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Una rubia se encontraba muriendo de los celos, miraba como su amado bailaba en compañía de la azabache, aquel par disfrutaba del momento, Felix soltó la cintura de la chica y aún tomándola de la mano, hizo que la azabache diera una vuelta.

La de ojos azules no quería continuar viendo eso, robó el vaso con ponche de alguien más y se acercó a ellos.

Ella estaba decidida, lo haría y no se arrepentirá, cuando se acercó a los chicos, derramó el contenido del vaso sobre el atuendo de la chica, así interrumpiendo el baile.

La azabache y el rubio miraron a la de ojos azules con furia.

¿Estas loca?! -preguntó el de cabello refinado.

-Quiero que ella se aleje de ti! -dijo alzando un poco la voz, ignorando que todos miraban esa escena.

-Chloe! -se acercó el joven modelo- vamonos -dijo tomándola de los hombros pero ella se soltó.

-No quiero volver a verte con él ¿quedó claro, Dupain-Cheng? -dijo molesta.

-No seguiré tus órdenes, Chloe -dijo la chica tomando la mano de su compañero.

-Vamos, te prestare mi ropa -el rubio la guió hasta su habitación.

El joven modelo sintió un escalofrío al escuchar el comentario de su hermano, solo de imaginar que Marinette estaría quitándose la ropa en la habitación de su hermano, sus celos incrementaban a un nivel superior.

La azabache cerró la puerta de la habitación y el chico se dispuso a buscar algo entre su armario.

-¿Hay problema si sólo te presto una playera? Mis pantalones te quedarían como payaso, por cierto, puedes ir a lavarte al baño o tu piel quedará pegajosa -sacó una playera blanca y se acercó a ella para entregársela.

-Si, supongo que tienes razón -tomó la prenda- y...¿que hago con mi ropa? -preguntó nerviosa.

-Puedes dármela, la llevare a la lavandería para que puedas vestirte mañana por la mañana y bajar a desayunar -sonrió amigable.

-Esta bien -sonrió más tranquila.

La chica entró al baño, se quitó la falda junto con la blusa, se puso la playera de Felix y está le llegaba a mitad de los muslos, con mucha pena salió del baño y agradeció que el chico estaba frente al televisor cambiando los canales uno tras otro.

-Promete que en ningún momento vas a voltear a verme -dijo nerviosa.

-El chico iba a voltear pero la azabache le tapó los ojos- ¡No me veas! -regañó.

-Lo siento! -soltó una pequeña risita- pero si no me dejas mirarte ¿como llevaré la ropa a la lavandería? -preguntó con una sonrisa burlona.

La chica uso su blusa para tapar el rostro del chico, lo ayudó a ponerse de pie y lo llevó hasta la puerta de la habitación, el chico estaba embriagado con el aroma de la blusa, le encantaba el perfume de la chica y en cuanto su visión se volvió estable, se quedó totalmente sorprendido al ver a la azabache, incluso sus manos estaban temblando.

Caminó hacia la lavandería de la mansión mientras su mente seguía proyectando esa imagen de la chica con la playera blanca que le llegaba a mitad de sus muslos, no pudo evitar sonrojarse por completo, no sólo sus mejillas, su rostro estaba completamente rojo, parecía un tomate.

Colocó las prendas en la lavadora y dejó que las empleadas se encargaran de eso. Volvió a su habitación y justo antes de abrir la puerta soltó un suspiro, intentando calmar sus nervios. Al entrar no vio a Marinette, sólo un gran bulto bajo sus sábanas, sonrió burlón y se acercó a la cama.

-¿Marinette? ¿Sucede algo? -preguntó con una sonrisa burlona.

Me siento tan incomoda de que me veas vestida así! -reprochó bajo las sabanas.

-¿Por qué? ¿No me tienes la confianza y tienes miedo de que haga algo que tú no quieras? -preguntó serio.

-No es eso...es...complicado -dijo desanimada- No lo entenderías, Agreste.

-Vamos, dime lo que sucede.

-Nadie...nadie me ha visto de esta forma, suelo usar faldas y vestidos pero esta vez es diferente, es tu playera y...sinceramente, creo que me veo muy provocativa -dijo aún bajo las sábanas.

-Entiendo, no hay problema, si no quieres que te vea de esta forma, esta bien, pero entonces, no podré abrir el regalo que me diste, si no hasta mañana -dijo con la esperanza de que ella se asomara.

La azabache al escuchar eso, dejó salir su cabeza y miró sorprendida al chico.

-¿Aún no abres tu regalo? -preguntó extrañada.

-Esperaba abrirlo en cuanto salieras del baño -sinceró.

-Prometes...no mirarme demasiado? -dijo apenada.

-Mari, eso es imposible, me gusta apreciar cada centímetro de tu existencia -dijo con una tierna sonrisa.

-Bien...-se quito las sábanas de encima y se puso de pie, dejando a la vista el atuendo que llevaba encima.

Felix trago saliva e intentó disimular que su respiración no se había cortado, desvío la mirada hacia un lado, intentando ignorar la presencia de la chica de ojos azules.

-Ven, vamos -tomó la mano del chico y se acercarón al sofá para abrir el regalo.

Ambos adolescentes se sentaron, el rubio tomó la caja y la abrió, percatandose que había un peluche en la caja, lo sacó y lo observó.

Era un oso blanco con un sueter negro acompañado de franjas grises y un corazón rosa en el centro con la inicial de la chica.

-El oso te representa a tí, mientras el corazón en el suéter, me representa a mí, dejando a entender que a donde sea que vayas, me llevaras contigo -dijo con las mejillas sonrojadas- tal vez no es el regalo que esperabas, pero lo hice con mucho cariño y seguramente estarás pensando que eres muy mayor para tener osos de peluche pero...-la interrumpieron.

-Es perfecto...-dijo con una sonrisa risueña en el rostro, admirando el obsequio de la azabache.

-¿Lo dices en serio? -dijo sorprendida.

-Mari, es perfecto! Solo miralo, es tierno, adorable, podría adoptarlo como nuestro hijo -miró a la chica- ¿Qué nombre crees que le quedaría? -miró a la chica con una gran sonrisa.

-Ahh no lo sé ¿Max? -preguntó nerviosa.

-Suena como nombre de perro -dijo en un tono burlon.

-¡Oye! Así se llama mi compañero de clase -regañó.

-oh, cierto, lo había olvidado -soltaron una pequeña risita- entonces...su nombre será...¿Plagg?

-¿Plagg? En serio? -preguntó extrañada.

-Tú no estás ayudando mucho, Dupain -dijo serio.

-Está bien! Se llamará Plagg -soltó una pequeña risita.

Ambos se miraron con ternura, querían acercarse aún más pero estaban indecisos ¿era el momento? ¿Seguirían esperando? ¿Y si él no está listo? ¿Y si ella no esta lista? ¿Que pasará después? Le temían al rechazo, temían a que la reacción del otro sea negativa.

Había un gran silencio entre ambos pero no era incómodo pero tampoco era relajante, ambos se encontraban impacientes por obedecer a sus impulsos y tomar riesgos, pero el miedo los estaba deteniendo, esperaban que el otro diera el primer paso, pero...¿Cómo dar el primer paso si uno se siente igual que el otro?

Era un solo sentimiento pero habían muchas dudas de por medio.

𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora