfecto, te veo en la noche –cortó la llamada y dibujó una sonrisa risueña en el rostro.

Marinette se levantó de la silla y fue a su closet a buscar algo lindo que ponerse.

¿Un vestido?

Bastante formal.

¿Pantalón de seda?

Demasiado informal.

¿Shorts?

En la noche hace bastante frío.

¿Falda?

La misma situación que el short.

¿Pijama?

Es una fiesta de cumpleaños!

No tenia muchas ideas ese día, así que optó por llamar a su mejor amiga.

–¿Puedes venir? Necesito ayuda en algo...–dijo abrazando sus piernas.

𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora