Marinette se encontraba en el barco donde vivía su amiga Juleka y su familia.
Ella miraba como las nubes se movían con lentitud, el chico de mechas celestes, miró con tristeza a Marinette y se acercó a ella.
–Puedo notar que tu melodia se está silenciando cada vez más –se sentó a su lado.
–Últimamente no me he sentido feliz, me gusta Adrien, pero...en lugar de decirle lo que siento, protejo su espalda mientras el se está follando a alguien más –dijo con tristeza mientras unas lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.
El chico no sabía que decir, el estaba enamorado de ella pero ella estaba enamorada de alguien más, le dolía saberlo pero quería que la azabache fuera feliz, sin embargo, no lo era.
–No deberías hacer eso, Marinette, no está bien –habló mientras tomaba la mano de la chica.
–Adrien y yo...somos amigos desde hace mucho tiempo, Luka, no apoyarlo sería como...traicionarlo –soltó un suspiro– y me molesta que Felix siempre tenga la razón –apretó sus puños al recordar ese día.
La única opción de Luka en ese momento es: hacer sentir bien a Marinette.
–Tengo unas cosas que hacer, me gustaría que puedas acompañarme –sonrió con gentileza esperando la respuesta de la azabache.
–Marinette alzó la mirada hacia el chico y correspondió a su sonrisa– te acompañó.
Ambos adolescentes se levantaron de sus asientos, el muchacho de mechones celestes tuvo el atrevimiento de tomar la mano de la chica y salieron del barco con dirección a la plaza.
En la mansión Agreste, se encontraba un rubio con la cabellera peinada, buscando el libro que recientemente comenzó a leer, pero no lo encontraba por ningún lado, el chico ya se encontraba irritado ante esa situación.
–¿Felix? –preguntó entrando a la habitación– ¿Qué ocurre? ¿Y todo este desorden? –preguntó desentendida.
–¿Haz visto mi libro? –La miró con el ceño fruncido.
–¿Cuál libro? –preguntó mientras levantaba algunos objetos que se encontraban en el suelo.
–El que estaba leyendo anoche! –dijo alzando un poco la voz.
–hey, ese tono no me gusta, relajate –la mujer regaño al rubio y este solo puso los ojos en blanco.
–¿lo haz visto, si o no? –preguntó con más calma mientras pasaba una de sus manos por su cabellera, esta acción lo hizo despeinarse.
–Está mañana, vi a Adrien con el libro, seguramente, se le hizo interesante –sonrió amablemente.
–¿Adrien? –El rubio apretó los puños y frunció el ceño.
–¿MAMÁ? –se escucho la voz del joven modelo a la distancia.
–Malnacido –bufó y corrió hacia las escaleras.
Bajo con agilidad las escaleras y tomó bruscamente de la camisa a su hermano.
–¿EN DONDE ESTÁ MI LIBRO? –grito molesto.
–Felix! Dejalo en paz! –reclamó la azabache.
–Tú no te metas, niña estúpida –respondió pero sin soltar a su hermano.
–Felix, suelta a tu hermano ¡ahora mismo! Tiene una sesión de fotos en una hora –comentó el señor Agreste con seriedad.
El rubio de cabellera peinada soltó a su hermano, Marinette tomó de los hombros a su amigo y lo acercó a ella.
La madre de los chicos quiso tomar de los hombros a Felix pero él se marchó furioso, no sin antes mirar con desprecio a la azabache y su hermano.La madre de los chicos suspiro cansada y miró a su hijo.
–¿En donde estabas, Adrien? –cuestionó.
–Marinette y yo fuimos a comer un helado antes de volver a casa –respondió con amabilidad.
–Me...disculpo por lo que dije, señora Agreste, no fue mi...–la interrumpieron.
–No importa, linda, no es tu culpa –miró al chico con una mirada amenazadora.
–Está bien, bueno...yo tengo que irme, te veo mañana, Adrien, hasta luego, señora Agreste –sonrió amistosa.
–Hasta luego, Marinette –sonrió y subió las escaleras.
Cuando ambos jóvenes se quedaron solos, el rubio aprovecho para hablar con la azabache.
–Muchas gracias, Mari, tuve mucha suerte al encontrarte en el parque –dijo con una sonrisa.
–Ten cuidado con Felix –se acercó a él y beso su mejilla– te veo mañana.
Adrien se acercó a ella, con su mano derecha hizo a un lado el fleco de la chica dejando descubierta su frente, tomó las calidas mejillas de la azabache y deposito un suave beso sobre la frente de Marinette, este acto hizo que ella se sonrojara.
–Te veo mañana –dijo en voz baja.
La chica no sabía cómo reaccionar, solo se dio la vuelta y se marchó, al alejarse de la mansión Agreste, empezó a correr hasta llegar a su edificio, al entrar a su habitación, aventó su mochila, se acostó en su cama, tomó una almohada y la coloco en su cara para después soltar un gran grito.
¿Por qué gritaba? Emoción? Furia? Ni ella misma lo sabía, estaba confundida, se supone que debe estar feliz porque Adrien jamás se había atrevido a hacer eso pero también debería estar enfadada porque el chico interrumpió su momento de paz con Luka.
De cualquier forma, terminó llorando hasta quedarse dormida.
Felix acababa de comprar otro libro, el mismo que estaba buscando, pues no aceptaría que su hermano le devolviera aquel libro, solo de pensarlo, le provocaba repugnancia.
Adrien tomó valor y entró a la habitación del rubio.
–No debí tomar tu libro, me disculpo –habló sincero y arrepentido.
–Sal de aquí –dijo con su vista fija en el computador.
–Antes, vengo a devolverte tu libro –sonrió amigable.
–No, ahora largo! No quiero que me culpen porque el chico perfección llegó tarde a su importante sesión de fotos –habló con cierto sarcasmo.
–¿Cuál es tu problema? –dijo molesto y desentendido– primero haces un escándalo por tu libro y ahora, me disculpe y te lo estoy devolviendo pero resulta que no te importa! –reclamó .
–No quiero de regreso ese libro sabiendo que ya estuvo en tus manos –lo miró fijamente con expresión seria.
–¿Y que hay de malo? –preguntó confundido.
–El de cabellera peinada sonrió con ironía– Que me imagino lo que han tocado tus manos y es repugnante, ahora, aclarado este asunto, sal de aquí –habló mientras volvía a fijar su atención en el computador.
Adrien puso los ojos en blanco y se marchó con el libro en sus manos, salió de la mansión, se adentro al auto y se dirigió a la locación donde se realizará la sesión de fotos del joven.
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𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]
Fanfic𝐿𝑎𝑠 𝑎𝑝𝑎𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑒𝑛𝑔𝑎𝑛̃𝑎𝑛, 𝑙𝑎𝑠 𝑝𝑎𝑙𝑎𝑏𝑟𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑢𝑠𝑎𝑚𝑜𝑠, 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑠𝑜𝑛 𝑙𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑟𝑟𝑒𝑐𝑡𝑎𝑠, 𝑝𝑜𝑑𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑚𝑎𝑙𝑖𝑛𝑡𝑒𝑟𝑝𝑟𝑒𝑡𝑎𝑟 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑦 𝑙𝑎 𝑟𝑒𝑝𝑢𝑡𝑎𝑐𝑖𝑜́...