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- ¿Cómo lo haces? - Christina me consulta sin despegar la mirada de su objetivo.

- ¿Qué cosa? - Le pregunto disparando en la parte superior del tronco del muñeco anaranjado de medio cuerpo.

- Eso. - Señala con la punta del arma al muñeco de entrenamiento de puntería. - No te has equivocado ni una sola vez. - Vuelve a fijar su meta, pero su disparo roza el hombro de la figura que se encuentra encima de un cilindro de metal.

- No lo sé. - Le confieso con una tímida sonrisa.

El talento oculto que descubrí que poseo con las armas de fuego va a destacarme de los otros iniciados, ya que no creo poder aprender la habilidad de combatir cuerpo a cuerpo.

- Pues lo haces genial. - Expresa al ver como vuelvo a dar en el pecho del maniquí.

Mi rostro de felicidad podría llegar a ser tomado a mal por mis compañeros, y es posible que así se dé, sin embargo esto no me impide ni desanima a entusiasmarme por no fallar en la prueba de tiro.

Al acabarse las municiones, enderezo mi columna para retirarme y darle mi lugar a algún traslado.

Tris es la siguiente de la fila, pasa por mi lado con mechones de cabello yendo a diferente direcciones a causa del viento. Antes de que ella se ponga en posición, le alcanzo la liga de terciopelo para que pueda amarrar su rubia cabellera. 

Voy al grupo de adolescentes que ya ha terminado y espero a la llegada de Christina que intercambia unas palabras con Tris.

Luego, el entrenamiento siguió al interior de la sala asignada, el instructor nos enseñó más forma de inmovilizar a un oponente y nos hizo practicarlo en parejas.

- Gracias. - Miro hacia arriba para poder agradecer a la ex-abnegada por entregarme el almuerzo envuelto en servilletas. Ella asiente con una sonrisa y se sienta sobre su cama que está al frente de la mía, la morena; que llega junto a Will y Al; le copia la acción.

Decidí seguir con la rutina que establecí en mi segundo día en Osadía, pues los iniciados acaparan las duchas después del almuerzo y antes de dormir.

Cruzo mis piernas y retiro cada capa de papel. Al terminar de comer, me involucro más en la conversación que mantienen mis compañeros.

Cuando les comunico que regresaré a entrenar, la pareja asegura que irán al rato, la rubia se mantiene en silencio y Al anuncia que está demasiado agotado como para volver a levantarse.

En la sala todavía quedan iniciados, que al encenderse los focos para remplazar la luz natural, se fueron.

No tengo idea en qué momento me quedé dormida, pero supongo que sucedió al recostarme boca abajo sobre las colchonetas después de una sesión de estiramiento.

Si bien mi sueño sigue siendo ligero a causa de que aún no encuentro la dosis necesaria para que los efectos del Suero de la Paz se extiendan por 24 horas, el cansancio que he acumulado en estos días me ha vencido.

Miro por unos segundo mi alrededor, no identifico nada. Y al hacerlo otra vez, todo sigue viéndose borroso.

Un leve golpe en mi pie izquierdo me hace gruñir, giro mi cabeza hacia el otro lado y uso mis antebrazos como almohadas.

- Levántate. - Ordena Eric, con otro golpe en mi pie.

Me permito cerrar los ojos con fuerza, antes de obedecerlo dándole la cara.

Su voz ha sido como un balde de agua fría.

- Lo siento. - Me disculpo acercándome al borde de la colchoneta.

Paso mis manos por la ropa en un intento de alisarla.

Él baja su mirada, pero no en dirección al suelo. El rubio está mirando la muñeca que es rodeada por la tela negra, yo escondo tras mi cuerpo lo que Tris me devolvió al acabar el entrenamiento.

- Mañana a las diez de la noche, aquí. - Observándome sin expresión, retrocede unos pasos sin girar.

Con cinco metros separándonos, el líder recién voltea. Es allí cuando me permito sonreír una vez más.

Siguen apareciendo las imágenes de lo sucedido en las escaleras, cuando miro directamente sus azulados ojos. Sin embargo, la calidez de su mano al rozar mi piel; acto que se dio al entregarme la liga; ha logrado disminuir el recelo del que es causante Eric.

Al día siguiente, Cuatro nos hizo correr por los alrededores del complejo de Osadía, el entrenamiento no contó con otra supervisión más que la de él.

Supuse mal al pensar que lo iba a ver antes.

Y también me equivoqué al suponer que el rubio cumpliría su palabra.

¿Pero qué palabra?

Él no dijo que nos encontraríamos en la sala de entrenamiento a esa hora, solo me ordenó llegar.

Por eso cuando no lo vi cruzar las puertas a las tres de la mañana acepté que Eric no vendría.

Durante la primera hora de espera creí que la conversación con el rubio había sido manipulada por mi somnolencia, a la segunda talvez arroje algunas colchonetas, en la tercera ordené el desorden que causé mientras justificaba que su tardanza probablemente se debía a sus obligaciones de líder, durante la cuarta hora me senté en cuclillas creyendo que de esta forma acabaría con el extraño sentimiento de soledad al que no estaba acostumbrada, al final me retiré con el ingreso de la luz a la sala.





SIN EDITAR





NOTA:

Mi intención es darles a conocer que Kate es una personaje muy sensible, siente todo con mayor intensidad.

Su personalidad es la razón por la que no actualizo constantemente, investigo lo más que puedo para darle sentido y coherencia a sus acciones. No quiero que Kate solo sea el personaje femenino cuya única meta sea ser la pareja de Eric, me encanta Eric, no lo niego, pero quiero reflejar la decepción, la falta de confianza y otras cosas más que se dan durante nuestro crecimiento personal.

Estaría muy agradecida si me comentan que concepto tienen de Kate hasta ahora.

Y qué les gustaría que hiciera Eric o qué les emocionaría leer en los siguientes capítulos. 

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora