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- Kate - Un suave susurro y una ligera carga sobre mi mejilla, me despierta.

- ¿Qué sucede? - Bostezo antes de volver a hundirme en la cama.

Me es más fácil volver a quedar dormida en la cama del rubio, quiero culpar a la compañía, pero sin duda las nuevas sábanas de algodón también tienen responsabilidad en mi debilidad.

- Necesitas ir a ver a tu amiga. -

- ¿Quién? - Pregunto todavía con los ojos cerrados. - ¿A Christina o ...- Me quedo en silencio al sentir como el sueño se hace presente.

- A Tris. -

La sorpresa de que la llame por su nombre y no con el usual apodo que le ha colocado me intriga por lo que presto completa atención a lo que dice.

- Está en el departamento de Cuatro. -

- ¿Qué sucedió? - Me levanto y me abrigo para salir.

- Han intentado tirarla al abismo. - Suelta mientras me coloco las zapatillas.

- ¿Qué? - Digo intentando comprender sus palabras. - ¿Quién? ¿Quiénes? -

Ahora recuerdo no haberla visto desde ayer después de la prueba mental.

No responde ni una sola pregunta, antes de salir me toma de la mano para no soltarme hasta llegar al que supongo es el hogar del entrenador.

Cuatro nos abre la puerta dejándome ver a la rubia sentada en el borde de su cama, su mirada ha permanecido todo el momento en el suelo, lo reconozco, está sumida en sus pensamientos.

Los hombres se quedan en la entrada.

- Tris. - La llamo mientras me acerco.

La adolescente levanta su mirada, su ceño fruncido se desvanece al reconocerme.

Volteo, ellos parecen entender que su presencia no es necesaria en este momento.

Me siento a su lado al escuchar la puerta cerrarse, los ojos de la rubia se llenan de lágrimas que amenazan con salir en un solo parpadeo.

Dudo en abrazarla, sería muy cordial de mi parte creer que es eso lo que necesita, y seria abnegado de su parte recibirme, pues de ser así, la permitiría dejando de lado sus necesidades.

- ¿Cómo te sientes? - Pregunto apretando entre mis manos la tela que cubre el colchón.

- Me atacaron, Kate. - Su voz se quiebra. - Fueron tres los que intentaron asesinarme. -

¿Tres?

Quiero preguntarle quiénes, si notó algo extraño, algo raro, algún tatuaje, algún signo, lo que sea sería suficiente para ...

¿Para qué?

¿Tomar venganza?

- No sé qué sería de mí, si Cuatro no hubiese llegado. -

- ¿Qué piensas hacer? -

- No tengo ni la remota idea. - Esconde su rostro entre sus manos. - Siento tanto enojo por no haberme podido defender. - Dice con frustración. - Somos osadas Kate, debí... - Se queda en silencio.

El que ella esté aquí, a mi lado, me deja claro que se ha defendido.

Después de algunos minutos vuelve a hablar, intentando contarme detalladamente todo, pero sin decirme si sospechaba de alguien.

Al salir del departamento, veo al rubio recostado sobre la pared.

- ¿Quiénes fueron? - Le pregunto al cerrar la puerta atrás mío.

El que mi amiga no confiara en mí para decirme quienes serían sus atacantes, me confundía debido a que habíamos pasado más tiempo juntas que ella con Cristina. Sin embargo, tengo al frente a los ojos y oídos de Osadía, bueno, mejor dicho, al que tiene a su completa disposición las grabaciones de cada cámara de seguridad de la facción.

- No ando enterado de disputas adolescentes. -

- ¿No lo haces? -

Es igual de guapo como de mentiroso.

- Shawn me comentó que su departamento está libre, tal vez acepte su oferta si mantienes la boca cerrada. -

Sonríe con picardía.

- ¿Me estas amenazando? - Avanza un paso, su respiración choca en mi rostro.

Sus ojos azules se enfrentan a los míos.

- Tú decides, Eric. - Coloco una mano en mi cintura. - Me lo dices y seguimos desayunando juntos o te guardas los nombres y nadie calentará el otro lado de tu cama. -

- Los cordiales sí que ladran mucho. -

Termina cediendo.

Me habría encerrado o convencido de no hacer nada de haber actuado al instante de escuchar los nombres. Fingí entender las razones que el líder creía que tenían Peter y Al para actuar de esa manera, lo hice tan bien que me sentí en la piel de la cordial que era hace meses.

Y al parecer Eric no sospechó, ya que después de entrenar junto a él por unas horas tuvo que irse.

Camino por los oscuros y rocosos pasillos hasta llegar al comedor inundado de osados.

Tomo una bandeja de la pequeña ruma que quedaba al lado de las porciones de carne y esquivo cuerpos hasta llegar a la mesa de los amigos del desertor de Verdad.

Estrello el metal en la nuca de Peter, el sonido acalla las voces.

- ¡Pelea! ¡Pelea! - Gritan animándonos a continuar.

- ¡Hija de perra! - La amiga del adolescente intenta acercarse, pero Will se lo impide.

El pelinegro voltea al recuperarse del golpe y se abalanza hacia mí, pero vuelvo a darle con la bandeja.

Al rededor nuestro los osados han hecho espacio para disfrutar del espectáculo cómodamente.

Los ojos furiosos de Peter no se despegan de mí, al volver a recuperar el equilibrio.

- ¿Acaso te acobarda que haya bastantes testigos? - Entiende a la perfección mis palabras.

- En lo absoluto, pero será una lástima desfigurar ese hermoso rostro que tienes. - Eleva sus puños en posición de ataque. - Pajarito. -

No me ve como una amenaza, nunca me ha visto de esa manera.

Para su desgracia, haré realidad el sueño de muchos de nuestros compañeros.

Le romperé el maldito trasero.

SIN EDITAR

Muchísimas gracias por sus comentarios, me animaron a continuar esta historia, ya que hace poco quería colocarla en pausa.

No se olviden de votar y comentar.

Cordial - Eric (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora