35 - ERIC

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No dejaré de observarla, incluso si ello levanta sospechas.

Sus mejillas; que hace poco estaban ruborizadas; lucen sus pecas que resaltan debido a su palidez. Revivo en mi memoria el recuerdo de las marcas rosadas en sus muslos y caderas.

Cuando ingresó al vagón del tren, lo primero que hizo fue acercarse a sus insoportables amigos.

El chaleco le queda un poco grande, eso no es lo extraño, estoy acostumbrado a verla usando camisetas una o dos tallas más grande.

Evita mirarme, incluso estando al frente mío.

- Lo hará. - Asegura.

- Pero... - Voltea Christina. - Eric dijo... - La bocota desconoce lo que es susurrar.

Baja la mirada.

Su comportamiento me sorprende, pues creí que al haber disuelto el suero, este estaría más cerca del que tiene cuando no consume. Ha demostrado el efecto dócil del suero combinado con su carácter osado, probablemente solo sea efecto placebo a medias.

Avanzo a penas un metro y Kate voltea de golpe, dándome casi por completo la espalda.

La sensación de malestar retuerce mi cuerpo, pero en el exterior permanezco estático, sin demostrarlo.

Nadie ha visto su rechazo.

De pronto, con ayuda de Cuatro, la estirada ingresa al vagón.

Le es imposible a Kate ocultar su sonrisa, al verla. Camina hacia ella y la abraza durante unos largos segundos.

Supuse mal al dar por sentado que nos encontrábamos en una relación después de acostarnos. Recuerdo que leí que a pesar de la libertad sexual que existe en Cordialidad, estos usualmente se comprometen antes de iniciar una vida sexual. Y estando consciente de su reciente comportamiento al menos debió intentar acercarse a mí para demostrar que nuestro trato ya no solo es el de iniciada-líder.

- ¿Quién te dejó salir? - Pregunto a la estirada, al acercarme al grupo de adolescentes.

- Yo lo hice. -

- ¿Tú lo hiciste? -

Todos permanecen en silencio por unos segundos, la estirada alza su mano para colocar un mechón atrás de su oreja, observo en su muñeca un carmín negro.

- Okay. -

A mitad del camino, Cuatro y yo empezamos la explicación del juego.

- El juego es simple, capturar la bandera. -

- Nuestra arma es esta. - Digo levantando la pistola.

- ¿Eso es un arma? - Disparo a la adolescente que cree que estoy de humor para soportar bromas.

- Dardo neuro simulador. - Muestro - Simula el dolor de una verdadera herida de bala. - Informo. - Solo dura un par de minutos. - Digo restándole importancia a los quejidos de dolor de la penúltima saltadora. - Dos equipos, Cuatro y yo somos capitanes. -

- Elije primero. -

- Okay. Edward. - No dudo.

Hasta el momentos, aquel adolescente ha sido el mejor puntuado del grupo de traslados. Tenerlo aumentaría la posibilidad de ganarle al estirado, escogerlo es una decisión inteligente.

- A la estirada. - Su elección haría dudar a cualquiera, si realmente ejercitaran sus cerebros como lo hacen con sus físicos.

- Oh, los quieres débiles para culparlos cuando pierdas. -

- Algo así. - Mira en dirección al par de amigas, Kate no sé da cuenta de ello debido a su desinterés en la conversación.

Después del sexo, decidí descansar a su lado, sin embargo, cuando desperté me encontraba solo, su ausencia sobre mi cama debió advertirme de su rechazo.

- Kate -

Me mira por primera vez a los ojos, desde que ingreso al vagón.

La distribución de los iniciados avanza sin interrupción, el grupo de Cuatro se retira antes de llegar a la última estación, aviso cuando avanzar para ubicarnos a una buena distancia del otro equipo.

Al acabar de ordenar donde se esconderá la bandera y las posiciones que tomarán cada uno, se retiran para tomar sus puestos. La única que no se ha movido es la "última saltadora".

- No podemos solo esperar a ser atacados. - Susurra a pesar de ya no tener a nadie cerca. - Tal vez si dividimos el grupo, uno de ataque y otro de defensa. - La observo, mientras trato de no revivir el recuerdo de ella mordiéndose los labios. - O podríamos enviar a alguien a que los espíen. - Me aconseja con ojos esperanzadores.

- ¿Cuánto llevas en Osadía? - Pregunto con severidad. - Menos de dos mes. - Le recuerdo.

- Por favor. -

Dudaría de mi decisión, de no saber que maneja perfectamente el arma que sostiene.

- Ve a proteger. -

- Eric. - Me llama antes de alejarme lo suficiente.

Acorta la distancia que con prudencia había logrado.

- Se que no debería pedirte más de lo que ya has hecho por mí, tampoco quiero que creas que subestimo tu autoridad... - Toma un respiro. - Pero creo que esperar a ser atacados...

Elevo las cejas, señal de que va por mal rumbo.

- Me dijiste que la ventaja es importante, la tuviste desde que escogiste a los primeros puestos. -

Recuerdo su irritante sonrisa de agradecimiento. También fue el día en el que aseguré que mi interés por ella era nulo.

- Si atacamos de sorpresa, podríamos... -

Bajo mi mirada a sus labios.

- Este no es mi departamento, no basare mis decisiones en tus preocupaciones. -

Su mirada se pierde, ante mi respuesta.

- Oh - Comienza a balbucear.

Me cuestiono lo que acabo de decir, al observar su reacción. Y cuando decido enmendarme, su postura y mirada cambian.

Agarra con rapidez el mango de la pistola y me apunta.

La sorpresa ante su acción es minimizada por el dolor en mi abdomen bajo, me retuerzo en el suelo antes de quitarme el dardo y lanzarlo en su dirección, Kate lo esquiva con facilidad.

- El próximo irá a tu verga. - Amenaza, mientras se acerca. - Si vuelves a hablarme de esa forma. - Con el dedo en el gatillo, apunta hacia mi ingle. Al último segundo, baja unos centímetros la boca del arma.

El dardo cae en la tierra.

Incluso sabiendo de su condición, no logro predecir sus acciones. Estas superan lo que creo que hará, por ejemplo; visitar a la estirada en la enfermería a poco tiempo de que inicie la siguiente prueba, en lugar de hacer cualquier maldita cosa.

Además, la disolución del suero ha activado su actitud cordial, solo que ahora con selectividad irracional.

SIN EDITAR

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora