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Cuando la azabache se calmo, Luka prosiguió a preguntar.

Quieres....contarme lo que pasa? –preguntó ocultando su nerviosismo.

Quiero desear no haber escuchado esa conversación, quiero regresar el tiempo para evitar ser tan curiosa e ir detrás de Adrien, quiero odiar a Adrien pero no es tan fácil, solo puedo sentirme dolida y decepcionada pero no es suficiente para odiarlo –dijo intentando no volver a llorar.

–¿Adrien te hizo algo? –preguntó con el ceño fruncido.

Adrien...apostó con Kim que...lograría meterse conmigo y lo peor es que –soltó un pesado suspiro– si no me hubiera enterado de esa apuesta, hubiera caído sin pensarlo –declaró.

Tenlo por seguro que iría ahora mismo a golpearlo pero seguramente te enojarias conmigo –dijo apenado.

–Los golpes no son la solución a los problemas, sin embargo, parece que eso es lo que Adrien se está buscando –la azabache apretó los puños.

–¿Y que harás al respecto? –preguntó intrigado.

–¿Me prestarías unas gafas oscuras? –levantó la mirada hacia el chico de mechones celestes y el sólo asintió.

Ahora, la azabache se encontraba en la habitación de aquel rubio, entre ambos había un silencio y se miraban serios.

¿Un trato? Explicaté, niña –dijo firme.

Tengo entendido que odias a Adrien –dijo en un tono serio.

No lo odio, realmente, esa es una palabra fuerte para lo que siento, digamos que solo detesto –declaró.

Es lo mismo, Felix –se cruzó de brazos.

Ya te dije que no, "odiar" tiene más intensidad que "detestar" –suspiro– deberías investigar sobre ello.

–Da igual! No vine por eso! –dijo un poco molesta.

¿Desde cuando usas lentes oscuros? ¿Ahora te crees un agente secreto o algo parecido? Dejame adivinar, Adrien Perfecto Agreste, te ascendió y ahora tienes el trabajo de su guardaespaldas –sonrió egocéntrico– espero que te pague bien –le guiño el ojo.

–No es de tu incumbencia el saber porqué uso gafas –dijo la azabache con cierta molestia en sus palabras.

Perdón pero yo no te busque, tú viniste hasta aquí a proponerme no se que cosa...–dijo serio.

–La azabache se cansó y se quito las gafas, mirando con el ceño funcido al rubio, mientras, que esté la miraba con una ceja arqueada– Lloraste...¿Que te ocurrió? –preguntó intrigado.

–¿Podrías dejar de hacer preguntas e ir al grano? –se sentó en la orilla de la cama.

Tengo que saber en qué me estas metiendo, no preguntar y meterme en líos que no me corresponden, sería muy estúpido de mi parte –dijo el rubio con firmeza.

–La azabache suspiro y habló– Adrien apostó que se lograría meterse conmigo –declaró con firmeza mientras apretaba los puños.

Felix sintió un nudo en la garganta, no lo podía creer ¿Hasta donde era capaz de llegar Adrien? Se preguntó a sí mismo, apretó los puños con molestia.

Meterse...¿en que sentido? –después de realizar esa pregunta, se golpeó internamente.

–la azabache suspiro frustrada– Sabes muy bien en qué sentido, no es difícil adivinar conociendo a Adrien Perfecto Agreste –distorciono su voz al pronunciar la última frase.

Tenía la esperanza de que no fuera eso –dijo firme pero por dentro estaba furioso.

Sí pues...ambos perdemos esperanzas cuando se trata de tu hermano –confesó la azabache con tristeza en sus palabras.

–¿Y? ¿Cuál es tu propuesta? –La observó con atención.

La azabache se quedó callada sintiendo la mirada de aquel rubio, pensó en las palabras que usaría para que el acepte y cuando las tuvo, se levantó de la cama, se acercó a él al grado de estar frente a frente después de años de mantener su distancia y habló con firmeza y seguridad.

Quiero demostrarle a Adrien que no seré una más de sus juguetes sexuales, que no soy la blanca palomita que todos creen, quiero detestarlo como tu lo detestas –dijo seria.

Felix admiro la seguridad de sus palabras, se quedó sorprendido al escuchar a Marinette, estaba tan sorprendido que por primera vez, no sabía cómo responderle.

¿Trato? –levantó su mano con la esperanza de que el rubio aceptará y estrecharan sus manos.

El rubio analizó sus palabras pero quería saber más, quería estar seguro de que ella no estaba bromeando.

¿Estas segura? –preguntó arqueado una ceja.

–La de ojos azules asintió, el chico de ojos esmeralda sonrió egocéntrico y estrecho su mano con la de la jovencita, dando a entender que había aceptado– Trato.

Ambos no sabían cómo sería esta nueva interacción entre ambos, pero harían equipo, así que dejarían su orgullo y promesas a un lado.

Dejemos en claro ciertas cosas –pronunció la azabache al alejarse del chico.

Te escucho..–se sentó en su silla y la miró atento.

No golpearas a Adrien, los golpes...–la interrumpió.

No son la solución a los problemas pero parece que ciertas personas se lo buscan –sonrió amistoso– ¿gustas algo de beber?

–Sinceramente, no nos conviene que alguien sepa que estoy aquí.

–Marinette ¿acaso entraste aquí por obra del espiritu santo? Los empleados ya te vieron entrar aquí –comentó con obviedad mientras ponía los ojos en blanco.

Cierto, perdón, pero no se si ya llegó Adrien –respondió encogiendose de hombros.

–¿No se supone que te sabes toda su rutina? Supongo que la recuerdas mejor de lo que Natalie lo hace –se acercó a la puerta de su habitación.

No te burles reprochó.

No es una burla, en realidad, fue un insulto –dijo antes de salir de la habitación, luego de eso, dejó sola a la azabache con un gran silencio rodeandola, sin embargo, eso hizo sentirla cómoda.

𝑻𝑹𝑨𝑻𝑶 [𝙰𝚄 Felinette]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora