Cordial - Eric (Divergente)

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Instintivamente mi codo golpea su torcida nariz al sentirlo detrás de mí. Lo único a su favor es su peso, razón por la que, en cuestión de segundos, está encima mío propinándome puñetazos. Intento cubrirme con mis huesudos antebrazos; sin embargo, estos no durarán mucho.

Un destello brillante a mi costado me anima a debilitar mi escudo para alcanzar el arma. Por poco se me resbala debido a la sangre de mi mano.

—¡Kate! —reconozco la voz de Christina segundos antes de incrustarle el cuchillo a mi oponente.

—¡Maldita loca! —grita el castaño, cubriendo su ojo.

Me arrastro sobre mis codos para alejarme. El comedor es silenciado por los pasos de quien ingresa por la entrada principal.

La figura del líder se coloca en medio de nosotros.

—Esto es Osadía, no su ring de pelea —la voz de Eric suena rutinaria, como si no le importara en absoluto lo sucedido—. A cada uno se le restarán 50 puntos; a ti... —lo señala—... por haber perdido. —Ahora su dedo me apunta—. Y a ti, por pelear con alguien débil. —Dice, despegando la mirada de la tableta que sostiene con ambas manos—. Llévenlo a la enfermería, está ensuciando el comedor —ordena, mirando a unos osados.

Su azulada mirada permanece en mí por unos eternos segundos, la mía baja a sus manos, que sostienen con mayor fuerza la tableta.

Él lo dijo, en Osadía, todo tiene un precio.

—¡Kate! —la morena corre con desesperación hacia mí, se arrodilla para ayudarme—. Sabía que Osadía era peligroso, pero no al límite del salvajismo —me riñe, envolviéndome con cuidado en un abrazo.

—Qué rara forma de demostrar tu preocupación —susurro, aguantando el dolor punzante en mi abdomen.

—Ayúdame, Will —ordena—. No te quedes pasmado ahí.

—Deja de reñirlo tanto —digo ya de pie—. O notará que es recíproco. —Recibo una mirada de reproche de su parte.

—Por dártela de chistosa cuando ni puedes mantenerte de pie.

No lo sabe aún, no sabe que Peter fue uno de los que intentaron asesinar a nuestra amiga. Al inicio, el ex erudito duda en dejarme ir sola a la "enfermería", pero la morena entiende que no voy a ir hacia allí. Y para evitar dar explicaciones, le pide a Will que le ayude a mejorar sus movimientos de pelea, a lo que él acepta con entusiasmo ante la idea de pasar tiempo a solas con Christina.

—¿Acaso eres tan imprudente de subir las escaleras en tu estado? —No suena a pregunta.

El viaje al piso de su departamento se llena de bromas que intentan aligerar el ambiente. Mis pies vuelven a tocar el suelo al llegar.

—¿No tiene una vida? —pregunta al ver a Shawn al frente de la puerta de su departamento.

—Kate —camina preocupado hacia mí, mientras examina mi estado—. Deberías estar en la enfermería.

—De estar allí, daría la idea equivocada de que fue un empate —responde con una sonrisa orgullosa, casi burlona.

—¿No crees que dejarlo sin un ojo es suficiente para anunciar tu victoria?

Su semblante cambia a uno de desaprobación; no le agrada para nada lo que hice, y siento que incluso si le dijera la razón de mi pelea, no cambiaría nada. Me seguiría mirando de la misma forma que lo hace en este preciso momento. Eric, en cambio, mantiene el rostro sereno, aunque puedo notar un ligero endurecimiento en su mandíbula.

—Deberías estar en camino al muro —dice Eric, tomándome de la cintura para avanzar hacia la entrada. Su agarre me sirve de apoyo para continuar—. Estar tanto aquí se tomaría como abandono de tus funciones.

—Wow —dice Shawn con fingida sorpresa, mientras introduce ambas manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero, caminando detrás nuestro—. Líder y aún no te enteras de que he aceptado un puesto en seguridad aquí. —Eric lo voltea a ver antes de abrir la puerta.

El orgullo es un área sensible para Eric. La insinuación de que ha perdido control o información parece tensarle.

—¿La soledad en el muro te aburrió? —pregunta el líder con fingido interés—. ¿O habías aceptado el puesto para proteger a Chicago?

Shawn solo sonríe de lado.

—Me alegra que hayas decidido quedarte —le toco el brazo en señal de apoyo—. Ahora me verás seguido —amenazo amigablemente.

—Cuento con ello.

Retrocede con dirección a las escaleras.

—Vamos, cambia esa cara. Tu chica le pateó el trasero a alguien —le doy una palmada en la espalda, siendo la primera en ingresar al departamento.

—Lo que ameritaría mucho más que la disminución de puntos —informa, cerrando la puerta.

—¿Qué? —pregunto sorprendida—. He visto decenas de peleas en la fosa.

—Ahí está permitido pelear —se acerca a la cocina para sacar un botiquín—. Existen reglas, Kate. —Su tono es preocupado—. Tuve que estar presente en la reunión para evitar tu expulsión.

Haciendo un sonido de frustración, me acomodo en el sillón.

—¿En serio? —Se acerca a mí—. ¿Qué dijiste para evitarlo? —Toma asiento a mi lado—. Porque no creo que aceptaran un "no permitiré que mi novia sea una sin facción".

Ríe.

—Vamos, dime —lo animo.

—Que no podíamos perder a dos potenciales osados.

Aunque no lo quiera admitir en voz alta, es verdad. Peter fácilmente destaca entre los iniciados, sin embargo, no lo suficiente para ocupar los primeros puestos.

—Subiste dos niveles —informa, limpiando la herida en mi labio.

—¡¿Qué?!

—¿Qué te sorprende? Hiciste buen uso de tus fortalezas y desventajas.

—Eso lo va a enojar aún más.

Me quejo del dolor al sonreír, imaginándome la cara de Peter al ver la tabla de posiciones.

—Eres única —suspira, ahora limpiando la herida de mi ceja.

—Espera —alejo con suavidad su mano.

Hasta ahora, en todos nuestros momentos íntimos no me he descubierto de la parte superior de mi cuerpo. Acto que, al parecer, no le ha causado curiosidad, o lo ha notado pero respeta mi privacidad. Estas dos opciones no son creíbles si me refiero a Eric, sabiendo que conocía perfectamente dónde escondía el suero de Cordialidad.

Incluso consiente de que existe una tercera opción, agarro del borde de mi camiseta y me la quito. Le doy la espalda, dejando a su vista las cicatrices.

SIN EDITAR