Ese día, Adrien caminaba detrás de nino, dejando a la azabache en los casilleros, sin percatarse que la chica los estaba siguiendo.
Entrarón a un aula vacía, Adrien no cerró la puerta por completo, pues le había restado importancia a eso ¿Qué mal podía pasar? ¿Verdad?.
–¿Y entonces? Ella te venció de nuevo ¿Verdad? –sonrió burlón.
–Marinette es la mejor cuando se trata de videojuegos, Adrien, rindete –dijo el moreno queriendo soltar una carcajada.
–Le ganaré –dijo con firmeza y una sonrisa– y ustedes tendrán que darme todos sus ahorros –se cruzó de brazos con una sonrisa egocéntrica.
–Y lo vas a lograr? –preguntó el más alto de los tres.
–¡Por supuesto! Que sea mi mejor amiga, no significa que sea la excepción –dijo en un tono engreído.
–Marinette es más lista de lo crees, Adrien, ya deberías saberlo –dijo el moreno.
–Si fuera tan lista ¿por qué siempre me hace caso? A pesar de que ella sabe que estoy haciendo las cosas mal, sigue confiando en mi –solto una carcajada.
–No creo que sea correcto hacer esto, pero....amo las apuestas, no podrás con ella –sonrió engreído.
–Te demostraré que te equivocas y te daré los detalles –dijo con seguridad y también dibujo una sonrisa engreída sobre su rostro– le ganaré a mí mejor amiga una partida que ustedes no pueden ganar –dijo en un tono burlón.
–Ya lo veremos, Agreste –dijo el moreno.
–Solo no vayas a usar tus sucios trucos –dijo serio el de mechón rubio.
–Jamás haría algo así –dijo indignado.
–Aja...claro –dijeron los otros dos chicos en un tono sarcástico.
Esa fue la última parte de la conversación que la azabache no escuchó.
Marinette y Felix subían las escaleras mientras mantenían una conversación, la azabache se veía contenta a pesar de estar cansada, eso le daba mucho gusto al rubio, pero no le daba gusto al joven modelo, estaba hirviendo de los celos otra vez. Intentó avanzar hacia ellos pero una morena se lo impidió.
–No, Adrien –fue lo único que dijo la morena.
–No pienso seguir siendo espectador de algo que me pertenece, Alya –dijo en un tono serio.
–Marinette no te pertenece, Adrien, no es propiedad tuya ni de nadie y mirala, se ve contenta, si quieres recuperar la confianza que antes se tenían, habla con ella pero sin armar otro alboroto con tu hermano –dijo con el ceño fruncido.
El joven modelo se soltó y camino hacia la dirección del par de adolescentes.
–Marinette...¿me podrías prestar tus apuntes? –forzó una sonrisa.
–Te veo luego –Felix soltó la mano de la chica y se fue.
Ambos adolescentes entraron al salón y Marinette miró al chico extrañada.
–Deberías inventarte otra excusa para poder hablar conmigo, Agreste –dijo seria mientras tomaba asiento.
–Por favor, Marinette, quiero volver a tener la amistad que teniamos hace unos días –tomó sus manos– te lo suplicó, perdoname.
–Marinette alejó sus manos y soltó un suspiró– Es fácil para ti decirlo, tu consciencia está tan sucia con tantas cosas que no llegas a sentir culpa alguna.
– ¡Te equivocas! Desde que te alejaste, me he sentido culpable, desde que me enteré que estás enamorada de mí, me siento culpable, porque te pedía cubrirme para que yo me fuera a follar con la primera que se me pusiera enfrente y si te digo porque lo hacía, terminaría jodiendolo todo –dijo con tristeza.
–¿Entonces porque aceptaste esa estúpida apuesta? Si tu no hubieras aceptado, todo seguiría siendo como antes! Pero lo tenias que arruinar –dijo molesta.
–¿Cuál apuesta? –preguntó extrañado.
–La apuesta que hiciste con Kim y Nino hace unos días! Esa maldita apuesta en la que decías que yo no iba a ser la excepción! –reclamó.
–Marinette, estábamos hablando de un videojuego! Aposté en qué sería el primero en ganarte porque ellos no pudieron hacerlo, quería burlarme de ellos, tenía muy pocas posibilidades de ganar, porque eres la mejor, Marinette, y siempre que jugamos, tengo malas ideas, y apoyas mis malas ideas para que no me sienta mal –lágrimas ya estaban recorriendo las mejillas del rubio– malinterpretaste las cosas, pero no te culpó, con mi reputación, era obvio que pensaras eso, yo en tu lugar también lo creería.
La azabache estaba sorprendida ¿era cierto? O ¿sólo era una mentira? No sabía si confiar en él o no y volvió a pensar en Felix ¿Él lo sabía?.
–F-Felix...¿Está enterado de esto? –preguntó con miedo.
–No le he dirigido la palabra a Felix desde...aquella pelea que tuvimos –dijo con sinceridad.
El timbre sonó, indicando el comienzo de las clases, la chica se quedó sentada en su puesto mientras limpiaba una lagrima que había brotado de su ojo derecho.
Tenía que preguntarle a Felix, si él chico lo sabía, porque se lo ocultó? ¿Lo hizo apropósito para alejar a la de ojos azules del joven modelo?
Tenía que averiguarlo.
Tenía miedo pero tenía que hacerlo.
Felix estaba indeciso, pero también tenía que hacerlo, tenía que entregarle esa pulsera a la azabache, no podía seguir escondiendolo, en un descuido ella se enteraría y todo terminaría, prometió no perderla, cerró su casillero, metió la pulsera al bolsillo de su pantalón y se dirigió a buscar a la azabache, la chica de ojos azules, igual estaba buscando al chico cuando el almuerzo dio comienzo.
Entonces sus ojos se encontrarón, la azabache bajó las escaleras y el rubio caminó hasta estas. Cuando se juntarón, no dejarón de mirarse a los ojos, era como una adicción.
Sus corazones estaban acelerados, querían hablar pero las palabras no salían debido al miedo, no sabían cuál sería la respuesta del otro, se amaban y no querían perderse, ambos apretarón los puños y soltarón las palabras.
–Tenemos que hablar...–dijerón con firmeza.
Ambos se mirarón sorprendidos, uno escaneando el rostro del otro, segundos después se sonrierón y soltarón una pequeña risita nerviosa.
Era una escena muy tierna.
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𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]
Fiksi Penggemar𝐿𝑎𝑠 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑒𝑛𝑔𝑎𝑛̃𝑎𝑛, 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑠𝑎𝑚𝑜𝑠, 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑠𝑜𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑐𝑡𝑎𝑠, 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑚𝑎𝑙𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑝𝑟𝑒𝑡𝑎𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑦 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑝𝑢𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́...