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La azabache se encontraba acostada en la cama del rubio, estaba perdida en sus pensamientos pero moría lentamente de aburrimiento.

¿Tienes mucha tarea? –preguntó sin interés pero intentando entretenerse.

Lo siento, pero algunos si asistimos a la escuela –respondio mientras escribía en su cuaderno.

Buen día para que el maestro de chino de Adrien se resfriara y tenga que quedarme aquí –se levantó de la cama y se acercó a inspeccionar la habitación.

Busca algo que hacer, niña –dijo serio y puso los ojos en blanco mientras hablaba.

Veo que eres fanático de la lectura –dijo parada frente a un gran librero que se encontraba en una de las esquinas de aquella enorme habitación.

–El rubio la volteo a ver un segundo y continuó en lo suyo– Puedes tomar uno, si quieres... –propuso el de ojos esmeralda.

Marinette no contestó, un libro color rojo brillante llamó su atención, lo tomó y se percató que era el diario del rubio, fue una sorpresa para ella saber que el chico tenía una cosa así. Dirigió su mirada hacia el chico y lo vio concentrado en su computador, volvió a dirigír su mirada hacia aquel libro y le dio una hojeada, no habían fechas continúas, unas se saltaban días, incluso semanas, pero cada redacción parecia ser importante, estaba por cambiar de hoja cuando el rubio le arrebato el libro, sin expresión alguna en su rostro.

Puedes tomar el que quieras, a excepción de este –cerró el libro y se dirigió a su asiento.

No...no sabía que escribías un diario –sonrió amistosa e intrigada por saber más del contenido de aquel libro.

Oh! Lo siento tanto, Mari, debido a nuestra cercana amistad, olvidé comentarte que escribo cosas que no podré contarle a nadie más en un absurdo libro rojo –dijo serio haciendo usó del sarcasmo.

Sueles...sueles escribir días importantes ahí...¿Cierto? –preguntó curiosa observándolo con atención.

Se supone que esa es la función de un diario ¿no? –respondió sin darle importancia.

Y...nadie sabe de eso? –señaló el libro.

–¿Por qué tan interesada en saber mas sobre este estúpido libro? –preguntó extrañado.

No me malinterpretes, Agreste, sólo que...es una gran sorpresa para mi saber que alguien como tú, escribe un diario, aparentemente tuviste muchas fechas importantes –sonrió.

No exactamente, algunas de esas fechas...las odio y desearía no haberlas vivido, sin embargo, existen otras que admiro, extraño y anhelo que vuelvan a suceder pero es estúpido pensar en eso último –dijo con cierta melancolía en su voz y la azabache lo notó.

Haz..haz escrito sobre mi? –preguntó ansiosa por saber cuál sería la respuesta.

El rubio se quedó atónito, no sabía que responder, no podía confesar que sí lo ha hecho, que muchas de esas páginas se tratan sobre ella, no sabía cómo la azabache usaría esa información, si la usaría en su contra o sería algo que se quedaría entre ambos.

Por un momento pensó en dejarse llevar y responder con la verdad pero se escucho el teléfono de Marinette, a lo cual, ambos se asustaron, la azabache no sabía si contestar o no la llamada del joven modelo y el chico estaba preocupado solo de pensar en la posibilidad de que su hermano había escuchado el tono de llamada muy típico de Marinette.

La azabache apago el teléfono y el rubio se asomo afuera de su habitación topandose con su hermano.

–¿Marinette está en casa? –preguntó el chico extrañado.

–¿Cómo voy yo a saberlo? ¿Acaso tengo cara de niñero de una niña estúpida? –respondió cortante formulando preguntas.

Tiene un tono de llamada muy....único, se podría decir, y me pareció escucharlo...–lo miró atento.

–¿Consumes drogas? Porque si es así...deberias dejarlas, te están dañando la cabeza –se dio la vuelta y sonrió con egocentrismo– pensándolo bien, así ya estabas –volvió a entrar a su habitación y miró a la chica sentada a la orilla de la cama, jugando con sus dedos y la mirada perdida– Perdón por llamarte...–la chica lo interrumpió.

Tienes razón, soy una niña estúpida.

–Marinette, yo...–lo volvió a interrumpir.

Déjame  terminar –indicó– si no hubiera seguido a mi corazón, todo esto no hubiera pasado, no sería la niña estúpida que Adrien Agreste puede manipular a su antojo y nuestra amistad hubiera seguido la misma que antes...–declaró.

Felix no sabía cómo reaccionar pero por impulso se sentó a su lado e iba a comenzar a hablar pero la azabache se adelantó.

No te sientas obligado a decir algo, no tienes que hacerlo –levanto la mirada y lo miro– ahora, lo importante es descubrir cómo saldré de tu casa sin ser descubierta.

–Marinette, como pretendes que vamos a hacer todo esto, si no quieres que nos vean juntos –dijo en un tono serio.

–Aun no es tiempo, es demasiado pronto –habló la azabache.

Demasiado pronto...¿Para qué? –preguntó mientras la miraba atento.

Pará darle una lección a Adrien Perfecto Agreste.

Felix no sabía en qué se estaba metiendo pero no tenía miedo, notaba la seguridad de la chica y eso era algo que le encantaba, no lo demostraba, pero estaba emocionado por volver a ser un equipo con la azabache y por el lado de Adrien, el nunca esperaría lo que iba a comenzar desde aquel día, todo sería muy diferente.

𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora